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In memoriam de mi hermano Orlando Gil

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Cándido GerónSanto Domingo, RD

El autor se refiere a los valores humanos y literarios del periodista Orlando Gil, recientemente fallecido. Su pluma engalanó el periodismo dominicano y sus libros quedan como muestra de un gran nivel profesional.

Orlando Gil fue fantástico en su estilo personal y de escritor orgánico y liberal. Heredero de una cultura ecuménica al beber en las fuentes de los grandes pensadores griegos y contemporáneos.

Perteneció a la galería de creadores verdaderos por la esencia de sus escritos tan vastos y acertados alrededor de los cuales siempre contaba una historia donde la impronta y la introspección trazaban los planos de una visión global del mundo.

En sus escritos se resignificaba y su honestidad periodística tenía un sello inconfundible. Peculiarísimo en la manera de decir las cosas sin herir susceptibilidades porque su pluma era parte de un magisterio y de un prisma donde imperaba el poder de la seducción, la excepcional concepción humana e intelectual.

Amigo de los amigos, alegre y apasionado, romántico y entregado sin tregua a la creación literaria para reflejar lo que el hombre hace de sí; aquello que se identifica con las multitudes para llegar al ser humano con mucho sentimiento.

De ello nos da testimonio su inmensa creación poética donde cada poema nos brinda la clave vital de un existencialismo punzante y misterioso, pero también lo que se mira a través del espejo de las lluvias y de los bosques para transformar el Verbo en archipiélago de alegría.

Así era Orlando Gil: indefinidamente vasto, de sensibilidad auténtica; supongo, que a estas alturas del misterio estará conversando con el poeta César Vallejo, quien pronosticó que se moriría una tarde de lluvia en París; de esa misma manera, mi hermano del alma, Orlando Gil, en los últimos meses dejaba entrever en sus escritos de Diario Libre y Listín Diario que la muerte le estaba tendiendo una celada.

Como poeta se empinó en lo más alto de lo desconocido para habitar en el paraíso de León de Greiff, a quien leía a menudo por aquello de que la “poesía es una experiencia física de la palabra, hasta llegar con ella a sustituir la mezquina realidad cotidiana”.

Fue espontáneo y profundo a la hora de meditar, interpretar y escribir sobre cualquier tema de la política o de la vida. Se caracterizó por el rigor de su deslumbrante pluma penetrada de un espíritu superior que lo convirtió en el analista político más importante de las últimas épocas.

Lo conocí en la década de los 70´, me lo presentó mi gran maestro del periodismo Freddy Gatón Arce, en el restaurante Vizcaya. En aquellos tiempos, la vida de un periodista de su calado siempre estaba en riesgo por la agresividad analítica que rezumaban sus escritos, por lo se vio obligado a abandonar el país ante los consejos de sus amigos más cercanos, para no poner su vida en peligro.

Tiempo después cuando regresó el país y se aplacaron un poco las hordas de los gobiernos de los 12 años de Joaquín Balaguer, iniciamos una amistad a través del doctor Frank Cabral Calcagno que el destino interrumpió hace apenas unos días.

A todo el mundo le consta que nuestra amistad fue sincera y proyectada en los conocimientos que ambos habíamos adquirido leyendo a los grandes pensadores universales. Con el tiempo ensanchamos aún más la amistad y me expresaba con frecuencia entre realidad e ironía que, quien suscribe, sería, una vez él desapareciera de este espacio planetario, el heredero de mantener vigente su poesía, el género que más lo cautivaba.

Fuimos inseparables y, sobre todo, se llevó a la tumba sus secretos y también los míos. Orlando nunca sufrió de amargura o de soledad. En cuarenta y seis años de hermandad, sabía que en el día y en la noche se hacía acompañar de los demiurgos de la creación.

Nunca olvidaré que Orlando Gil fue un excelente y maravilloso ser humano y un exquisito conversador. Fue también un profesional de la comunicación honrado y veraz.

Creaba y soñaba y al mismo tiempo descifraba su afanado mundo. Su creación poética fue un caudaloso río poblado de albercas y fecundo lirismo.

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