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El bienestar emocional en tiempos de post pandemia

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Zoilo Emilio García B.Santo Domingo, RD

En la actualidad aun seguimos lidiando con las secuelas de la pandemia, específicamente con las de la salud mental. Según la Organización Mundial de la Salud, el impacto de la pandemia no se restringe solo a la salud física. Esta pandemia ha generado un aumento significativo en los niveles de estrés crónico y en el desarrollo de desórdenes emocionales. Tal como indica la OMS la amenaza del COVID-19 y el confinamiento aún están causando un fuerte impacto psicológico debido a diferentes factores, entre los que se destacan el aislamiento, el distanciamiento físico, el cierre de escuelas y lugares de trabajo. Estos factores pueden generar emociones tales como estrés, ansiedad, ira, miedo o soledad. La dificultad para regular estos estados emocionales puede llevar a que estas emociones normales adquieran una frecuencia e intensidad que afecte nuestro bienestar, nuestras relaciones y nuestra funcionalidad (la forma en que trabajamos o estudiamos, por ejemplo).

En el laboratorio Emociones, Salud y Ciberpsicologia de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, dirigido por los Dres. Zoilo Emilio García Batista y Kiero Guerra Peña, se han desarrollado diversos estudios científicos con el objetivo de analizar el impacto de la pandemia por COVID-19 sobre la salud mental de la población de dominicanos.

Uno de ellos en función de analizar: 1) Síntomas de ansiedad, 2) Síntomas de depresión, 3) Síntomas de Pánico, 4) Variaciones según variables sociodemográficas (género y edad), y 5) factores protectivos. Cabe destacar que este estudio se realizó de forma conjunta en España con los investigadores Antonio Cano Vindel y Roger Muñoz, y en Argentina por Leonardo Medrano y Luciana Moretti. Es importante destacar que más de 1,600 dominicanos participaron de este estudio (0.03% de error muestral), lo que nos permitió generalizar los resultados a la población dominicana.

Entre los resultados preliminares del estudio se observa:

· Durante la pandemia el 38.7% de los dominicanos (prácticamente 4 de cada 10) experimentaron ataques de ansiedad, de los cuales el 75.8% nunca había experimentado un ataque.

· Aproximadamente 20% de los dominicanos experimento síntomas típicos de la depresión la mayor parte de los días, como por ejemplo, poco interés o alegría por hacer las cosas (20.3%), y sensación de estar decaído, deprimido o desesperanzado (19.6%).

· Aproximadamente el 4% de la población dominicana presenta ideaciones suicidas.

· El 31% de los dominicanos la mayor parte de los días de la semana se siente preocupado de que pueda ocurrir algo terrible. Asimismo, el 25% presenta cada vez más dificultades para relajarse, el 27% se siente ansioso, preocupado o con miedo la mayor parte de los días y el 29.9% presentan preocupaciones recurrentes.

· Las mujeres presentaban más síntomas de ansiedad, depresión y pánico que los hombres.

· Los jóvenes menores de 23 años son quienes mostraron de forma sistemática mayores niveles de ansiedad, depresión y ataques de pánico

· Las personas con tendencia a catastrofizar, rumiar, autoinculparse o culpar a otros, presentan mayores niveles de depresión, ansiedad y ataques de pánico

· Factores demográficos como baja escolaridad, menores ingresos económicos son factores relacionados a una mayor sintomatología ansiosa, depresiva y referentes a ataques de pánico.

A estas sintomatologías se agrega el incremento de la agresividad la cual viene detonada por diferentes factores asociados a la pasada pandemia, entre ellos:

Condición económica, abarcando la pobreza, el desempleo, la escasez de oportunidades. Ya, el Banco Mundial planteo en su informe de Desarrollo 2022 que la pandemia dio lugar a la mayor crisis económica mundial en más de 100?años. Reduciéndose a partir del 2020 en el 90?% de los países, la economía mundial se contrajo alrededor de un 3?% y la pobreza aumentó en todo el mundo por primera vez en una generación.

Dieta y el comportamiento agresivo, la ingestión de los suplementos nutricionales necesarios disminuye los actos violentos. Mientras que la ingesta de alimentos con altos contenido de azúcar carbohidratos (confitería) y bebidas carbonatadas tiene el efecto contrario. Durante la crisis de COVID-19, se produjo un aumento del consumo de bebidas azucaradas (35%), snacks y dulces (32%), y comida rápida y productos precocinados (29%); y una disminución del consumo de frutas y verduras (33%) y agua (12%), afirma Unicef.

Hipernacionalismo, racismo, fervor religioso, entre otros aspectos que presenten normativas radicales. Esto lo pudimos seguir en los discursos de odio, dirigidos a las minorías y a los refugiados e inmigrantes culpándoles sin fundamento de la propagación del coronavirus, han aumentado las tendencias xenófobas, racistas e intolerantes en muchos países.

Contenido violento desde múltiples fuentes, tales como: la música, televisión, video juegos, entre otras. La exposición a la violencia conduce a la desensibilización de dichos actos, a su vez incrementando la conducta agresiva en las personas.

De manera general, las causas de la violencia se consideran multifactoriales puesto que se componen de diversos elementos que inciden en su manifestación. Más allá de los mencionados, se consideran: intoxicación por el consumo de alcohol, bajo autocontrol, la búsqueda de emociones, vecindarios desorganizados, inestabilidad familiar, bajo coeficiente intelectual, entre otros.

La experiencia de la cuarentena ha sido negativa, los resultados de este estudio sugieren que estamos viviendo las consecuencias a largo plazo si no se efectúan las acciones necesarias. Esto representa un reto para los centros y servicios de salud mental de nuestro país, que han tenido que adaptarse a la nueva realidad, afrontando una demanda creciente con recursos menguados.

La falta de recursos financieros y humanos, deficiencias en la protección de los derechos de salud, la falta de atención a la salud mental y la poca participación de la sociedad civil, entre otras, representan las principales limitaciones. De igual forma, la escasez de establecimientos con personal debidamente entrenado para abordar los trastornos mentales, la baja importancia brindada por los profesionales de la salud al aspecto psicológico del individuo, los estigmas sociales ante las enfermedades mentales, así como la baja comprensión de la relevancia del trabajo en equipo y la atención escalonada que se requiere para el buen tratamiento de trastornos mentales, son puntos importantes que perjudican la atención de la salud mental en la nación.

El autor es Doctor en Cognición, Emoción y Estrés Director de Investigación e innovación en PUCMM.

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