SABOR Y SABER

La pasta

(1 de 2) Hay controversias sobre el origen de la pasta. Algunos dicen que los árabes fueron los que la inventaron y que la introdujeron en el Mediterráneo. Por otro lado, se le atribuye a los chinos, quienes desde hace miles de años vienen preparando pasta, y se cree que Marco Polo la trajo a Italia. Los árabes la preparan con harina de trigo y los chinos con harina de arroz y de soya. Lo cierto es que los italianos crearon la mayoría de las pastas que conocemos, por eso llegan a Latinoamérica con nombres italianos. Hay pastas dietéticas para cada necesidad, por ejemplo, para los que son alérgicos al gluten del trigo, se prepara con harina o almidón de maíz, arroz u otros cereales. Enfermos de los riñones, reemplazando las proteínas con carbohidratos; para niños pequeños, se hace con harina predigerida; diabéticos, se sustituye el almidón por proteínas; hipertensos, con agua destilada y sin sal; obesos, en vez de almidón, se le ponen sustancias no asimilables, como las fibras. La pasta se prepara mezclando harina de trigo con agua y sal, hasta formar una masa suave y manejable. También se le puede añadir huevo, verduras, hortalizas y suplementos fortificantes con vitaminas, minerales y proteínas. Las pastas no hacen engordar, sino que son ricas en hidratos de carbono en forma de almidón, que son de absorción lenta, por lo que proporcionan la energía necesaria para el buen funcionamiento del organismo, como proteínas (gluten), que sirven como reserva energética, cumplen con funciones importantes, como las de sostén, transporte de sustancias importantes y nos defienden de virus y bacterias.

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