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Enfoque

Tuve que despertar al presidente de la República

El Presidente dijo que yo tendría que encabezar la delegación ministerial para asistir a la reunión que realizaría la Organización Mundial de Comercio (OMC), en Doha, Qatar

Expresidente de la República, Hipólito Mejía. Foto de archivo.

Expresidente de la República, Hipólito Mejía. Foto de archivo.

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Hugo Guiliani CurySanto Domingo, RD

Hace unos días en un articulo publicado en este diario y en recuerdo a Doña Rosa de Mejía, mencioné brevemente una llamada que en una madrugada hice al entonces Presidente Hipólito Mejía. Conocidos me han preguntado la razón de esa llamada tan inoportuna a un Presidente de la República. Me veo pues en la necesidad de explicar eso.

Un día del mes de noviembre del 2001, el Presidente de la República me invitó a desayunar en su casa y al llegar encontré al Canciller de la República, el Dr. Hugo Tolentino. En esa reunión el Presidente dijo que yo tendría que encabezar la delegación ministerial para asistir a la reunión que realizaría la Organización Mundial de Comercio (OMC), en Doha, Qatar.

El presidente indicó que las decisiones que allí se tomarían podrían afectarnos. Me manifestó su preocupación sobre el impacto negativo que tendrían dichas medidas sobre nuestras industrias en las zonas francas, las cuales darían lugar al cierre de ellas. Concluyo diciendo que eso seria una debacle para nuestra economía y que debería buscar la forma en que eso no ocurra. Con ese mandato llegue a Doha, Qatar como jefe de la delegación dominicana.

En aquellos momentos era una decisiva reunión para el Comercio Internacional pero ademas peligrosa, se haría en un país arabe, pocas semanas después del acto terrorista de Septiembre 11, 2001. Esta se haría en Doha, capital de Qatar, la que se encuentra en el golfo pérsico.

Allí se reunirían todos los Ministros de Comercio a nivel mundial con la finalidad de debatir el futuro del Comercio y la propia existencia de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Como parte de esa agenda estaba también el desmantelamiento del régimen de cuotas a los textiles, la eliminación de los incentivos fiscales a las empresas en zonas francas y la admisión a la OMC de China y Taiwán.

En lo político esa reunión también buscaba dar una señal al mundo de que el comercio a nivel mundial seguiría funcionando. Ese mensaje buscaba contrarrestar lo ocurrido en septiembre 11, 2011, con el acto terrorista que destruyó las torres gemelas en Nueva York. En ese cónclave encontré algunos conocidos que eran ministros de economía de sus respectivos países.

Como Centroamérica y nosotros afrontábamos el mismo problema, traté de coordinar posiciones con ellos.

Pero Costa Rica y Colombia tenían una posición diferente y parecida a la de los grandes países, la cual consistía en que para el 2005 se desmantelaran los incentivos a las empresas ubicadas en zonas francas. El ministro Lacayo de El Salvador y el suscrito decidimos aunar esfuerzos pues en esa reunión los países poderosos son los que deciden y el resto son simples seguidores.

Asombrosamente pudimos obtener el respaldo de un gran número de países pequeños y subdesarrollados en relación a varios temas de la agenda que se tenía para esa reunión. Eso nos permitió tener fuerza e influencia en los temas de agenda frente a las grandes naciones. Una noche antes del programado cierre de la reunión ministerial, el Ministro Lacayo, después de reunirse con el Jefe de la delegación norteamericana Robert Zoellick, solicitó verme y me comunicó que su país estaba conforme con lo que ya ambos habíamos logrado en diferentes puntos de la agenda pero que en el tema de los subsidios a las zonas francas, sus país aceptaría la propuesta que nos hacían los norteamericanos, la cual era de unos cinco años para desmontar totalmente las exenciones a las empresas de las zonas francas.

En consecuencia, me dijo que se retiraba de las negociaciones que juntos hacíamos frente a los grandes países miembros de la OMC. Eso me indicó que las presiones de las potencias (Estados Unidos y Europa Occidental) ya comenzaban a surtir efectos sobre las débiles y pequeñas naciones.

Como la reunión que había tenido el Ministro Lacayo fue previa a la que esa noche yo tendría con Estados Unidos me preparé para lo peor.

En esa reunión le reiteré a los norteamericanos mi posición de un desmonte mas extenso. Advertí que si bien ya no tenia el respaldo de otros países, tendría que utilizar el procedimiento de no aceptar el Consenso. No creo que me creyeron y la reunión terminó sin acuerdo. Cabe en este punto indicar que en la OMC las decisiones son tomadas por consenso y para esa organización era clave que se pudiese llegar a un acuerdo unánime, es decir de consenso. Después de la conversación con el colega Lacayo y la reunión con los norteamericanos, estaba exhausto y solo llegué a pensar que me había quedado solo y había fracasado en mis intentos.

El hecho de que Estados Unidos y Europa no cedieran en sus posiciones, obligaría a República Dominicana y a otros países a nivel mundial a tener que eliminar los subsidios a las industrias de exportación en unos cinco años. Ese tiempo no era suficiente y ademas injusto pues ellos, Estados Unidos y Europa no se comprometían a nada en lo referente a la eliminación de sus subsidios agrícolas.

Pensé en lo que nos sucedería al eliminar las cuotas textiles y al hecho de que China y Taiwan entrarían a la OMC. Eso permitiría a China, India y otros países de Asia dominar el mercado americano de textiles, lo que traería un cierre masivo de las industrias textiles en el país.

El hecho de que las decisiones en la OMC tienen que tomarse bajo el mecanismo del consenso, era el único instrumento de presión que me quedaba. Esa mañana en horas de Doha me vi en la necesidad de asumir lo que sería una decisión radical en ese escenario internacional. Pedí la palabra y en nombre de República Dominicana indiqué las razones de esa determinación.

El Ministro de Comercio de la India, también hizo lo mismo. Es decir que solo dos países de 164, nos oponíamos al consenso. Hubo un silencio absoluto y durante unos minutos el presidente de ese cónclave, el ministro Kamal, se reunió con el Director de la OMC, con Robert Zoellick y los otros ministros europeos. Estos indicaron que la reunión sería suspendida por unas horas.

Uno a uno los ministros de Europa Occidental, se detuvieron donde me sentaba como jefe de la delegación dominicana. Con breves palabras trataban de convencerme para que abandonara mi posición. A todos les decía: son ustedes que deben dar un mejor trato a los países pobres y comenzar a desmantelar sus subsidios agrícolas. No nosotros, los países pobres y pequeños que nos entán obligando a desmantelar el sector exportador y mayor empleador nuestro. Son ustedes los que me han llevado a tomar esta posición.

Hasta ese momento no había consultado con el presidente de la República pues era de madrugada en el país. Esos momentos y la dinámica de la reunión ministerial me obligaba a permanecer en el gran salón para tratar de negociar e ir preparando el texto de mi declaración final. Sin embargo sabía que mi posición no sería duradera y que tendría que ganar tiempo para tratar de colocarme en una posición intermedia que fuese aceptada por los americanos.

Igualmente evitar las fuertes presiones políticas y económicas que en pocas horas le llegarían al Presidente de la República. Eran como las 10 am en Doha y las 3 de la madrugada en Santo Domingo y Washington. Calculé que la diferencia en horas me daría un margen de maniobra para tratar de tener una próxima ronda de negociación con Estados Unidos.

Mi calculo era que ninguna persona en el máximo nivel de Washington estaría disponible y tampoco en el país nadie podría ver al Presidente Mejía antes de las 6 am, hora de Santo Domingo. La cumbre ministerial de la Organización Mundial mientras tanto estaba detenida y se notaba en el ambiente un aire de pesimismo frente al fracaso de la cumbre y de la OMC.

Una gran mayoría de los ministros y delegados se retiraron a sus habitaciones a preparar sus maletas y su salida de Doha. Yo me había quedado sentado en el gran salón y al mirar a mis compañeros de delegación, sentí algo que es dicidil de definir.

El silencio entre ellos era sepulcral y en sus rostros se reflejaba una especie de asombro y temor. Pocos metros detrás de mi estaba también sentado el Ministro de Comercio de la India, el Sr. Marban. A pesar de que su decisión era la misma que la mía, teníamos objetivos diferentes pues ellos querían un inmediato desmantelamiento del sistema de cuotas a los textiles y eso no nos convenía a nosotros. Observé que el Director Ejecutivo de la OMC Mike Moore y los ministros de las principales naciones europeas se dirigieron hacia donde estaba la delegación norteamericana encabezada por Robert Zoellick.

En esos mismos momentos había ordenado a un miembro de nuestra delegación que tratara de comunicarme con el Presidente Hipólito Mejía, pero no lo lograron.

Decidí entonces hacerlo yo, pero tendría que usar el número de su habitación y despertar al Presidente. El teléfono lo contestó Doña Rosa. Le pedí excusas por haberla despertado. Ella me preguntó si algo me había ocurrido. Le dije que no. Luego conversé con el Presidente de la República y él me dijo algo así: “Estoy ya satisfecho con lo que has conseguido, debes tratar de flexibilizarte pues sabes las presiones que en pocas horas recibiré”.

Comprendí el mensaje, pero decidí aguantar esa decisión del Presidente y no la comunique a nadie, pues me quedaba como una hora para poder maniobrar. Seguí observando los movimientos que hacían los norteamericanos y los europeos frente al impasse y al posible fracaso de la Cumbre. Como quince minutos después de mi conversación con el presidente Mejía, observé que Mike Moore el Secretario General de la OMC se dirigía hacia donde estaba el Ministro de Comercio de la India mientras que Robert Zoellick el jefe de la delegación norteamericana, caminaba hacia donde yo estaba.

Este al iniciar la conversación conmigo me dijo algo así: “Ministro, usted sabe lo importante que es esta cumbre de comercio para el mundo libre y las terribles implicaciones que tendría para el comercio mundial. En materia comercial esta reunión tiene tanta importancia como lo ocurrido en términos políticos en Septiembre 11, 2001. Le solicito que cambie de posición.

Asentí con un movimiento de mi cabeza y le dije Embajador Zoellick: “Usted también sabe las enormes implicaciones que tiene para algunos países pobres y para el nuestro el tener que eliminar las exenciones a nuestra industria de exportación y ustedes no se han comprometido a eliminar sus subsidios agrícolas. No puedo aceptar ir al consenso si no se aceptan las condiciones que anoche mencioné.

Entonces me dijo, "nosotros no podemos imponer condiciones al resto de los países que exigen el desmantelamiento de esos subsidios". La conversación se detuvo por varios segundos y creo recordar que le miré y sonreí. No creo, Ministro Zoellick que así sea, usted representa a los Estados Unidos y algo todavía puede hacerse. Se paró y me dijo, veremos. Pocos minutos después y por otra vía recibí la información de que aceptarían lo que había solicitado.

Pensé que podría lograr más, pero el tiempo se me acababa y tenía que cumplir con las instrucciones que ya me había dado el Presidente. Recuerdo haberme parado del sillón y haber ordenado a mi asistente que era la entonces ministro consejera Claudia Hernández, que comunicara a la delegación norteamericana que República Dominicana aceptaría el consenso en la OMC. Minutos después la India también aceptaba. Inmediatamente se reiniciaron los trabajos de la Cumbre y se anunció que finalmente se había logrado la aceptación de todos los países de la OMC.

La ronda de Doha había concluido con éxito. Me sentí satisfecho y ante una avalancha de reporteros no quise hacer declaraciones y me retiré a mis habitaciones para preparar maletas y tomar un vuelo de regreso hacia Nueva York vía Estambul.

Dormí tranquilo y pensé que el esfuerzo y el riesgo adoptado habían valido la pena.