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MADRE SOLTERA

Ivelisse López: ‘Ser madre te ayuda a luchar’

Aquel día lluvioso en que le diagnosticaron cáncer, una de las primeras preocupaciones que asaltaron a Ivelisse López fue el futuro de su hijo. “¡Lo voy a dejar huérfano!”, se repetía ante el impacto de la noticia. Como madre soltera, Ivelisse había luchado mucho por su hijo. Resultaba duro pensar que ahora la amenazaba la posibilidad de una separación definitiva. No era la primera vez que la invadía ese temor. Ya había sucedido cuando, con cuatro meses de embarazo, contrajo toxoplasmosis y estuvo en riesgo la vida de su pequeño. “Una vez duré cuatro días sin sentir al bebé”, cuenta, “y un día de madrugada le dije: ‘Si tú estás vivo, muévete’, y me dio una patadita”. El 20 de septiembre de 1995 nació Jean Gabriel, la fuerza que impulsa a Ivelisse. Pero la sombra de la separación siguió persiguiéndola. Le dolió encomendar a su hijo al servicio mientras ella trabajaba en ventas, mas eso no fue nada comparado con tener que emigrar a Estados Unidos en busca de mejor suerte dejando a su pequeño en Santo Domingo. “Lloraba mucho porque cuando llamaba me decían que mi hijo estaba llorando”, recuerda de aquellos tres años que duró en Providence, donde pasó por un salón de belleza, una lavandería y una factoría a fin de levantar su casa en Los Mina. Luchó por su madre y su hijoAl regresar al país desde Estados Unidos, a Ivelisse López le esperaba su prueba más fuerte. Dos meses después de participar en una fiesta de las madres en el Instituto de Oncología y de haber expresado su deseo de ayudar allí como voluntaria, le diagnosticaron cáncer de seno. No contaba con dinero, trabajo ni una pareja que le diera soporte, pero sí con su fe interior y su familia. “Ser madre te ayuda a luchar”, dice esta psicóloga industrial que recuerda cómo algunas veces encontraba a su hijo junto a su cama velando su sueño. También debía luchar por su madre: “Yo sentía que si yo me debilitaba, ella se podía ir primero”. Perdió su seno izquierdo, no así su deseo de seguir. Rebasó el cáncer y una serie de pequeños milagros y varios “ángeles”, como la mujer que fue a donar una prótesis al día siguiente de que ella rogara a Dios por una o la visita de Tania Báez, quien a través de su programa Hola Gente le costeó la reconstrucción del seno, le demostraron que “sí se puede” y “que hay vida después del cáncer”. Ahora es voluntaria, consejera y amiga para otros pacientes. Su sueño es llegar a muchos lugares del país llevando orientación sobre la necesidad de prevenir este mal. Su espíritu inquieto se lo pide. Además, cuando su hijo se independice quiere encontrarse activa. Claro que siempre estará ahí para él. “El único amor que se parece al de Dios es el de una madre”.

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