¿Qué es lo que más les preocupa a los dominicanos?
La deuda publica nada que ver. Y aunque a muchos nos preocupa, para la mayoría del pueblo su mayor problema es otro.
El déficit fiscal mucho menos. Solo si le hablan de reforma fiscal, entonces los pelos se ponen de punta.
Las tasas de interés no cuentan, cuando se trata de coger dinero préstamo para comprar un bien. Es más importante aprovechar los especiales del viernes negro, navidad o las ferias de vehículo.
El tipo de cambio tampoco, mientras el dólar esté barato y estable. La inflación les preocupa a todos, pero es coyuntural y mundial y en menos de un año los precios volverán a estabilizarse.
¿Y entonces donde está el problema?
Muy simple. El empleo. No tener un empleo o tenerlo por un salario de miseria y sin seguridad social (que es casi lo mismo) es el drama de la mayoría de los dominicanos.
Ahora con un sector publico que hay que desinflar, en medio de una pandemia que desplaza a miles de empleados, la cosa se pone muy difícil.
En el sector privado la demanda de empleo es generalmente pobre y muy competitiva. Hay demasiado profesionales, técnicos medios y trabajadores especializados en todas las ramas, que no encuentran trabajo.
Tampoco olvidemos al millón de haitianos que copan miles de empleos, que a los dominicanos no les interesa.
¿Como crear empleos formales más rápido?
Con más inversión publica y con más inversión privada. La primera es una decisión política donde la proporción del presupuesto de gasto para inversión debe aumentar al menos a un 20% del gasto total. En los últimos años el gasto de capital se ha ido derrumbado (14%) para darle paso a una empleomanía publica que supera las 700 mil personas, 60% de ellos innecesarios.
También para financiar a una mafia corrupta que gobernó al país por años.
Y en cuanto a la inversión privada, hay que mejorar la seguridad jurídica, revisar algunos impuestos, promover las alianzas público-privada, erradicar la corrupción y romper muchas trabas en los trámites administrativos para aprobar nuevos proyectos de inversión en minería, turismo, energía, agroindustria e infraestructura.
Todo ello ayudaría a alcanzar una calificación crediticia a grado de inversión y con eso todo cambiaria. Los capitales extranjeros fluirían en abundancia. Pero ese grado requiere, ante todo, una reforma fiscal que asegure la sostenibilidad de la deuda.