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TRADICIÓN FESTIVA

Mannaken-pis, príncipe de los bruselenses

CADA AÑO SE HACE UN DESFILE EN SU HONOR CON GRANDES FIGURAS DE LA HISTORIA BELGA

Bruselas, Bélgica.- La pequeña estatuilla de Mannaken orinando, bajo un arco de mármol situado en un costado de las esquinas de La Chéne y Etuve, ha congregado, como cada año, a miles de ciudadanos que le rinden pleitesía y le dirigen ruegos para que siga “salvando” a la patria, como dice la leyenda que lo hizo hace cerca de cinco siglos. Grandes muñecos ataviados con uniformes de soldados, bomberos, policías o gendarmes, o con trajes de reyes y reinas, jerarcas religiosos o simplemente trajes típicos de las regiones belgas, figuras entorchadas o de niños agigantados, se van alineando en la plaza central, frente al palacio del gobierno municipal, para emprender un desfile hacia esa especie de altar de la patria en el que está situada la adorada imagen de Mannaken, derramando pipí continuamente en una ancha fuente. Es la celebración cumbre del verano y en las estrechas calles que salen de la plaza se arremolina la gente para ver pasar, uno a uno, los grupos y las bandas musicales que participan en el homenaje, en completo orden. Por lo general, cada grupo va encabezado por un niño con una bandera o un escudo, en gesto de reconocimiento a la legendaria figura infantil que sería objeto de este peculiar y vistoso desfile. GAMA DE COLORES Y VISTOSIDAD Toda la gama de vestimentas del pasado y del presente se hacen patentes en los muñecos de hasta 15 metros de alto, movidos por personas que se suben en zancos, lo que parece indicar que se trata de un homenaje de todo el país, de todas sus clases sociales, a este minúsculo personaje que es Mannaken-pis. Su leyenda tiene un sitial preponderante en la historia de Bélgica, ya que se le atribuye un poder mágico para librar al país de las sucesivas dominaciones de los británicos y de los franceses desde el 1452 (mucho antes del descubrimiento de América). Mannaken-pis es conocido como el ‘primer chamberlain’ La historia de esta estatuilla Mannaken-pis se remonta al año 1452. Era primero de piedra y luego fue fundida en bronce, en 1619. Durante el bombardeo de Bruselas por las tropas del rey Luis XIV, los ciudanos quitaron la estatua de su pedestal y la restablecieron en su sitio cuando se produjo la liberación. Cuentan que, en el siglo ocho, Vindicien, el obispo de Arras, estaba en Bruselas predicando y fue llamado por el gobernador de la región para que intercediera ante Dios y le diera un heredero. Nueve meses después, la mujer del gobernador dio a luz un bebé que lo primero que hizo fue “mear tan alto” que le salpicó la barba al mismo obispo Vindicien, quien falleció luego. Cuando se decidió que había que bautizarlo con otra persona, la madre sugirió que fuera Gudula, que vivía en el castillo de Ham. Pero allí volvió la criatura a repetir su destreza... y la mujer, enojada, lo castigó diciendo a los padres: “Su unico hijo no crecerá más y nunca dejará de hacer pipí”. Otras historiasOtras versiones sobre el niño, que se llamaba Julián, cuentan que fue llevado por su padre el gobernador a la casa de un ermitaño, de barbuda figura y gran estatura, quien reaccionó a las descargas de “pis” transformándolo mágicamente en una estatua de piedra. Pero que el padre, al besar la estatua, cayó en pedazos y el niño recobró la vida. Otra versión indica que en la época de las Cruzadas, las guerras religiosas, el conde de Hove, su esposa y su hijo Godofredo estaban en la casa cuando llegaron las tropas que combatían. El padre decidió que el hijo fuera al día siguiente a buscar al resto de las tropas, a las que inconteniblemene orinaba, lo que se consideró una afrenta. El padre, para resarcir la vergüenza, ordenó hacer una estatua de expiación. Otra historia dice que Julián vio las tropas enemigas atacando la ciudad y se le ocurrió abrir un agujero en el pie de las murallas y desde allí orinó la mecha encendida sobre una montaña de pólvora y evitó la gran explosión que hubiera significado la apertura de un boquete por donde pudieran entrar los atacantes a la ciudad. Pero la más plausible es la de que Julián, heredero del poder de Godofredo III, iba a ser muerto en la cuna por sus dos hermanos. La madre pidió ayuda al conde de Flandes mientras las tropas reclamaban que se hiciera presente en el campo de batalla el duque heredero, y este fue llevado en su propia cuna colgado de las ramas de un roble hasta Ransbeek, y desde allí, con el solo inlujo de su mirada, prácticamente paralizó y luego alejó al ejército enemigo, y por eso, para conmemorar la victoria, se erigió esta fuente en Bruselas, donde año tras año se produce este desfile de homenaje. En la guerra del 1745, los ingleses se llevaron la estatua de Mannaken-pis a Grammont. Los residentes allí la robaron y, cuando los ingleses se fueron del país, la llevaron a Bruselas y la reinstalaron en la plaza principal. Caballero de la orden de San Luis Pocos años después, en 1747, siendo Luis 14 el rey de Francia, los bruselenses soportaban con mucha dificultad la dominación francesa y entendían que sus costumbres y sus héroes eran irrespetados. Un día, un grupo tomó la estatuilla, pero se sintieron avergonzados y la dejaron en la puerta de una taberna, desde donde fue llevada otra vez al pedestal. Allí un francés insultó la figura y esto por poco genera una guerra abierta. El rey, para subsanar la ofensa, hizo confeccionar un traje con sombrero de plumas y espada y le confirió el grado de nobleza de Caballero de la famosa orden de San Luis, lo que obligaba a las tropas a hacerle el saludo militar. Desde su pedestal, Mannaken-pis derrama agua, que la consideran un néctar divino, pero no siempre bota agua. Antes, en los días de fiesta, o cuando un soberano entraba en Bruselas, Mannaken-pis lanzaba hidromiel o vino para el deleite de la gente, que se arremolinaba con ollas, botellas o cualquier otra vasija a servirse del flujo encantador. Pero ahora es agua y no pis... En invierno, el agua se congela, pero aún así no deja de ser impresionante ver la fuente convertida en una capa de hielo. En verano, la época en que presenciamos el desfile, Mannaken-pis, como todo buen originario de Baviera, derrama cerveza Lambic, la más famosa de Bruselas. Mannaken-pis, el príncipe adorado de los bruselenses, honrado por Napoleón con el título de primer chamberlain, cuenta con alrededor de 800 trajes que viste indistintamente en días feriados. Como quiera, sigue siendo el mismo Julián, el salvador, tan pequeño como ha sido desde 1400 y “meando tan alto” como siempre.

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