FÁBULAS EN ALTA VOZ

Agua que no moja

Hoy se inicia la temporada ciclónica, la cual se extiende hasta el 30 de noviembre. Su llegada poco inquieta a Claudia. Esta niña de 11 años vive en un lugar donde ni por asomo entra una gota de agua cuando llueve. La mansión que habita junto a sus padres y demás hermanos es muy segura. Y lo mejor: está ubicada en un país que, por ser vulnerable a los huracanes y demás fenómenos naturales relacionados con lluvias, dispone de edificaciones que garantizan la integridad física de los ciudadanos, así como de los equipos de socorro para que en el extraño caso de que se produzca alguna emergencia, actúe acertadamente. Ni hablar de las medidas preventivas. Un grupo de profesionales con sobrada capacidad establece cuáles son las ideales para hacer frente a cualquier eventualidad que amerite una rápida y atinada actuación. Los refugios también son tomados en cuenta. Un amplio número de estructuras físicas con habitaciones suficientes para albergar a una gran cantidad de personas están ubicadas en los diferentes puntos del país donde se verifican zonas vulnerables a las inundaciones y otros daños. Cada refugio tiene sus baños, cocina, un amplio comedor, sala, patio y todo lo que por las reglas de construcción debe tener un albergue que se dispone para respaldar a seres humanos en peligro. En ese país donde vive Claudia, también se toma en cuenta la alimentación y las buenas condiciones de vida. Por eso, hay una institución que tiene a su cargo, proporcionar a los refugiados alimentos de calidad, camas, sábanas, abrigo, mosquiteros y todo lo que necesiten para estar como en casa o mejor. El buen desenvolvimiento de las autoridades no se queda ahí. Para evitar que sucedan estas cosas, se encarga de darle buen mantenimiento a las cañadas, ríos, presas, arroyos y demás factores que puedan afectar a la ciudadanía que vive en zonas vulnerables. Otro punto es que cuando hay refugiados, al poco tiempo ya los albergues están vacíos, pues las personas son reubicadas en proyectos realizados con esta visión. Al fin y al cabo, no son tantos los necesitados, pues las atinadas medidas no permiten que crezca el número. En esta palabra (número) pensaba Claudia mientras se trasladaba a esa ciudad ideal. Y es que a ella le atormenta que como cada año se eleve el número de personas afectadas por la indolente temporada de huracanes. Le preocupa la gente que como ella vive en lugares donde los habitantes ven debilitar sus esperanzas de vida, cuando entra junio. En la mañana de hoy Claudia seguro amaneció triste. Sabe que otra vez la incertidumbre se apoderará de ellos por seis meses. A los problemas de pobreza y calamidad que ya tienen, se sumarán el temor de acostarse y sentir un agua que lo único que no moja son las esperanzas de vivir mejor aunque sea en una fábula.

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