Enfoque
El presidente Abinader al filo del tercer año
Esta es una administración divergente en donde cada funcionario tiene su propia agenda al margen de la política pública del Estado del que son parte y por ese motivo se boicotean frecuentemente cada uno buscando notoriedad
El mundo, tras la pandemia seguido de los efectos económicos de la invasión rusa a Ucrania, está patas arriba en términos económicos y las derivaciones de los efectos, aún no superados de ambas crisis, añaden distorsiones a los países afectando la vida de las personas. Huelgas de pilotos en Europa, viruela del mono y la caldera caliente entre China y Estados Unidos por Taiwan, son solo algunos ejemplos. Por ello pensar que esos vientos no toquen nuestro país es ser ilusos: Pero, somos, en ese teatro internacional, casi milagrosamente un oasis macroeconómico.
La mesa de la familia, sin embargo, no se alimenta con índices y la factura eléctrica, el transporte y la carestía de los alimentos han alimentado una inflación inusualmente alta de casi dos dígitos para este año; los aumentos en las tasas de interés, necesarios, afectarán a los clientes que tomaron préstamos para carros y otros bienes muebles e inmuebles, al aumentar las cuotas y las ferias –de autos y viviendas- no venderán tan fácil en lo adelante, por igual efecto que adicionalmente afecta al resto de los productos.
En este ambiente negativo para las finanzas familiares se ha visto afectado el clima de tranquilidad que caracteriza a esta sociedad en conflicto, como todo núcleo moderno; según el ministro de Interior, el 67% de los conflictos son de convivencia ciudadana, empero, la violencia vial, la delincuencia barrial y, los asaltos en zonas antes ajenas a ellos, se han incrementado, incluyendo asesinatos sonados, como el de la odontóloga Lidya Amell –mi amiga– y, sobre todo, una notoria paranoia en las comunicaciones que nos ha convertido en una república con más aparatos celulares que ciudadanos, dos por cada adulto.
Desde el presidente de la República hasta los mensajeros, están o se sienten, intervenidos ilícitamente en su derecho a la intimidad y a la comunicación. Lo peor de todo es, que esa falta grave la comete el mismo Estado.
Los supuestos actos de corrupción que generaron grandes titulares –viejos y recientes– algunos desestimados por la Justicia, han pasado a las últimas líneas de las encuestas en el interés de la gente, aunque por la falta de aplicación de la ley de delitos electrónicos, son la principal fuente de chantaje y de denuncias irresponsables a través de las redes cada día.
No hay dudas de que el Estado de derecho ha retrocedido y, sólo la visión y firmeza de la procuradora General, Miriam Germán, podría retornarlo, de ahí que quizás las designaciones más importantes hayan sido las dos más simples, dos procuradores generales adjuntos que son los únicos recomendados por ella.
Al cumplirse dos años de gobierno es normal que Luis Abinader, haya hecho algunos cambios que, debe continuar; salvo el affaire de las ministras de la Juventud y la renuncia del anterior ministro de Salud Pública en medio de la pandemia, no hubo cambios importantes hasta la sustitución, por su asesinato, del ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge que supuso un cambio en el ministerio de Economía, ambos, intrascendentes.
El pasado mes la acción de la Procuraduría General forzó la licencia del ministro de la Presidencia, hecho que constituyó un golpe fuerte al Palacio Nacional y, esta semana pasada el Presidente introdujo cambios en el ministerio de Educación removiendo a su titular, su mejor armador político y héroe del año escolar de la pandemia, afectado de una campaña mediática que no atendió a tiempo, alimentada por gente de la sociedad civil con intereses afectados y de su propio partido: este fue otro golpe al Presidente, en este caso, a cargo de su propia gente. También el armador de Hipólito salió de Bienes Nacionales y el CEA a Puerto Rico… puede ser que esos dos cambios sean el inicio de la organización del comando de campaña de la reelección.
Esta es una administración divergente en donde cada funcionario tiene su propia agenda al margen de la política pública del Estado del que son parte y por ese motivo se boicotean frecuentemente cada uno –en la mayoría de los casos– buscando notoriedad personal al margen del interés general que representa el Presidente, único que ha sido elegido. Eso en el tercer año, es fatal porque ya las promesas no se aceptan y las críticas al pasado, caen mal, se ven como pretextos del fracaso.
A iniciarse esta etapa la gente –impropiamente – no presta atención a los USD$ 14,450 millones en reservas internacionales que garantizan en tiempo de crisis las compras del país por seis meses y en consecuencia la estabilidad cambiaria, ni tampoco el excelente desempeño del Banco de Reservas, que como banco comercial aunque del Estado, no tiene efecto reflejo en la vida diaria de los ciudadanos.
La gente ve los desatinos del ministro de Energía y todo el sector eléctrico, la gente ve y pega el grito al cielo, por los aumentos de sueldos de los funcionarios, desliz que esta semana pasada aprovechó para criticar, con acierto, el líder opositor, Leonel Fernández.
Por suerte, aunque según muchos cara, hay comida, de origen agrícola y pecuario, la crisis del sector Salud no está fuera de los parámetros y, las obras públicas demandadas por los diversos sectores, usualmente se atienden con poco dinero y, dinero, al Gobierno no le ha faltado, de hecho una de sus debilidades es la baja ejecución presupuestaria, es decir: hay dinero y no lo alcanzan a gastar en lo previsto, en muchas de las ocasiones por la Dirección de Compras y Contrataciones, un peso muerto de esta administración.
Esta etapa es de concreción de proyectos, de resultados y de políticas públicas tendentes a posibilitar un nuevo periodo que, a Abinader, si el PLD y la FP marchan separadas, no se lo evita nadie.
Pero, tampoco le “depinta” nadie que si las garantías del debido proceso, la condena previa y la presunción de inocencia siguen prevaleciendo, injusta e ilícitamente, Danilo y Leonel, formen un frente muy difícil de vencer.
Las designaciones hechas recientemente no son buenas ni malas, son inocuas, responden al momento y a la lucha de intereses de los grupos – partidarios y empresariales - que conforman esta Administración, ninguno tiene efecto político, ni envía mensaje alguno de cara a las elecciones, algo que siendo un acierto hoy, puede ser un error en unos meses porque la mayor debilidad del gobierno está en su comunicación: una Administración que responde a la naturaleza de una “democracia de audiencia” a través de la red y del twiter del Ejecutivo está amenazada siempre por la veleidad de la red alimentada todo el día por denuncias alegres y cuanto más espectacular…más likes, pues más daño hace: la mayoría de las denuncias no soportan el análisis más sencillo, pero condenan como si fueran ciertas.