AVENTURA

Pirámides de Teotihuacán, la casa del Sol y la Luna

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ARLENE REYES SÁNCHEZSanto Domingo

MÉXICO.- Según cuenta la leyenda, los primeros habitantes de Teotihuacán “se quedaron quietos sobre la Tierra; después decidieron morir para dar de esa manera la vida al Sol y la Luna”.De acuerdo con este mito, nacieron las famosas Pirámides de Teotihuacán, ubicadas a unos 40 kilómetros al noreste de México D.F., la capital. Por eso dicen que no es posible visitar a México sin emprender un viaje por las pirámides de Teotihuacán. La aventura comienza desde que se pisa tierra teotihuacana. Allí se hace conexión con la fuerza espiritual de creencias antiguas, y se respira un ambiente de entusiasmo contagioso, al ir observando un paisaje natural cargado de creaciones artísticas antiquísimas. En este espacio geográfico se han encontrado reliquias de habitantes de origen teotihuacano, las cuales se exponen en un museo histórico que engalana la ciudad Teotihuacanesca. Historiadores indican que fue a inicios del siglo XIX cuando se procedió a la restauración de los monumentos más sobresalientes de la ciudad: los basamentos hoy conocidos como Pirámide del Sol y Luna, localizadas en las inmediaciones de la Calzada de los Muertos, llamada así por investigadores de principios del siglo XX. Por eso al llegar a la cima de dicha zona arqueológica es posible subir a las dos pirámides mayores, la del Sol y la de la Luna, en las que al llegar el visitante pide “un deseo”, y “los dioses trabajan esa misión”. Realmente toda la zona está preparada para la comodidad del visitante, ya que cuenta con cafeterías y tiendas de artesanías, en las que se visualizan prendas de piedras preciosas, propias del espacio natural. Las piedras preciosas y artículos artesanales que se exhiben en el museo de estas pirámides, originalmente eran elaboradas con piezas originales, propias de la zona. Entre las joyas se visualizan el zafiro, la piedra rosada, denominada como la luz del amor, la piedra azul que refleja la paz del mundo, según informes revelados por personajes que deambulan por el lugar. Tal vez nadie se explica cómo la voluntad del hombre antiguo pudo contribuir a la realización de obras artísticas como éstas. No obstante, desde la entrada a este paradisíaco lugar se percibe cómo la fortaleza interior puede hacer grandes maravillas. En algún momento un hacha virginal dio un feroz impacto para moldear las rocas y sacar de ellas diseños envidiados por cualquier arquitecto de nuestra época. Especialistas afirman que es el día 21 de marzo de cada año en que la pirámide tiene su mayor apogeo, ya que muchos de sus visitantes aprovechan el amanecer para ver el sol a plenitud y el atardecer para ver salir la luna en su máximo esplendor. El desafío de creer con fe es, sin duda, la esperanza de la población mexicana.

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