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Las barreras del silencio (2/2)

Después de la escuela, ¿qué sigue para las personas sordas?

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Yadimir CrespoSanto Domingo, RD.

La discapacidad auditiva no significa una barrera para las personas sordas deseosas de trabajar e insertarse al mundo laboral, la falta de educación sí.

“El acceso a una educación de calidad impacta directamente en las oportunidades de acceso al mercado laboral, pues se torna más difícil contar con el perfil adecuado para competir en posiciones que requieren las empresas”, explica Ruth Fernández, asesora de Inclusión y Derechos Humanos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

José Osvaldo Hidalgo, un joven con discapacidad auditiva que ha recibido tantas negativas para ejercer los distintos oficios que ha aprendido, tiene el sueño de ser docente de Educación Física y Deportes en algún centro educativo.

José obtuvo la oportunidad para estudiar becado en una institución de educación superior del país, pero el proceso de inducción resultó complicado para él y su amigo Adriel Lamarche.

“Se me autorizó la beca, pero al entrar se nos ofreció un examen; tras aprobarlo tomamos la prueba PAA, una evaluación muy profunda y más para las personas sordas”, cuenta Adriel, de 26 años y también con discapacidad auditiva, aunque de forma parcial.

José Osvaldo describe la nombrada evaluación como “algo más grueso, de difícil lectura”.

“Para el intérprete era más fácil entender las palabras y simplemente leernos la prueba, pero ni siquiera eso teníamos permitido, que nos leyera la prueba en lengua de señas”, narra José Osvaldo lamentando el tiempo que ha perdido en la búsqueda de la realización de su sueño.

Ambos jóvenes atribuyen sus fallos a la complejidad de la prueba y, de forma especial, el vocabulario del examen.

Tanto Adriel como José Osvaldo tuvieron la oportunidad de terminar la escuela y prepararse de cierta forma para el mundo laboral, aunque ahora presenten dificultades para estudiar en la universidad. Pero otros no tuvieron la posibilidad de siquiera terminar la secundaria.

Barreras

En años anteriores, la mayoría de personas sordas que ingresaban a la escuela ni siquiera culminaban el bachiller, nivel conocido hoy en día como secundaria. Actualmente, esto representa una de las diversas barreras para las personas sordas conseguir empleo.

“Muchos no terminaron porque no hubo ninguna posibilidad para hacerlo y sabemos que muchos empleos tienen eso como requisito para trabajar”, explica Pablo Taveras, presidente de la Asociación Nacional de Sordos (Ansordo).

Para quienes pueden ingresar a la universidad tampoco es fácil. Jeannette Francisco, directora de la Escuela Nacional para Sordos describe las oportunidades de los jóvenes como “muy limitadas”.

“Cuando un sordo que tiene la habilidad y el deseo de formarse en cualquier área técnica debe como cualquier ciudadano en el país ir a esas instituciones de formación, imagínate con la barrera que se encuentra porque ahí no vas a tener la oportunidad que tienen en la escuela de tener un intérprete o tener un maestro que puede comunicarse con él”, explica Francisco.

Intérpretes

La principal barrera es la comunicación, no porque ellos no tengan cómo hacerlo, sino porque el resto de la sociedad desconoce la lengua de señas.

Como alternativa, Jeannette Francisco señala que los estudiantes deben pagarse un intérprete, servicio que resulta de alto costo porque debe cubrir todas las horas de clases, y una carrera tarda de tres a cinco años, normalmente. Por lo que las tarifas podrían ascender hasta a más de RD $25,000 mensuales.

“Sale caro si estamos hablando de que una persona sorda que está en la universidad necesita los servicios de un intérprete, les sale hasta más caro que la matrícula en la universidad”, agrega Francisco.

Aunque hay grupos de estudiantes que hacen arreglos y reúnen pequeños grupos de la comunidad para entre todos pagar el servicio, la directora de la Escuela Nacional para Sordos ha propuesto a academias de educación superior que dispongan de intérpretes por carreras.

“Si tenemos cinco sordos que les interesa estudiar Educación Física o Educación Especial, que haya un intérprete que pueda estar en un horario que se organice atendiendo a esas personas que están en carreras específicas”, sugiere la docente.

Conflictos

Otros se apoyan en la lectura labial, según Sandra Cuevas, pero previamente los estudiantes establecen algunos acuerdos con los profesores y los compañeros, como que se hable siempre de frente a la persona sorda.

Hace ya varios años que Pablo Taveras, presidente de Ansordo y asesor de lengua de señas en el Consejo Nacional de Discapacidad (Conadis), se graduó de publicista. En conversación con este diario, Pablo narra que el inicio de la carrera fue difícil, ya que la universidad no dispone de intérpretes y el gobierno tampoco ofrece facilidades.

“Algunos maestros tampoco entienden el tema de la cultura sorda, (…) cómo me da una calificación mala (el docente) por quizás no entender o no encajar conmigo; la parte visual que manejamos nosotros; entonces hubieron muchos enfrentamientos para cumplir esos cuatro años con éxito”, rememora Pablo, quien considera que el sistema todavía necesita muchos cambios para que se adapte a ellos.

De igual forma, Jeannette Francisco opina que el país debe prepararse y poco a poco dar asistencia a estas necesidades que tienen las personas sordas, “porque el único problema que tienen las personas sordas es la comunicación”, a no ser que tengan alguna otra discapacidad.

Entusiasmo

No todo es negativo en el proceso de inducción a la universidad. Priscila Taveras, estudiante de Educación Especial, recuerda que al iniciar sus compañeros estaban entusiasmados y querían entender parte de la cultura sorda, para poder comunicarse con ella.

“En mis clases con compañeros de la misma especialidad habían muchos estudiantes que tenían el interés de aprender la lengua de señas para mantener mejor comunicación”, cuenta con emoción impregnada en sus señas.

De igual forma, Arabellys Montero señaló el principio como difícil, pero sus compañeros y docentes la hicieron sentir lo que es, una estudiante más.

“Cuando inicié las clases no sabía cómo iba a trabajar, qué iba a hacer, no tenía intérprete, nadie sabía lengua de señas (…) Con mucho esfuerzo, tratando de hacer muchas preguntas a los compañeros de la universidad, más los maestros”, expresa Arabellys entre señas y sonidos.

Pese a estos aspectos positivos, sigue una barrera más: la económica. Pablo, como presidente de Ansordo exhorta al Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Mescyt) que disponga los gastos de al menos una beca, para buscar un intérprete para algunas personas sordas y brindarles educación a ellos también.

“Se están dando muchas becas e invirtiendo muchos millones de pesos en personas oyentes, quizás hasta viajando a otro país, pero no pensamos en las personas sordas”, expresa Pablo.

Instituciones

Dos instituciones educativas que se han dedicado por largos años a la enseñanza y pedagogía de las personas sordas son la Escuela Nacional para Sordos y el Instituto de Ayuda al Sordo Santa Rosa.

Ellas se dedican a ofrecer clases de lengua de señas a las familias de personas sordas, además de capacitar a sus estudiantes con cursos técnicos como electricidad o belleza. También imparten actividades extracurriculares y artísticas como bailar, cantar o actuación.

Asimismo, disponen de talleres de formación laboral y formación técnico profesional.

La importancia de un intérprete en la cultura sorda

“Mira vete atrás y espera un tiempo”, le dijeron a José al llegar a la emergencia de un centro médico. “Detente, tienes que ser paciente y esperar un tiempo”, José Hidalgo no tenía cómo comunicar su emergencia, el lugar carecía de intérprete de señas y el área médica se manejaba con tanta rapidez que no podían dedicarse a leer lo que él describiera en un papel.

Hay ciertas personas que tienen su trabajo, tienen horario completo, tienen compromisos, trabajan de servicio en oficinas, pero se les complica manejar la comunicación para actividades cotidianas.

“Si voy a un hospital o quiero ver algo en televisión no puedo saber qué pasa porque no puedo escuchar, entonces es importante la interpretación a nivel de gobierno y las instituciones privadas. Claro, hay programas quienes lo tienen y lo agradecemos, pero es uno solo, ¿y el resto?”, expone José, un joven de 23 años, con discapacidad auditiva.

Además de José, otras cuatro personas sordas coinciden en que el gobierno presenta intérpretes en la televisión o en contenidos en el celular, pero si van a alguna empresa o institución gubernamental, no disponen del intérprete.

Quieren comunicarse y no pueden, sino que tienen que escribir o asistir con sus propios intérpretes.

“Manejar la comunicación con instituciones del gobierno o empresas de servicios fue muy triste, tenía que llevar un intérprete para tener la comunicación con los prestadores de servicios”, expresa Adriel Lamarche, amigo de José.

Pero no todos pueden darse el lujo de pagar a un intérprete. Priscila Taveras, estudiante de Educación Especial y maestra de las clases a distancia por televisión, comenta que los precios varían según el tiempo y las capacidades de quien lo haga.

De acuerdo a Taveras, el costo puede ir de RD $300 a RD $600 la hora. Pero también el lugar, los conocimientos y las habilidades del intérprete influyen en el precio. Algunos cobran de RD $1,000 a RD $2,000 la hora.

Incluso, si es para instituciones de educación superior, un intérprete puede costar más que la matrícula universitaria.

País inclusivo

Visitar un hospital, entablar un diálogo con un agente del orden público, vacacionar en un hotel, asistir al supermercado o gestionar servicios en una institución pública, les resulta complicado a este sector de la población por la falta de intérpretes.

Mientras que a nivel laboral, muchos no pueden aceptar un empleo o ser contratados porque las empresas no cuentan con empleados que dominen la lengua de señas.

Lo mismo sucede con las escuelas o universidades, las cuales tampoco ofrecen el servicio de interpretación o cuentan con suficientes profesores preparados para desenvolverse dentro de la cultura sorda.

De acuerdo a José Hidalgo, la interpretación debe estar disponible de forma general para que toda la comunidad esté al tanto de lo que sucede en la cotidianidad y de las informaciones que brindan los entes públicos.

También considera que se le debe dar la oportunidad de trabajar en conjunto, igual que los oyentes, para quienes, según José, es fácil decir “no te entiendo”, mientras para algunos otros les resulta más fácil simplemente dejar a las personas sordas a un lado.

Como sociedad queda una tarea pendiente que no debe esperar más tiempo. Se trata de derribar la barrera social, la única más allá de la auditiva que les impide a las personas sordas hacer su vida en igualdad de condiciones que un oyente.