REALIDAD Y FANTASÍA
Emma y las elecciones
Emma se fue para su casita de Nigua como siempre lo hace en vísperas de elecciones. Atrás quedaron los ajetreos de las caravanas y el constante cambio de atuendo de morado a blanco, según la conveniencia. La verdad es que terminó bastante estropeada. Aunque no lo confesó, me di cuenta por la cojera al andar y las unturas de bálsamo en las coyunturas. No quiere admitir que sus años mozos pasaron hace tiempo y que los ajetreos de esa índole hacen mella en su castigado cuerpo. Como siempre, antes de irse preparó comida para varios días. Siempre le asalta el temor de que se arme el lío y de que yo no pueda salir a comprar algo de comer en su ausencia. Los dominicanos no han podido librarse del temor a las asonadas. Tanto en época de huracanes como de elecciones, acuden al supermercado para suplirse de todo lo imaginable, por si acaso. Yo me opuse a la preparación de tanta comida. Ella me miro desafiante, no puede comprender porque yo no quiero ser previsora. Me advirtió de las predicciones del astrólogo y de los rumores que había recogido su amigo el platanero. Finalmente se resignó a llevarse parte de la comida para Nigua, así podría atender a las visitas, las que abundan en estos días de ocio forzado. Emma me advirtió muy seria que no se me ocurriera pasear por la ciudad, después de haber votado, debía quedarme a resguardo y aconsejando a mis hijos que hicieran lo mismo. En realidad, yo no tenia ninguna gana de irme a dar vueltas sin ton ni son. El alevoso crimen de la Francesa nos tenía consternados, además de la inminente amenaza de lluvia. Finalmente consideró que me había advertido lo suficiente y se fue presurosa, yo respiré tranquila, iba a tener la casa para mi sola por todo un fin de semana, ¡ganara quien ganara!