Nueva realidad post Ucrania
La invasión Rusia a Ucrania ha generado un torbellino económico universal. Siendo el mayor productor de gas natural del mundo, el tercero de petróleo y trigo y entre los primeros lugares en minerales, Rusia parecía blindada contra acciones sancionatorias de occidente del tipo Irán. Pero fundamentalmente, debido a la alta dependencia de la Unión Europea de sus suministros de gas natural. Por ejemplo, Alemania, depende en un 40-45% del suministro de gas natural vía el gasoducto Nord Strom 1. En este sentido, parecía poco probable que los objetivos militares de defensa común contemplados en la OTAN superaran las expectativas económicas de los miembros de la Unión Europea que ya venían experimentando elevados precios de la energía debido al permanente aumento de precio del gas natural.
Sin embargo, las sanciones económicas aplicadas al régimen ruso han sido extraordinariamente severas. Las medidas han abarcado la exclusión de una decena de bancos rusos del sistema de pagos internacionales SWIFT, el congelamiento de unos 630,000 millones de dólares de reservas del Banco Central Ruso y su exclusión de los mercados financieros internacionales a los fines de emisión de deuda y levantamiento de capital. Estas sanciones económicas y financieras han convertido a Rusia en un paria financiero internacional, provocando una devaluación del rublo de +50%, un aumento de la tasa de interés de +100%, 9.5% a 20%, una pérdida multibillonaria de patrimonio de los oligarcas rusos superior a los 35,000 millones de euros y un colapso del mercado bursátil de Moscú de un 40%, con pérdidas acumuladas de 67,500 millones de euros. Sin embargo, esta invasión ha generado una alta volatilidad en los mercados, elevando el precio del West Texas Intermediate hasta US$130 el barril, así como el de los cereales y aceites vegetales que incrementaron el Índice de Precios de los alimentos de la FAO en un 20.7% comparado con el 2020. En la Bolsa de Chicago, el maíz que cotizaba en noviembre 2020 a $3.95 el bushels pasó en marzo 2022 a $6.97. Lo mismo sucedió con la soya que pasó de $8.82 en 2020 y a $16.81 para las entregas del 2022.
Ahora bien. Aunque los países desarrollados del G7 y la Unión Europea han decidido asumir el costo económico de aislar y sancionar a Rusia, por ejemplo, Alemania pone en riesgo su suministro de energéticos y cierra sus exportaciones a Rusia que ascendieron en el 2001 a 26,000 millones de euros, la situación se presenta ominosa para los países tomadores de precio e importadores netos de combustibles e insumos alimenticios productivos como el nuestro. Por tal motivo, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Naciones Unidas considera que el conflicto pudiera generar una “hambruna a nivel mundial”.