La República

Dictadura

Trujillo, resentido por la exclusión social

Dalton HerreraSanto Domingo, RD

El dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina no era de esos sicópatas de cárceles de poca monta, estúpidos y sin propósito, sino todo lo contrario”.

Así lo describe el psiquiatra José Miguel Gómez en su obra “Trujillo visto por un Psiquiatra”, un trabajo de investigación que abarcó tres años de entrevistas con familiares, amigos y amantes del sátrapa dominicano.

“Trujillo Molina era un tipo de antisocial diferente, pues en su personalidad llevaba consigo otros rasgos importantes como son el narcisista, histriónico, el obsesivo, paranoide, con un aprendizaje social y de influencias políticas”, sostiene el también escritor.

Además, señala que muchas de las conductas del tirano tenían el propósito de estar detrás del poder de las fuerzas y el dominio, por lo que se valía de cualquier medio para conseguirlo y mantenerlo, sin importar los escrúpulos.

“Trujillo era inteligente, tenía agilidad y habilidad mental, era astuto, tenía proyectos de vida, sabía lo que quería y como conseguirlo”, manifestó el especialista de la conducta.

Gómez desarrolló el perfil del dictador mediante los métodos fenomenológicos y del desarrollo biográfico de la curva vital, así como del desarrollo infanto-adolescente de la vida del “Jefe”.

También dice reconocer las habilidades de Juan Bosch y Joaquín Balaguer para hacer algunas descripciones de la personalidad de Trujillo, sin ninguno de los dos ser psiquiatras.

El antisocial Su impulsividad, los cambios de humores y emociones, mas su pobreza efectiva y carencia visceral de amor sin vínculos, lo llevaron a asesinar a funcionarios, amigos que le habían servido, a vivirle sus mujeres y sus hijas y luego decirlo.

Gómez expresa que Trujillo podía un día exaltar y elogiar a cercanos, y al otro día desacreditarlo en el llamado Foro Público.

“Esa falta de sentimientos, esa frialdad cadavérica, como a todo antisocial, le permitía comer y tragar tranquilo; saber que asesinaban a (Ramón) Marrero Aristy y a Virgilio Martínez Reyna y a su esposa embarazada, y acudir a dar el pésame como si nada. Así era Trujillo; así se comportan los antisociales”, indica.

El resentido Antes de hacerse con el poder, Trujillo fue rechazado en varias ocasiones por la aristocracia de la época, lo que provocó grandes secuelas en su personalidad que nunca lo abandonarían.

“Tenía un desmedido afán por ascender socialmente, pero fue víctima de varios rechazos sociales sistemáticos que no fueron interpretados de forma adecuada produciendo daños psicológicos, conductuales y sociales”, describió.

Según Gómez, en 1915 Trujillo le pidió a Ángel Morales, considerado en aquel momento un abogado de la élite, que le bautizara a su primera hija; Flor de Oro, pero Morales declinó ser su compadre. No obstante, años más tarde, ya cuando Trujillo se había apoderado del país, Morales se vería forzado a irse al exilio para jamás regresar.

Nunca olvidar Gómez hizo un llamado en su obra a las futuras generaciones a evitar que se repita el modelo totalitario impuesto por Trujillo durante 31 años en el país.

“Dedico esta obra a los que conocieron a Trujillo y no lo entendieron. A los que creyeron conocerlo y lo justificaron. A los que desean conocerlo, sin juzgarlo y sin justificarlo. A las presentes y futuras generaciones para que no copien este modelo de referencia social no sano, y menos, digno de imitar”, manifestó.

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