La nueva globalización

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ALEXANDRA IZQUIERDOSanto Domingo

Desde la antigüedad los seres humanos han interactuado entre sí, con distintos objetivos, desde el establecimiento de la ruta real de los Persas, la ruta del Incienso, posteriormente la creación de la ruta de la Seda por los Chinos, la toma de Constantinopla por parte de los Turcos Otomanos que llevó a los europeos a explorar nuevas rutas comerciales y llegar a América, la humanidad ha vivido procesos de intercambios militares, comerciales, culturales y económicos que siguen presente al día de hoy.

Este proceso que ha vivido la civilización a lo largo de su historia, con distintos actores pero con los mismos objetivos se conoce como La Globalización, que no es más que la interdependencia económica, política y cultural entre las personas y los países del mundo, siendo gracias a ella que las naciones nos encontramos actualmente más conectadas que nunca. Tanto así que hoy podemos comer Sushi en República Dominicana, Mangú en España y Paella en China, solo por citar algunos ejemplos del intercambio de las culturas.

En ese sentido la revolución industrial ayudó a consolidar el sistema capitalista, permitiendo así que las actividades económicas y financieras de los países aumentaran de manera exponencial, creando las condiciones para que hoy podamos tener una economía global, que reforzada por la revolución tecnológica y el avance de las comunicaciones han facilitado acuerdos entre naciones y la difusión de las cultural de todo en globo terráqueo.

En el concepto de economía global la producción, distribución y venta de productos se efectúan a escala mundial, que gracias a los acuerdos de libre comercio cada día permiten mayor flujo comercial entre países, puesto que se reducen significativamente aranceles, derechos de exportación y las cuotas de importación como forma de eliminar barreras para las actividades comerciales y fomentar la integración económica.

Sin embargo, los acontecimientos recientes han puesto a prueba el comercio global, el turismo, el intercambio cultural y las economías mismas de los países. Evidenciando debilidades en factores que los ciudadanos comunes desconocíamos que existían, pero muchos menos pensábamos que en el caso nuestro un acontecimiento lejano a la República Dominicana podría afectar grandemente nuestro consumo.

La pandemia del COVID desató una de las más grandes crisis comerciales que ha vivido el mundo al combinar una serie de factores, crisis generada en primer momento por la escasez de contenedores para transportar los productos de Asia a Occidente y viceversa, debido a las medidas sanitarias para combatir la enfermedad, además grandes interrupciones en la fluidez del tráfico marítimo por la temporada de tifones en China, y finalmente las restricciones por la pandemia que provocaron el cierre de puertos en todo el mundo.

Para que tengamos una idea de lo que esto significa es importante mencionar que China cuenta con 8 de los 10 puertos principales de todo el mundo y que el 80% del volumen de todo el comercio mundial se transporta por vía marítima.

Estas situaciones provocaron aumentos históricos de precios en los fletes que se ven hoy reflejados en desabastecimiento y aumento de precios de los productos para los consumidores.

Pero cuando pensábamos que habíamos superado los estragos de la pandemia, surge un nuevo acontecimiento de consecuencias globales, como lo es el conflicto entre Rusia-Ucrania que ha enfrentado a estos dos países en armas. Provocando el encarecimiento de una gran cantidad de productos, puesto que se trata de un enfrentamiento entre uno de los principales exportadores de gas, petróleo y sus derivados como lo es Rusia, y en el caso de Ucrania uno de los mayores productores de commodities, tales como maíz, trigo y cebada. Sin dejar mencionar la gran cantidad de metales y manufactura que estas naciones representan a nivel mundial, que en casos como el trigo Rusia es su mayor productor.

Acontecimientos como estos obligarán a las grandes potencias y corporaciones a pensar nuevas estrategias que puedan dar más certeza y rentabilidad a sus actividades, acelerando la consolidación de La Nueva Globalización, de la cual se ha hablado ya hace algunos años cuando empezamos a ver que corporaciones gigantescas, principalmente de tecnología, se unían a los estados para desarrollar proyectos en conjunto. Ejemplo de esto es el proyecto exploratorio del planeta Júpiter que se llevará a cabo por la NASA y la empresa SpaceX.

De manera más concreta el mundo ha visto como en pleno conflicto Rusia-Ucrania el gigante asiático levantó el mismo día de su inicio todas las restricciones existentes para que el trigo ruso pudiera entrar a China, lo cual no puede pasar desapercibido si consideramos que el comercio entre rusos y chinos alcanzó alrededor de 147 mil millones de dólares en 2021, mientras que China por su parte se plantea relanzar la ruta de la seda, dando inicio al financiamiento de una gran cantidad de carreteras, ferrocarriles en países del mundo y hasta se plantea un canal intercontinental en Bolivia.

Además el inminente deshielo del Polo Norte permite prever nuevas rutas navegables para comercio, que sin duda beneficiaría enormemente a Rusia, Canadá y Estados Unidos. Este último junto a la Unión Europea desde ya han pedido su libre navegación, China por su parte planea anexar un tramo polar a su ruta de la Seda, buscando conectar Rusia con los Estados Unidos a través de un túnel ferroviario por debajo del Estrecho de Bering.

Ante esta situación la República Dominicana que en la actualidad cuenta con 5 puertos y 7 aeropuertos para comercio internacional, busca aumentar su participación en los mercados globales, fortaleciendo nuestras cualidades de Centro Logístico del Caribe. Para ello se debe estar conscientes de esta realidad y adaptándonos a las nuevas tecnologías, tendencia y configuraciones del comercio mundial.

Además de impulsar con inversión pública o privada en proyectos de desarrollo como el que se plantea en la bahía de Manzanillo, que incluye infraestructura vial, una central eléctrica y un mega-puerto para que podamos estar preparados para recibir la nueva globalización, participando de ella como líderes de la región del Caribe y Centroamérica.

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