ENFOQUE
Aumento de precios: ni transitorio ni exclusivamente importado
Para nadie es un secreto que los precios han aumentado mucho en los últimos meses y eso hace que el dinero cada vez rinda menos. De hecho, el Banco Central publicó que el 2021 cerró con una inflación de 8.5%, la mayor en los últimos diez años.
Ante esta situación, la respuesta del Gobierno ha sido primero negar el problema y luego explicarlo por causas externas. El primer enfoque incorrecto, el segundo incompleto. Veamos los datos.
Al inicio, las autoridades se mantuvieron en estado de negación, primero argumentando que la inflación era transitoria y que pronto los precios se iban a normalizar, luego con falsa información de que el plátano costaba “un peso”, y más recientemente, con comparaciones de consuelo como que la gasolina está más cara en Hong Kong y Noruega.
Al respecto, casi un año después de iniciarse el descontrol en los precios, queda claro que la inflación no era transitoria, sino que se va complicando cada día más. Sobre el precio del plátano, basta ir a un colmado o supermercado para comprobar que no cuesta un peso. Aún peor, comparar el costo de la gasolina con países desarrollados desconoce que históricamente los precios suelen ser más altos en países de mayor ingreso, lo que en economía se denomina “Efecto Penn”, y ni decir que en esos países los salarios son mucho más altos que en la República Dominicana.
Más reciente, la respuesta argumentada por las autoridades es que la inflación es importada, que se debe al aumento de precios del petróleo, los insumos agrícolas y los fletes. Contrario a la negación inicial, en este caso si hay validez: la mayoría de los commodities y los fletes marítimos han experimentado altos precios durante el 2021, y esto genera inflación en todos los países.
Explicación incompleta por varias razones. Primero, el aumento en precios internacionales afecta a todos los países, y muchos han podido controlar mejor los precios. Por ejemplo, Guatemala compra el mismo petróleo caro que la República Dominicana y la inflación en 2021 fue de apenas 3.1%. Los fletes de los barcos aumentaron el año pasado para toda la región, pero en Costa Rica la inflación fue de solo 3.3%. Los países latinoamericanos, al igual que República Dominicana, han sufrido aumentos en el precio de los insumos agrícolas y fertilizantes, pero Bolivia tuvo inflación de 0.9%, Honduras de 5.3% y Colombia de 5.6%, por citar algunos ejemplos.
De hecho, actualmente la República Dominicana está entre los cinco países de América Latina con la mayor alza de precios, junto a Venezuela, Argentina, Haití y Brasil. Estar entre los países latinoamericanos de más alta inflación es algo que no se veía desde los años 2003-2004, cuando la crisis económica disparó los precios.
Segundo, en años anteriores se enfrentaron precios de commodities aún más altos que en la actualidad sin producir una inflación tan fuerte en la República Dominicana. De hecho, los mayores precios internacionales se registraron en el período 2007-2013, época que llegó a generar una crisis mundial de alimentos. Sin embargo, en todos esos años nuestro país registró uno de los niveles de inflación más bajo de la región, contrario a lo que estamos viviendo ahora.
Por ejemplo, en el 2013 el precio promedio del petróleo fue de 98 dólares, muy por encima del precio promedio de 2021 de 68 dólares. En ese mismo 2013, los insumos agrícolas (maíz, trigo, soya, cebada) estuvieron más caros que en el 2021; sin embargo, la inflación dominicana fue de 4.8%, muy inferior al 8.5% del año pasado.
En cuanto a los fletes, si medimos su costo por el Baltic Dry Index, encontramos que los fletes en 2007 estaban tres veces más caros que en 2021, y la inflación en la República Dominicana fue de 6.1%.
En resumen, ni la inflación ha sido transitoria, ni se debe exclusivamente al aumento de los commodities internacionales. Como el primer paso para resolver un problema es reconocerlo, urge dejar a un lado la negación y las justificaciones, y dedicar mayores esfuerzos en buscar soluciones al fuerte aumento en los precios y su duro golpe en el poder adquisitivo de las familias.