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Enfoque

Conmemorando treinta y cuatro años de terrorismo y extremismo

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Daniel Biran BayorSanto Domingo, RD

Ido Avigal, un niño de 5 años, quería vivir cuando fue muerto por un misil lanzado por Hamás en mayo. Eli Kay, un joven nuevo inmigrante de Sudáfrica, deseaba vivir cuando un hombre armado de Hamás le disparó, cuando se dirigía al Muro Occidental. Khalil Awad y su hija Nadin, de 16 años, querían vivir, cuando un misil de Hamás lanzado desde Gaza impactó directamente en su casa. Los adolescentes israelíes Eyal, Gilad y Naftali, ciertamente deseaban vivir, cuando fueron secuestrados y asesinados por agentes de Hamás en la Margen Occidental.

Todos creemos en la paz. Creemos que incluso en medio de las encarnizadas animosidades en el Oriente Medio, el conflicto puede y debe resolverse, en forma pacífica. Nuestros valores compartidos implican que debemos cumplir con la responsabilidad de construir una vida mejor para nuestros hijos, y un futuro mejor para todos nosotros. Hamás es una organización terrorista islamista radical, el equivalente palestino del ISIS. Aspira a tomar el control e imponer la ley de la Sharía, la ley islámica, en todas las zonas de la Autoridad Palestina, incluida la Margen Occidental. Hamás se opone firmemente a la paz y a la coexistencia, y su objetivo declarado es la destrucción de Israel. En lugar de velar por el bienestar de los ciudadanos de Gaza, Hamás utiliza sus recursos para incrementar su capacidad militar, beneficiar a sus propios miembros y perseguir su objetivo de borrar del mapa al Estado judío. Esta semana, la organización terrorista celebra el 34 aniversario de su fundación.

Hamás tomó el control de la Franja de Gaza en 2007 en forma despiadada, mediante un golpe de estado violento y sangriento, arrojando a los oponentes políticos palestinos desde las alturas y ejecutando públicamente a otros, con el fin de consolidar su propio poder. En los catorce años transcurridos desde entonces, a los palestinos de Gaza se les han arrebatado prácticamente todos sus derechos democráticos y humanos. Las protestas contra la economía fallida y la escasez de electricidad que Hamás ha provocado son respondidas con palizas, arrestos arbitrarios y torturas.

Como su carta fundacional abiertamente antisemita y antioccidental deja escalofriantemente en claro, el objetivo principal de Hamás es “borrar” a Israel “a través de la Yihad” y ampliar su ley islámica “desde el río hasta el mar”. A fin de conseguir este fin, Hamás ha lanzado más de 27.000 misiles y bombas de mortero contra civiles israelíes, desde 2001, incluidos más de 4.300, solamente en el mes de mayo de 2021. Hamás, no sólo ataca deliberadamente a los civiles israelíes, sino que también lanza sus misiles desde zonas residenciales de Gaza. Disparar contra civiles desde áreas civiles, constituye un doble crimen de guerra escandaloso, y Hamás lo hace por una sola razón: para maximizar las muertes palestinas, simplemente, con el fin de provocar condenas erróneas del Estado judío e instalar un sentimiento antiisraelí en todo el mundo.

El daño que Hamás le inflige a su propia gente, se extiende incluso, más allá de las fronteras de Gaza. Según informes periodísticos, las armas almacenadas en el sótano de una mezquita controlada por Hamás en el sur del Líbano, explotaron en un incendio hace unos días, matando e hiriendo a numerosas personas. Al almacenar armas en una mezquita de uno de los campos de refugiados más pobres del Líbano, Hamás ha demostrado una vez más su desprecio por toda vida humana, incluida la de los palestinos.

Israelíes y palestinos merecen vivir en paz. Hamás, sin embargo, se posiciona firmemente contra los valores de la paz y la democracia, y continúa empecinado en la destrucción de vidas y el futuro de ambas partes. Treinta y cuatro años después de su establecimiento, y luego de catorce años desde su violenta toma de control de Gaza, Hamás aún representa uno de los obstáculos más importantes para lograr la paz y la seguridad regional.

Todo aquel que aspire a la paz debe comprender y reconocer que Hamás es una tragedia. Es una organización terrorista extremista que plantea una amenaza a la Autoridad Palestina, un peligro para cualquier perspectiva de paz y que busca borrar a Israel. Estos hechos están siendo reconocidos ahora por más de una decena de Estados, entre ellos Gran Bretaña y Australia, quienes recientemente han designado a Hamás, en su totalidad, como una organización terrorista.

Sencillamente, no podemos dejar Gaza en manos de Hamás. Por el contrario, debemos centrar nuestros esfuerzos en la visión de “Economía a cambio de seguridad”, esbozada por el ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid. A fin de generar estabilidad y la perspectiva para una vida mejor tanto para Gaza como para Israel, debemos actuar en pos de incrementar la inversión internacional en Gaza, rehabilitar su infraestructura, fomentar otros proyectos económicos y fortalecer a la Autoridad Palestina.

El autor es Embajador de Israel.

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