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América a la deriva, RD al centro

La realidad política del país es otra de las peculiaridades dominicanas; desde que Balaguer, temprano, abriera las urnas al Partido Comunista en medio de la guerra fría, los partidos de izquierda, con vocación electoral, han ido trasladándose al centro, fueron los casos históricos del PRD y del PLD.

Ahora que en la Europa cercana, entiéndase España con el Partido Popular, que esta semana por primera vez en mucho tiempo sobrepasa al PSOE (29.4% a 25.3%) y Francia, en donde este domingo la derecha, con Marie Le Pen, se colocó el sábado un día antes de las elecciones a un punto de Enmanuel Macron (25% a 26%), podemos analizar otra realidad: Los gobernantes dominicanos tradicionalmente son elegidos por mayorías más sólidas y por eso nuestra democracia es más estable.

Mientras la crisis económica originada por efectos de la Pandemia y aguijoneada por la guerra en Ucrania, parece fortalecer a la derecha en el viejo continente, en América Latina, sucede todo lo contrario.

Independiente de las dictaduras de izquierda, porque ya no las hay de derecha, que es otro cambio, en Chile triunfó Gabriel Boric, en Honduras, juró la presidencia Xiomara de Zelaya, en la estable Costa Rica, triunfó la semana pasada Rodrigo Chávez, con un partido fundado en el 2018, en Colombia amenaza Gustavo Petroc y, este fin de semana, en Brasil, el excarcelado Lula Da Silva quien fuera el presidente más popular del mundo y que cambió a Brasil, aventaja ampliamente al presidente Jail Bolsonaro, selló alianza con un antiguo adversario, ex gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin.

Las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Cuba, corresponde a otros experimentos políticos y ha sido puesta a prueba –por las bandas– la autocracia de El Salvador; Argentina con el Kirchnerismo peronista aliado a Néstor Fernández, es asunto aparte y, ni qué decir de Perú, en donde el presidente Pedro Castillo cuenta su estancia por mes, puesto que cada semana, el Congreso discute su destitución por supuesta incapacidad moral.

La democracia que en América nada hacia la nueva izquierda –que no sabe qué es–, está a la deriva en un año en que los números pintan mal y los presidentes mantienen en general, una baja aprobación, excepto en El Salvador, en crisis y en República Dominicana, estable.

Los partidos y candidatos dominicanos, usualmente parten previo a las negociaciones electorales, de un porcentaje superior al 35% y, excepto en 1996, ganan en primera vuelta con más de la mitad, lo que les confiere una alta legitimidad.

Es por ese saludable motivo que los últimos tres presidentes, Leonel Fernández, Danilo Medina y Luis Abinader, siempre han estado entre los mejor valorados de América: Han sido legales, porque fueron elegidos conforme a la Ley y legítimos porque durante sus mandatos disfrutaron de alta aprobación.

En el país independiente de las desigualdades e insatisfacciones que acumula la ciudadanía constituye un hecho innegable que desde 1966, con un crecimiento promedio anual del 5.5% durante más de 50 años, esa base económica haya servido de pedestal positivo a nuestros mandatarios, excepto en períodos críticos como en 1984, con el presidente Jorge Blanco tras la firma con el FMI, en 1990, en ocasión de la crisis provocada por la guerra de Kuwait y en el 2003 por la quiebra de Baninter. La crisis financiera por la burbuja inmobiliaria del 2008 y los aumentos en los precios del petróleo, se pudieron manejar bien, en parte gracias a Petocaribe, pero el presidente dominicano de entonces, mantuvo una alta aprobación.

Pero lo cierto es que esa ciudadanía que ha crecido en una época de estabilidad y crecimiento económico, hay algo que no digiere bien: La Inflación, los aumentos de precios, por los motivos que sean – importados o locales – se reciben muy mal y, tienen un alto costo político.

Los cambios en las simpatías políticas hacia la derecha en España y Francia y, hacia la izquierda en América, tienen como base esencial, la situación económica: En República Dominicana, el Presidente Abinader parece orientado a procurar mitigar algunos de los efectos perversos de los precios en los bienes de mayor demanda, pero debe asegurarse de la eficacia de las medidas, algunas de ellas, como el subsidio a los combustibles, de un alto costo fiscal.

Aproximándonos a la mitad del periodo constitucional de las actuales autoridades, hecho adicional a las políticas públicas que desde el inicio se aplican no da lugar a esperar que el PRM y el Gobierno obtengan colaboración de la oposición, sino que por el contrario, ejerzan su papel más activamente lo que reduce la cooperación y los acuerdos para políticas públicas.

Este año el reto sería si el Gobierno puede reducir las tensiones con la oposición, previo a la apertura – informal - de la contienda electoral y, hasta cuándo puede mantener a esta desunida de cara a las elecciones que se avistan como un enfrentamiento de dos bloques: Gobierno y Oposición, esta última en coalición o confederación.

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