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Consejos para escribir artículos de opinión

El artículo de opinión deb ser enriquecido con un lenguaje pulcro, sin odios, reordimientos ni renots. Debe ser como un velero en mar en calma rumbo a su destino.

Es muy recomenda­ble para quienes deseen dominar la escritura de ar­tículos de opinión fijarse en los grandes maestros, leerlos, estudiarlos y aprender de cómo envuelven sus reflexio­nes con un buen discurso estéti­co. Es muy importante revisitar la bibliografía que existe sobre el tema

Escribir bien artículos de opi­nión siempre es un reto. No ar­tículos de opinión en los que los malos periodistas u otros escri­tores vuelcan sus pifias y fobias pasando por alto el mínimo ri­gor, con la única intención de disparar contra su enemigo personal, siempre de manera dogmatizante y excluyente, sino los artículos de opinión bien elaborados; aquellos que son capaces de despertar la in­quietud intelectual porque las ideas tienen racionalidad ar­gumentativa.

Aunque es muy recomen­dable que quienes deseen do­minar los artículos de opinión se fijen en los grandes maes­tros, y revisiten libros como, por ejemplo, el clásico “La Opinión Periodística”, de Luis Santamaría Suárez y María Jesús Casals Carro, The Was­hington Post ha compartido algunos consejos para que los artículos de opinión sean me­jores, que pueden ayudar a mejorar la técnica. Estos son los consejos que The Washing­ton Post da quienes vayan a es­criben artículos de opinión y suelen enviarlos para su publi­cación:

Su tesis, su argumento prin­cipal, es la parte más importan­te de un artículo de opinión, así que asegúrese de que sea fácil de localizar y comprender. Pre­gúntese: ¿Cuál es la conclu­sión de esta pieza? ¿O cuál po­dría ser el titular de esta pieza? Si no está claro en la respues­ta, significa que lo que ha escri­to no es un artículo de opinión con todas las de la ley. (Conse­jo: trate de escribir su colum­na como un tweet o un correo electrónico corto. Luego incor­pórelo cerca de la parte supe­rior de su artículo).

Asegúrese de que los hechos sean correctos y esté prepara­do para respaldarlos. La preci­sión es tan importante para los artículos de opinión como para los informes de noticias, e inclu­so los errores menores socava­rán la confianza en el tema más amplio que desea presentar. No trabaje de memoria: si hace una declaración de hechos en el tex­to, debe poder proporcionar la fuente.

Cuanto más complejo es el pensamiento, más corta es la oración. Es bueno mezclar la longitud de las oraciones, pe­ro especialmente cuando esté abordando un punto sofisticado o complicado, no sobrecargue la capacidad de concentración de los lectores. Muchas oraciones se benefician del simple acto de di­vidirlas en dos, o en tres, según lo que se pretende decir.

¿Se debe comenzar, o insistir en el desarrollo del artículo usar formas de preguntas? ¿O son las preguntas dispositivos perezosos para hacer una insinuación sin realmente poseerla, o sin poder pensar completamente en lo que está tratando de decir? Sin du­da, hay momentos en que plan­tear preguntas es una técnica efectiva, clave, que ayuda a im­portantizar la suspicacia del lec­tor; pero no siempre. Antes de hacerlo, pregúntese a usted mis­mo si le gustaría leer un artícu­lo donde abunden las interroga­ciones.

Los números son poderosos, cuando se ofrecen en cantidad limitada. Los datos deben estar numerados en forma de colum­na para recalcar algo a los lecto­res, no para alejarlos o hacer que sus ojos se nublen. Facilite la ta­rea a los lectores al no comparar manzanas y naranjas, o tal vez, incluso diferentes tipos de man­zanas. Por ejemplo, no combi­ne porcentajes con números sin procesar. Es como si les pidiera a los lectores hacer un cálculo que los ralentiza, los distrae. Si apli­ca ese método, se corre el ries­go de perderlos. Tenga cuidado de no sobrecargar al lector con demasiados números.

Sea claro acerca de su razo­namiento y pensamiento. Re­cuerde, usted ha pensado bien en su argumento; pero los lec­tores no lo han hecho aun. El punto y los vínculos que es­tá estableciendo para comuni­carse con la audiencia pueden parecerle obvios, pero proba­blemente esté unos pasos por delante del lector. Disminuya la velocidad y deje que sean los lectores quienes lo alcancen.

Hablando de eso, sin jerga. A los lectores les duele la cabeza y eso hace que dejen de leer. En lugar de la palabra «remunera­ción», por ejemplo, simplemen­te diga «pago».

Es muy importante no zigza­guear demasiado al anticipar múltiples razones por las que el argumento fundamental no sería correcto antes de llegar al quid de la cuestión. Es bueno reconocer los contraargumen­tos, pero las dudas en serie so­bre el punto básico distraen y no ayudan al lector como de­bieran.

En el caso del Washington Post, los editores toman en cuenta también a la hora de se­leccionar los artículos, el cum­plimiento de estos objetivos:

Ayudar a las personas a com­prender más profundamente un tema informativo.

Ayudar a entender lo que significa para ellas.

Ofrece argumentos que pue­den emplear al hablar sobre el tema.

Les da ideas que ayudan a pensar de manera diferente.

Exponen a las personas a temas de los que quizás no hayan oído hablar jamás. Ayudan a articular mejor su propia perspectiva sobre los acontecimientos cotidianos, tanto de gran impacto social como aquellos que pueden pasar inadvertidos.

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