HOSPITAL DARÍO CONTRERAS
Dolor infinito de Ashley: un trato pésimo
Inexplicable. Con apenas 12 horas de operada de su brazo izquierdo, fracturado dos veces y con quemaduras de primer grado, fue despachada a su casa sin medicinas
Con apenas 17 años de edad, Ashley Rodríguez conoció el dolor de la carne en llamas por la quemadura de una motocicleta y la rotura de huesos.
Era la única opción que tenía para tratar de ser alguien en la vida… Tomar un motoconcho para llegar a su escuela, ya que sus familiares se habían mudado más lejos y no podía perder el año.
Con los sueños de una adolescente que ve muy lejos el momento de “estar bien”, y sus precariedades económicas, no pudo hacer caso al consejo de su maestra de que no llegara a la escuela en “motor”.
Vive con una abuela de 85 años que a veces deja de comprar sus medicamentos para darle el dinero del pasaje para que estudie y sea alguien en la vida. Aunque cuando eso suceda ya no pueda verla …
La envejeciente maneja poco dinero. Sólo el que sus hijos le dejan por si falta algo en la casa, ya que ellos compran directamente lo que necesita.
Así Ashley Rodríguez cursa su tercero de bachillerato anhelando terminar rápido para ir a la universidad y ser cirujana plástica. Siempre le llamó la atención ver desfiguradas a personas que sufren accidentes y sentía el deber de curar, sanar y mejorar la vida de esa gente.
Pero qué desesperación sintió cuando a las 12 horas de haber sido operada en el hospital Darío Contreras, de dos roturas en su brazo izquierdo y quemaduras de primer grado, se encontraba en su casa y ya la anestesia no era tan complaciente.
Poco a poco fue sintiendo la inclemencia del dolor de la carne que vuelve al momento previo de la inyección que la hizo “no sentir nada” de lo que estaba pasando y permitir que la ciencia hiciera su trabajo.
Eran las 9:30 de la mañana del pasado martes. La habían despachado del hospital a las 9:00 de la mañana, justamente 12 horas después de concluir su intervenida quirúrgica.
A las 5:00 de la tarde del lunes 31 de enero entró a la sala de cirugía, aunque había llegado al centro a las 8:30 de la mañana en una ambulancia del sistema de emergencias 911, tras recogerla del pavimento.
Los médicos no sabían qué hacer con ella. Cómo reconstruir una carne desgarrada por la catalina de una motocicleta y tardaron mucho. Al menos, eso dijeron. Nunca habían visto un caso así. Era el brazo y el antebrazo roto y toda la piel quemada… ¡Fuerte!
El accidente ocurrió la mañana del lunes 31 de enero. Salió de su casa, sin desayunar, a las 7:30 de la mañana, como siempre, pero 10 minutos después estaba en shock pensando que iba a perder su brazo cuando lo vio girando al compás de las ruedas.
Las palabras no le salían para pedirle al motoconchista que detuviera su paso. Cuando la carne desgarrada frenó la rueda, el hombre miró hacia atrás para ver qué lo detenía. Y también quedó en shock…
Los músculos del brazo de Ashley se habían salido de su lugar y dejaban ver toda la anatomía que había dentro. Ella nunca imaginó que vería los huesos, la piel, la sangre y la fragilidad del ser humano de esa manera.
“Lo que pensé fue: Dios mío, por qué fui a la escuela hoy. Voy a morir. Me quiero morir…”.
Ya en el hospital, cuando se vio en manos de médicos, Ashley reveló que se entregó a Dios y pidió perdón por todo lo mal que pudo haber hecho en sus pocos años. “Que sea su voluntad, dije, y ya no supe más hasta que desperté en el hospital después de operada y no sentía nada. Creía que todo iba a estar bien. No sabía que era por los efectos de la anestesia”, recordó.
“Ay… cuando estaba en mi casa sentía que el demonio había venido a buscarme. Era un dolor insoportable. Mi pobre abuela me llevó un rosario para que me agarre de Dios, pero no era suficiente. Mientras más tiempo pasaba yo sudaba, me dolía todo, me aturdí y no supe más de mí”.
Un desmayo hizo que la familia llamara al 911. La reconectaron a la vida, pero el dolor era cada vez más intenso. Una receta de seis medicamentos estaba en su mesita de noche como única alternativa para aliviar su desesperación.
Llamaron a una tía para darle por WhatsApp la receta. La tía quería comprarlos por la app de la farmacia pero no entendía nada de la indicación. Consultando médicos amigos logró identificar el nombre de dos de los seis medicamentos.
Era demasiado tarde para esperar. El corazón de Ashley ya no aguantaba más y en vez de ir a la farmacia, la tía la llevó a una clínica cercana para que la ayudaran a resistir su angustia.
Oradores trataron, en vano, de calmar su ansiedad desesperada, mientras en la emergencia armaban el expediente. Su brazo izquierdo se estaba quemando debajo de unas gasas y una envoltura de yeso blando.
Ashley no podía más. Eran las 2:00 de la tarde. Tenía cuatro horas sin medicamentos, tras una operación de cinco horas. Sin orientación, sin calmantes, a la espera de la piedad de quienes la veían. Las 72 horas que debió quedarse en recuperación en el hospital explican su dolor en serie y los gastos que, “sin poder”, tendrá que hacer la familia para “salvarla” de una gangrena.
Ashey ya no quiere ser cirujana plástica. Ahora que ya calmó el dolor “insoportable” que comenzó el lunes a las 7:40 de la mañana, lo que quiere es que el Presidente vaya al hospital traumatológico Darío Contreras y vea lo que está pasando ahí….