Los carpinteros de la democracia
Recuerdo a Juan Esteban Olivero Féliz como delegado del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) ante la JCE, con su estampa de tribuno capaz de encender con sus dotes oratorias un gran incendio en la plenaria; y, además, con la sagacidad para sortear, eficazmente, al filo de la medianoche, la ausencia física del documento de aceptación de candidatura firmado por el doctor Joaquín Balaguer, y depositar—para salir del paso—todos los papeles que tenía en el maletín por secretaría y al mismo tiempo, pedir un plazo adicional para depositar “otros” documentos, lo cual le permitió romper el impase creado por la expiración del plazo de inscripción.
Recuerdo también, a su digna contraparte, la doctora Sofía Leonor Sánchez Baret, delegada ante el órgano electoral por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD). De ella se podría parafrasear el “Elogio de la Mujer Fuerte”, que aparece en el libro de los Proverbios 31-10: “Una mujer fuerte, ¿quién la encontrará? Vale mucho más que las perlas.” Recia, serena y firme; de palabra precisa y cortante como un escalpelo. Llegó a ser la voz combativa de los reclamos electorales del partido blanco.
Por supuesto que recuerdo, a Reinaldo Pared Pérez, ¿cómo olvidarlo?, Reinaldo adviene a delegado por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), por una parte, con la esencia moral del Profesor Bosch, y por otra parte, la horma jurídica de la impecable abogacía del doctor Ramón Tapia Espinal. Su conocimiento legal estuvo robustecido por la certeza del sentido práctico de una hermenéutica aderezada con sensatez. Su muerte a destiempo deja un vacío en el mundo político dominicano.
El artículo 150 de la Ley Electoral núm. 15-19, dispone que: “Todo partido político reconocido que haya declarado su propósito de concurrir a una elección y de presentar candidaturas podrá acreditar un delegado, con el sustituto correspondiente, ante cada junta electoral, por cada nivel de elección.”
Los delegados de los partidos políticos ante el órgano de elecciones son: los carpinteros de la democracia, porque coadyuvan con la junta en la organización de las elecciones. Y en su mandato partidario dejan sentir la sumatoria plural del criterio y el obrar de los partidos políticos.
Corresponde a los delegados(as) de los partidos políticos, entre otras atribuciones, (Art. 153 de la Ley Electoral) la representación de los partidos que les hayan designado ante los respectivos organismos electorales. Toda comunicación, petición, reclamación, protesta, impugnación o recurso, podrán ser presentados por mediación de dichos delegados.
Los partidos políticos tienen prácticamente el monopolio de la propuesta de las candidaturas en los distintos niveles a los cargos de elección popular, lo cual los hace imprescindibles para el ejercicio de los Derechos Fundamentales de elegir y ser elegibles.
Estos derechos políticos aparecen en el Pacto de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas (Art. 25), en la Convención Americana de Derechos Humanos (Art. 23) y por supuesto, en la Constitución dominicana de 2015 (Art. 22). Sin estos derechos la democracia es una pantomima.
¡Sin boleta no hay elecciones! La propuesta de candidatos está en la papeleta electoral la cual contiene el resultado de procesos internos de elección partidaria: primarias, convenciones, asambleas de dirigentes, de delegados, encuestas… Armar una boleta para las elecciones es una obra que en sí misma resume: fragor, lágrimas, cuotas, conveniencias, derechos, justicia e injusticias. Los ebanistas de esta proeza de cepillar y clavar las tablas de esa estructura, que es la lista de candidatos para unas elecciones, son los delegados de los partidos.
A Olivero Féliz, por el partido del gallo colorado, le sustituyó en la junta el ex canciller doctor Víctor Gómez Bergés, prominente hombre público, quien a su vez acumulaba de sobra el talento político de una figura ya curtida como el que más en la política: diplomático, orador, escritor, había ocupado las carteras de Interior y Policía, Educación y Finanzas, así como Embajador ante la Santa Sede, entre otros muchos cargos.
A Henry Mejía, que llegaría con los años a ser miembro titular de la JCE, lo recuerdo raudo y eficaz como delegado del PRD, batallando con las novedades del padrón fotográfico a color, la nueva cédula de identidad y electoral, y el voto preferencial, al momento en que esa organización política, era presidida por el licenciado Hatuey Decamps.
El caso del doctor César Pina Toribio merece una mención aparte: caballeroso, pacífico y reciedumbre de personalidad. Tenía a flor de labios la opinión determinante sobre los asuntos en los que intervenía. Su palabra era seguida, casi con veneración, por sus colegas en las audiencias. Jurista, profesor universitario, procurador y consultor jurídico paradigmático. Respetuoso, pero firme… inconmovible diría yo. Buen amigo y cordial con sus adversarios, aunque no fueran del PLD.
La figura de Tácito Perdomo, que con los años llegaría a ser el decano de los delegados políticos ante la JCE, es el resultado de una larga carrera en los asuntos electorales, que comenzó en diciembre de 1962, sustituye al doctor Gómez Bergés en el 2006, cuando éste pasó a candidato a senador. Su talento matemático, inteligencia y firmeza, le han llevado a ser durante todos estos años una especie de gladiador en los lances y luchas de este mundo. Respetado y reformista… a veces temido. De corazón generoso y veraz.
Ser prudente y contender, es casi como ser, a recomendación de Jesús: “Manso como una paloma y astuto con una serpiente.” A nadie le están pidiendo que no tenga en cuenta que hay que: “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Mucho menos olvidar, que la política al igual que la milicia es guerra… y nos recuerda el apóstol Pablo que la vida es milicia.
Conocí a Orlando Jorge Mera como profesor de “Introducción al Estudio del Derecho”, en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, había sido yo profesor de Derecho Penal, de su hermana Dilia Leticia, siendo ella una de las alumnas más destacadas de la clase.
Ya era una leyenda en sí mismo por su bien ganada fama entre los profesores como destacado alumno de la PUCMM, y por sus dotes como promesa del derecho e hijo del doctor Salvador Jorge Blanco, de quien a su vez habíamos sido discípulo en las asignaturas: “Sociedades Comerciales” y “Procedimiento Criminal”, en el recinto de la entonces UCMM, en Santiago de los Caballeros, (1976).
Su dominio de los fundamentos del Derecho le hacían discurrir con una particular solidez en el ejercicio de la abogacía, en cuya práctica se destacó notablemente. Independientemente de sus muchas dotes como jurista y político, deseamos destacar algunas de nuestras últimas experiencias con Orlando.
Su paso como delegado del PRM por la Junta Central Electoral, deja un hálito de nobleza, inteligencia y prudencia, poco común en un ambiente marcado muchas veces por el discurso ácido y poco generoso.
Sin dejar de cumplir de manera exigente y tenaz sus obligaciones partidarias, debo reconocer que tanto en público como en privado tuvimos de él una colaboración práctica y esclarecida. Se comportó siempre como un hombre institucional.
En unas notas sobre la abogacía escritas por Abraham Lincoln, destaca el expresidente americano, que independientemente del talento y dominio de la ley, la condición más apreciada en un abogado es la “diligencia”, es decir, el cumplimiento oportuno y a pie juntillas de los plazos, escritos y presentación de los argumentos de la defensa del caso en cuestión.
Diligencia es argüir a tiempo y a destiempo. Y al decir de Santa Teresa de Jesús, en “Las Moradas”, una “determinada determinación”, que ubica el propósito y lo cumple a pesar de todos los obstáculos.
Finalmente, este homenaje, a nuestro admirado Orlando, lo hago reconociendo además, su tenacidad para que en las últimas elecciones se implementaran exitosamente tres figuras que resultaron decisivas y que pasarán a la historia: a) los veedores ante la Direcciones de Informática y Elecciones, b) los observadores del escrutinio en las mesas electorales y, c) los observadores de la transmisión de resultados desde los recintos.
Hermano querido, ¡Descansa en Paz!