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Enfoque

Encrucijada haitiana y mutismo internacional

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MANUEL DÍAZ APONTESanto Domingo, RD

Mientras el pandi­llerismo continúa expan­diendo su control absoluto sobre Haití, gobiernos y or­ganismos internacionales siguen indiferentes y de es­paldas a esa peligrosa reali­dad que, de agravarse, im­pactaría a toda la región.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) pi­dió a las autoridades domi­nicanas parar las deporta­ciones de mujeres haitianas que acuden a los hospitales públicos a buscar asistencia médica, sin embargo, reco­noce la soberanía del Esta­do dominicano en el control fronterizo y migratorio. Pe­ro la propia ONU ni ningún otro gobierno a excepción de México ha manifestado inte­rés en aportar recursos para construir hospitales y mater­nidades en el territorio hai­tiano, tal como lo han de­mandado insistentemente las autoridades de República Dominicana.

O sea, que hay una evi­dente determinación de la comunidad internacional de dejar que el gobierno domi­nicano siga cargando con el peso financiero de los miles de partos de haitianas en las infraestructuras del Ministe­rio de Salud Pública y Asis­tencia Social.

¡Qué irresponsabilidad!, nos fustigan y acusan de vio­laciones a los derechos hu­manos por las deportaciones de las embarazadas haitia­nas, pero nada hacen los or­ganismos internacionales para financiar el levanta­miento de centros de salud en el empobrecido país ve­cino. En la práctica, esa ac­ción contribuye a incentivar la migración de extranjeros hacia el territorio nacional amparada ahora en la bús­queda de salud. El presiden­te Luis Abinader en un en­cuentro con intelectuales en el Palacio Nacional, don­de abordó la grave crisis hai­tiana y su repercusión en el país, reveló que su propuesta de que la comunidad inter­nacional colabore con la edi­ficación de dos hospitales al Sur y Norte de Haití, sólo el gobierno de México ofreció ayuda. En cambio, en el te­ma migratorio, según expli­có el mandatario, los gobier­nos de Panamá, Costa Rica y Argentina han prestado su colaboración a las autorida­des dominicanas.

Diálogo: ¿Con quién? Si el 75% del territorio haitiano está controlado por las pandillas como lo narró el presidente Abinader, es ló­gico suponer que el Estado dominicano tiene que seguir fortaleciendo y ampliando sus esquemas de seguridad en la frontera. Aún más, ante el desastre haitiano y la au­sencia de interlocutores vá­lidos en ese territorio, ¿con quienes podrán hablar las autoridades dominicanas para solucionar esa peligrosa crisis política y social?

Afortunadamente, ha si­do encomiable el esfuerzo investigativo de los organis­mos de seguridad nacional que se mantienen monito­reando permanentemente la evolución de los aconteci­mientos en Haití.

El presidente Luis Abina­der ha sorteado con mucho tacto y prudencia las dispo­siciones establecidas en ma­teria de seguridad fronteri­za, ordenando un dispositivo militar permanente de 12 mil efectivos en la franja que delimita ambos países.

Cualquier nivel de inver­sión económica que se ha­ga para tales fines está más que justificado, porque se trata de nuestra seguridad nacional. Los comandantes e integrantes del Cuerpo Es­pecializado en Seguridad Fronteriza Terrestre (CES­FRONT); el alto mando del Ministerio de la Armada Do­minicana, así como todos los organismos de seguridad y cuerpos castrenses especiali­zados del país, están desple­gando una extraordinaria la­bor de resguardo de la patria de Duarte, Sánchez y Mella.

Ahora o Nunca El gobierno de Estados Unidos tiene el deber moral de dar la cara frente al caso haitiano, contribuyendo co­mo primera potencia mun­dial a una solución de esa tragedia. Inclusive, para respaldar los grandes sa­crificios económicos, logís­ticos y de seguridad que si­gue asumiendo el Estado dominicano. No es posible que EE.UU. deje que la in­seguridad de Haití coloque a la República Dominica­na al borde de un conflicto que podría extenderse a to­da la región.

La estabilidad democráti­ca del país ha sido puesta en más de una ocasión como ejemplo en América Latina por algunos líderes estado­unidenses. Cabe preguntar­se, ¿permitirá el liderazgo de la potencia del Norte que el descalabro de Haití arrastre a República Dominicana ha­cia el abismo?

El presidente estadouni­dense, Joe Biden, debe in­troducir acciones inme­diatas para encarar el caos imperante en suelo haitia­no, donde permanecen se­cuestrados por las bandas pandilleras 16 misioneros norteamericanos y un ca­nadiense.

Toda la comunidad in­ternacional a la cabeza de la ONU y la propia OEA, tienen que sacar la cabe­za para buscar una salida a la crisis haitiana. No ac­tuemos como el avestruz ni con indiferencia ante la dramática situación de Hai­tí, porque estaríamos en la antesala de un conflicto regional de consecuencias impredecibles.

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