La República

Panorama político

Abinader da respiro al público con “combo” de alimentos

Guarionex RosaSanto Domingo, RD

El plan del gobierno de Abinader para subsidiar alimentos básicos por RD$3,400 millones para enfrentar la escalada alcista de precios, es una ayuda a la clase media y a los pobres, al tiempo de dejar sin respiro a sus opositores que quieren que mientras peor le vaya al país, mejor.

Los subsidios serán para importar maíz, trigo, soya, harina y grasa vegetal. Aparte entregará RD$450 millones para la producción de arroz y RD$25 millones para la compra de semillas certificadas. También dispondrá de RD$ 400 millones para que los molinos garanticen la disponibilidad de pan y harinas.

En el fondo los adversarios de que el gobierno subsidie a las personas de menores recursos, desean que la popularidad del régimen caiga, porque ven que la fortaleza de Abinader pudiera ser lo que lo lleve a vencer dentro de su partido, PRM, y en el 2024.

Que se ofrezcan subsidios ahora para que la clase baja viva mejor no es algo tan nuevo. Hasta 1961 la gente pobre recibía un jarro de leche fresca en diversos puestos en los barrios populares de la capital. Uno de esos puestos está en pie en María Auxiliadora.

Allí vi en mi niñez a la gente acudir con sus vasijas a buscar leche. Como no había refrigeración, la leche que sobraba se echaba en la cuneta de la calle y los empleados barrían con abundante agua para evitar la putrefacción. El país no disponía de refrigeración.

Antes los niños de las escuelas públicas, que se construían con su salón comedor, recibían desayuno bastante generoso que consistía en leche o chocolate frío, pan, queso o salchichón, una especie de lo que se vende actualmente como salami criollo.

El desayuno escolar de hoy, que muchos alumnos de las escuelas públicas rechazan, así como la merienda, podría haber sido diseñado para que las cocinaran en los barrios y en los campos, a base de los productos criollos, bajos de sal de grasa y nutridos con vegetales.

Por la inflación, en barrios de la capital muchas amas de casa cocinan un poco más para clientes que pagan 250 pesos por un plato de arroz, habichuelas, carne y ensalada o 300 pesos por uno de pescado con su guarnición. La gente busca defenderse de los restaurantes.

El afán del régimen de Abinader por subsidiar los alimentos se debe al notorio empeño de los comerciantes en ganar mucho más dinero que los obtenidos en dos años de crisis por la pandemia COVID-19. Los precios han subido sin razón, sin darles respiro a los compradores.

La riqueza aumenta Mientras el régimen de Abinader se afana en subsidiar el costo de la vida de la gente más pobre, la riqueza aumenta y los comerciantes suben sus precios con desdén hacia las matemáticas. Hace días un comprador se quejaba de que en unas semanas una yarda de lino había subido de mil a mil quinientos pesos pero el cliente de clase media alta podía pagar.

El primer quejoso era el empleado porque con tales sobreprecios no le habían aumentado su salario desde la última vez que la Secretaría de Trabajo lo dispuso. La riqueza desmedida crece de manera considerable sin que se pueda apelar a quienes deben contenerla.

Lo que se ha divulgado últimamente de que los fondos de pensiones que acumulan los trabajadores han disminuido porque el peso dominicano se ha revalorizado frente al dólar es algo que no se comprende. Terminarán dándole la razón al diputado Botello que pide la entrega del 30% anticipado.

Adams Smith, quien escribió La Riqueza de las Naciones en 1776 antes de la fundación de la República Dominicana, al analizar de manera exhaustiva la economía concluye que la riqueza era para toda la nación, no solamente para la clase adinerada que creía que la masa laboral no añadía nada.

Las encíclicas papales posteriores al trabajo de Smith, sobre todo Rerum Novarum, del 15 de mayo de 1891, que escribió el papa León XIII, estableció la doctrina de la Iglesia sobre la condición de los obreros y el sentido del trabajo. La riqueza era el conjunto de capital y trabajo.

Cuando en los supermercados dominicanos no se paga a los empacadores sino que ellos reciben su ingreso por la benevolencia de los compradores que dan propina, se viola el sentido de la riqueza de que hablaba Smith, la palabra de las encíclicas y la Constitución dominicana, que dice: “todo trabajador tiene derecho a un salario justo y suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales”.

La clase empresarial dominicana con excepciones, se ha ganado el odio de muchos asalariados y del público, dada la propensión a acapararlo todo. La reciente introducción al mercado de un combo de productos alimenticios con el sello de Inespre que se vende el jueves a precios al parecer razonables, es una señal adicional de Abinader para llevar respiro al público.

Las alzas de precios tienden a imponer una disminución de los salarios. Por ello muchos haitianos están dejando sus puestos de peones y albañiles para dedicarse a labores más rentables aunque menos dignas; ganan menos que los limpiabotas, limpiavidrios y empacadores, a quienes paga el público.

Eliminar el lujo Abinader se propone eliminar el lujo de su régimen y cobrarles a quienes han robado los fondos públicos como los casos denunciados, los últimos de los cuales son los llamados Operación Discovery y FM, que escandalizaron al público y dañaron la imagen de partidos.

Abogó porque vayan a la cárcel los que roban los fondos públicos y los que participaron en la clonación de la tarjeta Supérate, emitida para beneficiar a los pobres. Los medios han destacado detalles de las operaciones fraudulentas como la preferencia de los delincuentes por cobrar pagos en horas de la madrugada.

El presidente Abinader pudiera estar hastiado de tantos escándalos que envuelven a políticos a quienes se les tenía como gente decente, en mancomunidad con el tigueraje de los barrios y pueblos que no tuvieron ninguna preocupación en exhibir frente a las cámaras el dinero ilícito que amasaban.

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