¿Qué es lo que más les preocupa a los dominicanos?

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José Lois MalkunSanto Domingo, RD

La deuda publi­ca nada que ver. Y aunque a mu­chos nos preocu­pa, para la ma­yoría del pueblo su mayor problema es otro.

El déficit fiscal mucho me­nos. Solo si le hablan de refor­ma fiscal, entonces los pelos se ponen de punta.

Las tasas de interés no cuentan, cuando se trata de coger dinero préstamo para comprar un bien. Es más im­portante aprovechar los espe­ciales del viernes negro, navi­dad o las ferias de vehículo.

El tipo de cambio tampo­co, mientras el dólar esté ba­rato y estable. La inflación les preocupa a todos, pero es co­yuntural y mundial y en me­nos de un año los precios vol­verán a estabilizarse.

¿Y entonces donde está el problema?

Muy simple. El empleo. No tener un empleo o tenerlo por un salario de miseria y sin se­guridad social (que es casi lo mismo) es el drama de la ma­yoría de los dominicanos.

Ahora con un sector publico que hay que desinflar, en me­dio de una pandemia que des­plaza a miles de empleados, la cosa se pone muy difícil.

En el sector privado la de­manda de empleo es gene­ralmente pobre y muy com­petitiva. Hay demasiado profesionales, técnicos medios y trabajadores especializados en todas las ramas, que no en­cuentran trabajo.

Tampoco olvidemos al mi­llón de haitianos que copan mi­les de empleos, que a los domi­nicanos no les interesa.

¿Como crear empleos for­males más rápido?

Con más inversión publica y con más inversión privada. La primera es una decisión polí­tica donde la proporción del presupuesto de gasto para in­versión debe aumentar al me­nos a un 20% del gasto total. En los últimos años el gasto de capital se ha ido derrumbado (14%) para darle paso a una empleomanía publica que su­pera las 700 mil personas, 60% de ellos innecesarios.

También para financiar a una mafia corrupta que go­bernó al país por años.

Y en cuanto a la inversión privada, hay que mejorar la seguridad jurídica, revisar algunos impuestos, promo­ver las alianzas público-pri­vada, erradicar la corrupción y romper muchas trabas en los trámites administrativos para aprobar nuevos proyec­tos de inversión en minería, turismo, energía, agroindus­tria e infraestructura.

Todo ello ayudaría a al­canzar una calificación cre­diticia a grado de inversión y con eso todo cambiaria. Los capitales extranjeros fluirían en abundancia. Pe­ro ese grado requiere, ante todo, una reforma fiscal que asegure la sostenibilidad de la deuda.

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