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Taiwán, territorio sagrado de China

Taiwán es para China como si fuera la Isla Saona para la Reública Dominicana. Taiwán es territorio sagrado de China, lo que es un hecho indiscutible.

Las más tempranas labranzas de los chinos en la isla Taiwán se remontan a más de mil años atrás, y los primeros registros sobre Taiwán en los archivos documentales de China fueron en el año 230. A mediados del siglo XII, Taiwán ya estaba bajo la jurisdicción administrativa del gobierno central chino de diferentes dinastías consecutivas. En 1684, el gobierno de la dinastía Qing estableció la prefectura de Taiwán, que se convirtió en una provincia en 1885, la vigésima provincia de China en aquel entonces. En 1894, Japón inició la Primera Guerra Sino-Japonesa. El gobierno de la dinastía Qing perdió la guerra y se vio obligado a ceder Taiwán a Japón. Desde entonces, la lucha heroica e indomable del pueblo chino de ambos lados del Estrecho de Taiwán contra la ocupación japonesa no cesaba.

La Declaración de El Cairo y la Proclamación de Potsdam acordadas durante la Segunda Guerra Mundial señalaban que todos los territorios que Japón robó a los chinos debía devolverse a China. En septiembre de 1945, Japón firmó el instrumento de rendición, en el que se comprometía a cumplir fielmente con las obligaciones establecidas en la Proclamación de Potsdam. Desde entonces, Taiwán y las islas Penghu retornaron oficialmente en el territorio chino y bajo la soberanía china.

Sin embargo, como resultado de la guerra civil en China a fines de la década de 1940 y la interferencia de fuerzas externas, los dos lados del Estrecho de Taiwán han caído en un estado de antagonismo político prolongado. Pero la soberanía y el territorio de China nunca se han dividido, y el estatus de Taiwán como parte del territorio de China nunca ha cambiado.

En octubre de 1971, el 26º Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución No. 2758 que restauró todos los derechos legales de la República Popular China en las Naciones Unidas y reconoció al gobierno de la República Popular China como el único gobierno legítimo que representa a toda China. Dicha resolución es un documento político que encarna el principio de Una Sola China. Hasta la fecha, tenemos establecidas, sobre la base de dicho principio, relaciones diplomáticas con 181 países incluyendo a la Reública Dominicana. El principio de Una Sola China es un consenso universal de la comunidad internacional y una norma básica en las relaciones internacionales.

El Comunicado Conjunto China-EE.UU. sobre el Establecimiento de Relaciones Diplomáticas, publicado en diciembre de 1978, establece: “El Gobierno de EE.UU. reconoce la posición china de que solo hay una sola China y Taiwán es parte de China”. También establece: “EE.UU. reconoce al Gobierno de la República Popular China como el único Gobierno legítimo de China. Dentro de este contexto, el pueblo estadounidense mantendrá relaciones culturales, comerciales y otras relaciones no oficiales con el pueblo de Taiwán”.

Los poderes, sean ejecutivo, legislativo o judicial, forman parte del gobierno estadounidense, por lo que han de acatar estrictamente a la política exterior reconocida y comprometida por el gobierno de EE.UU. Sin embargo, hace unos días, la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi visitó la región Taiwán de China, ignorando la fuerte oposición y las serias gestiones de la parte china. Dicha visita que pasaba por alto los compromisos hechos por la misma parte estadounidense, ha sido una grave provocación política en señal de escalar los niveles de los intercambios oficiales de EE.UU. con Taiwán, infrigiendo gravemente la soberanía y los asuntos internos de China, violando gravemente los compromisos hechos por la parte estadounidense, y socavando seriamente la paz y la estabilidad del Estrecho de Taiwán.

Razón por todo arriba mencionado, es de legítimo derecho que China haga su respuesta rotunda para defender resueltamente la soberanía nacional y la integridad territorial. Todas las consecuencias derivadas de esto han de ser soportadas por EE.UU. y las fuerzas secesionistas por la “independencia de Taiwán”.

Los imprescindibles principios de respeto por la soberanía nacional y la integridad territorial y la no intervención en los asuntos internos de otros países estipulados en la Carta de las Naciones Unidas componen la piedra angular del derecho internacional moderno y las relaciones internacionales. La cuestión de Taiwán es puramente asunto interno de China, a lo que ningún otro país tiene derecho a interferir. Cabe preguntar, ¿Cómo reaccionaría EE.UU. si terceros países se obsesionen en dar leña a unas cuántas fuerzas independentistas en Puerto Rico o Texas? La parte china que despliega su maniobra militar en las aguas cercanas a la isla de Taiwán, su propio territorio, cumple tanto con nuestro derecho interno como el derecho y las normas internacionales, además de ser una acción necesaria y legítima para salvaguardar la soberanía nacional y la integridad territorial. Es también el uso de la “tarjeta roja” para parar las provocaciones, con el fin de mantener la estabilidad regional y la paz de ambos lados del estrecho de Taiwán. Nuestra actuación es esencialmente diferente de un centenar de maniobras militares que se realizan cada año EE. UU. y sus aliados en las aguas cercanas a China para mostrar músculo y propiciar tensiones.

El gobierno dominicano, desde el día de establecimiento de relaciones diplomáticas con nuestro país, siempre se ha atendido al principio de Una Sola China, lo que valoramos altamente. China y la Reública Dominicana tenemos una trayectoria de desarrollo similar y compartimos el mismo recuerdo de dolor de las agresiones extranjeras.

En la década de los años 60 del siglo pasado, ante la invasión estadounidense a la Reública Dominicana, el Presidente Mao Zedong llamaba a todo el pueblo chino a la manifestación en solidaridad con el pueblo dominicano. Inmediatamente después de la visita de Nancy Pelosi a Taiwan, hemos recibido numerosos mensajes de apoyo de los amigos de diferentes sectores sociales dominicanos, de los cuales quedamos profundamente agradecidos. Esperamos que el gobierno dominicano y todos los sectores de la sociedad dominicana continúen abrazando el principio de Una Sola China y abogando por la justicia internacional, y vociferen con un “no” a todas aquellas actuaciones de injerencia en los asuntos internos y de violación contra la soberanía de otros países.

El autor es embajador de China en República Dominicana.

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