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RESEÑA

Francisco Gregorio Billini: Un presidente como pocos han sido

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Nairobi NúñezSanto Domingo, RD

Francisco Gregorio fue hijo de María de Regla Aristy Guerrero e Hipólito Billini Hernández. Goyito, como le llamaban sus amigos y familiares, realizó sus estudios primarios y secundarios en el colegio del Padre Boneau de su ciudad natal, Santo Domingo, donde aprendió a escribir en latín y en italiano.

Desde muy joven se inició en las actividades políticas, abandonando los estudios. Su convicción de que el país debía preservar su independencia, lo motivó a incorporarse a los grupos de patriotas dominicanos durante la Guerra de la Restauración de 1863-1865 y a tener una participación destada en la misma. En 1864 tomó las armas en la batalla de La Canela (Neiba) bajo las órdenes del general José María Cabral y luego fue hecho prisionero por las tropas españolas en el combate de Pizarrete, cerca del río Nizao. Guardó prisión hasta que fue canjeado en Puerto Plata al concluir la Guerra de la Restauración en 1865. Dentro de las tropas dominicanas en armas alcanzó el rango de general, el cual ostentó hasta su muerte.

Posteriormente, su repudio a la política antipopular del Gobierno de los Seis Años de Buenaventura Báez le obligó tomar el camino del exilio en 1868.

Billini se desempeñó como funcionario público llegando a ser diputado por Azua (1874), ministro de Guerra y Marina en 1880 y presidente del Senado y del Congreso para el 1882.

En las elecciones presidenciales de 1884 venció al general Segundo Imbert, y prestó juramento el primero de septiembre del mismo año. Pero renunció a dicho puesto el 16 de mayo de 1885, siendo sustituido por el vicepresidente Alejandro Woss y Gil. En la ceremonia de entrega del mando ante el Congreso Nacional sus últimas palabras fueron: “Creo que doy un buen ejemplo dando mis dimisiones espontáneamente y desapareciendo entre las sombras de mi casa, sin mezquinas aspiraciones para el futuro”. “Podré parecer ante todos bajando; pero yo siento que estoy de pie sobre la cumbre”.

Aportes

Este reconocido escritor fundó el periódico “El Eco de la Opinión” en marzo de 1879, semanario que circuló por más de veinte años y se convirtió en el paradigma de un periodismo reflexivo, con un toque de reseñas noticiosas.

De igual forma colaboró con otras publicaciones periódicas: “El Nacional”, “El Cable”, “Letras y Ciencias” y “Revista Científica, Literaria y de Conocimientos Útiles”.

Uno de sus aportes más destacado en cuanto a la literatura nacional dominicana es la novela “Baní o Engracia y Antoñita”, en la que enjuició la conducta político- social y las costumbres de los banilejos. También fue autor de otra novela: “Los enamorados de Carmita”, que publicó por entregas en el ya mencionado “Eco de la Opinión”; y de las obras teatrales “Una flor del Ozama” y “Amor y expiación”, esta última publicada en Imprenta El Pueblo en 1882.

Opiniones de autores A juicio del presidente de la Asociación Alianza Banileja, José Miguel Germán, el expresidente de la República se tuvo que dirigir adonde un prestamista para conseguir algo de dinero, esto luego de renunciar a la primera magistratura de la nación, cosa que le pareció bien extraña a la persona, ya que, esta suponía que luego de dejar un cargo público, el exfuncionario debe salir del cargo con recursos monetarios.

“En una ocasión Goyito se dirigió adonde un amigo que era prestamista en Baní, y le pidió prestados RD$20, propuesta a la cual este se sorprendió al tratarse de un ex presidente de la República”, explicó Germán.

En palabras de Andrés Blanco Díaz, quien recopiló cuatro tomos de escritos de Billini bajo el título común de “Más que un eco de la opinión”, este ha sido el mejor presidente que ha tenido Republica Dominicana, después le sigue Ulises Francisco Espaillat; y posteriormente Ramón Cáceres.

Blanco Díaz, quien actualmente está trabajando con la correspondencia del Billini, o sea las cartas guardadas por el escritor en sus archivos, y que, como documentos de primera mano, revelan y aclaran muchas cosas, o permiten plantear otras hipótesis sobre ciertos hechos. Por ejemplo, señala que, contrario a quienes afirman que Francisco Gregorio Billini ganó la presidencia sin apenas hacer campaña y gracias a un gran fraude electoral, la lectura de las cartas desmienten las afirmaciones vertidas en tal sentido. Blanco Díaz afirma que “Él, o sea Gollito, para llegar a la presidencia, se endeudó e hipotecó todo lo que pudo. En un momento llegó a confesar en alguna carta que ya no sabía de dónde agarrarse para hacer frente a las actividades propias de una campaña electoral y a las solicitudes de efectivo de los diferentes comités electorales de su candidatura”.

Este también refiere que en el periodo de gobierno de Billini “la pedidera formaba parte de la cotidianidad, los reclamos y exigencias de alguna asignación o nombramiento en un puesto por parte los que se sentían con derecho adquirido, por haber trabajado en la campaña electoral; o sea eran parte del diario vivir palaciego. Y los ejemplos están reflejados por doquier en las cartas”.

Y sostiene que una cosa que para él es importante: “Hay cartas que dejan muy mal parados a ciertos dirigentes y caudillos del Partido Azul. Y aflora la posición de algunos señalando que no estaban dispuestos a aceptar bajo ningún concepto ser gobernados por un presidente sureño (y Billini era del Sur) e, incluso, le harían la vida imposible hasta llevarlo a no juramentarse, o, ya juramentado, saltar del cargo, por una revolución que condujera a un golpe de Estado o forzándolo a presentar su renuncia. La conspiración de Lilís, quien quería tener a su incondicional Alejandro Woss y Gil en el mando, se puede rastrear en la correspondencia llegada desde diferentes partes del país”, agregó.

Sobre la obra “Baní o Engracia y Antoñita”

“La edición de 1892 la novela de Billini fue hecha un poco a la carrera, debido a la apremiante necesidad de conseguir recursos para reparar los daños causados por el paso de un fenómeno tropical en el Colegio de San Luis Gonzaga. Gollito se había hecho cargo de este centro docente desde la muerte de su tío, el presbítero Francisco Xavier Bilini en 1890. Esa circunstancia justifica, en parte, los tantos problemas que se notan en el texto, y que el propio autor dejara una versión revisada y manuscrita antres de morir”, narró Blanco Díaz.

SEPA MÁS

Muerte de Billini

Murió en su ciudad natal el 28 de noviembre de 1898 y al cumplirse el centenario de este hecho sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional de Santo Domingo.

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