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Política

Balaguer, el esoterismo y Sócrates Hernández

Creencias: Balaguer, estiró la mano y alcanzó la carta que se encontraba en la mesita donde colocaba su sombrero, el cual representaba para él un símbolo y un misterio a la vez.

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Cándido GerónSanto Domingo, RD

El 16 de febrero del año 2002 mientras me visitaba mi amigo Sócrates Hernández García, recibí la atenta llamada telefónica del general Pérez Bello, en la cual me informaba que el expresidente Balaguer deseaba verme.

Le respondí qué día y hora y él me respondió que cuando quien suscribe, dispusiera de tiempo. Acto seguido, le dije al general Pérez Bello, yo siempre estoy a la disposición del poeta Balaguer, sin importar días y horas.

Al expresarme de esta manera, el general Pérez Bello me dijo que si podría ser en la mañana de ese mismo día y entonces le respondí que en menos de una hora estaría allí. Gracias, como siempre lo estaremos esperando, dijo con su acostumbrado tono pausado.

Hernández García, al escuchar la conversación vía telefónica me dijo: «Cándido, yo siempre he querido conocer a Balaguer personalmente». Momento que aproveché para pedirle que me acompañara para que tuviera ese privilegio.

Al llegar a la residencia del expresidente Joaquín Balaguer, le manifesté al general Pérez Bello que Sócrates Hernández García, era un amigo muy estimado por mi persona y que se encontraba en mi residencia y al momento de sonar el teléfono y escuchar la conversación me expresó su inmenso deseo de conocer personalmente a Balaguer, por lo que he abusado de su confianza con tal de que él materialice su aspiración. El general Pérez Bello, me expresó: don Cándido, no es ninguna molestia, basta que haya venido acompañado de usted y acto seguido añadió, el Presidente lo espera. Mientras subíamos las escaleras en compañía del general Pérez Bello, noté cierto nerviosismo en Sócrates, comprendía su aprehensión porque esa reacción la observé muchas veces en funcionarios, empresarios y dirigentes políticos en el antedespacho presidencial, a la espera de tener la suerte de ver a Balaguer.

Al llegar a la segunda planta y entrar al amplio salón y luego de los atentos saludos aproveché la ocasión en el momento en que le presentaba a Sócrates Hernández, el doctor Balaguer me expresó que la urgencia de verme tenía por objeto, entregarme una misiva con tal de que se la entregara una vez llegara a México, en calidad de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del país en la nación azteca, al reconocido académico y escritor José Luis Martínez, de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y estudioso profundo de Pedro Henríquez Ureña.

El doctor Balaguer, estiró la mano y alcanzó la carta que se encontraba en la mesita donde colocaba su sombrero, el cual representaba para él un símbolo y un misterio a la vez, porque nunca se lo llevaba a la cabeza, siempre en las campañas e inauguraciones lo llevaba lo sostenía del pecho. Cada sombrero de Balaguer, estaba ensalmado.

Al entregarme la carta, me narró emotivamente que había conocido a José Luis Martínez, por mediación de Rafael Benítez, brillante escritor y diplomático quien fuera director del suplemento «Vanidades », donde Balaguer llegó a publicar tres artículos y posteriormente embajador de México en la República Dominicana.

Si logra conocerlo personalmente, por favor, démele un caluroso saludo, me expresó. Así será, poeta Balaguer, me encargaré de entregársela personalmente, le respondí.

Hubo un momento en que Sócrates Hernández le preguntó al poeta Balaguer de si conocía a Joaquín Trincado.

Hasta donde sé, dijo Balaguer, es un gran pensador espiritista de nacionalidad argentino. Sus estudios están concentrados en el esoterismo.

Balaguer hizo una pausa, que Sócrates Hernández aprovechó para preguntarle que si él creía en el esoterismo.

Balaguer, sin perder tiempo, le respondió: «Quien no está resguardado espiritualmente corre el riesgo de ser atacado por los demonios». Terminada la frase, Balaguer, sonrió de manera sardónica: je, je, je…

Entonces entraron en una interesante conversación sobre metafísica, esoterismo y otros dogmas religiosos.

Hubo un momento en que Balaguer le expresó a Sócrates Hernández que él no creía en Dios, pero sí, en la Virgen de la Altagracia, a quien veneraba. En un acto que nos dejó estupefactos, le dijo a Sócrates, yo siempre llevo consigo su imagen en la solapa de mis chaquetas.

Para quien esto escribe, el conversatorio entre Balaguer y Sócrates Hernández ha sido uno de los más fascinantes de todos los que había escuchado de amigos que llevé a donde Balaguer.

Días antes de partir hacia México, Balaguer tuvo problemas intestinales, fue internado en la Clínica Abreu, donde falleció, lo que imposibilitó mi partida pues, me quedé para asistir a las exequias pues, en verdad, lo admiraba mucho y le agradezco la deferencia que tuvo con mi persona que siendo muy joven y venir de un extracto social humilde me designó Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del país en la República de Francia y, al mismo tiempo, Delegado Permanente ante la Unesco.

Un mes después de llegar a México, le entregué personalmente la carta al escritor y académico José Luis Martínez, quien lamentó la sensible pérdida de Balaguer, a quien consideró uno de los eruditos más importantes de las letras hispánicas.

Me contó con honda tristeza el día en que el consagrado escritor y diplomático Fernando Benítez, le presentó a Balaguer y a partir de ese momento establecieron una amistad que perduraría en el tiempo. Al abrir la correspondencia, la leyó detenidamente y quien suscribe observaba como en la medida en que leía el texto, movía la cabeza en señal de aprobación. Al término de la misma, me dijo, este es uno de los trabajos más significativos sobre la personalidad y erudición de Pedro Henríquez Ureña.

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