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Fuerzas Armadas en funciones policiales: ¿Una práctica que las fortalece o debilita?

Rafael G. Guzmán FermínSanto Domingo, RD

El pasado martes 11 de mayo fue designado el general de brigada Minoru Matsunaga PN, como nuevo director del Cuerpo Especializado de Seguridad Turística (CESTUR), quien sustituyó al coronel paracaidista Roberto Acevedo Tejada, FARD -nombrado interinamente-, luego que su anterior director, general de brigada piloto Juan Carlos Torres Robiou, FARD, pusiera a la disposición su cargo tras las denuncias de actos de corrupción en esa entidad, en medio de la investigación del Ministerio Público en la llamada Operación Coral.

Proceso investigativo que también menciona entidades como el Cuerpo Especializado para la seguridad del Metro (CESMET), entre otros “cuerpos especializados” que, desde mi punto de vista, son de competencia policial, pero que desde hace un tiempo han sido puestos bajo la tutela de las FFAA por razones que pretendemos analizar de manera sucinta, y que, a nuestro entender, han debilitado su rol natural y su esencia como institución defensiva.

Creo que la idea de crear “cuerpos especializados de seguridad para la defensa nacional” en las FFAA, que son claramente de naturaleza policial, ha sido un error grave, probablemente como resultado de una incorrecta interpretación de la Constitución de la Republica, específicamente en su Art 261, el cual cito: Cuerpos de seguridad pública o de defensa. El Congreso Nacional, a solicitud del Presidente de la República, podrá disponer, cuando así lo requiera el interés nacional, la formación de cuerpos de seguridad pública o de defensa permanentes con integrantes de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que estarán subordinados al ministerio o institución del ámbito de sus respectivas competencias en virtud de la ley.

En efecto, está muy claro que estos “cuerpos especializados” de las FFAA como CESTUR, adscrito al Ministerio de Turismo; el CESMET, para la seguridad del Metro; la Comisión Policial y Militar para la seguridad en carreteras (COMIPOL), adscrita al Ministerio de Obras Públicas; el Cuerpo Especializado de Control de Combustibles (CECCOM), adscrita al Ministerio de Industria y Comercio, entre otros, no son de competencia militar ni tampoco de esos ministerios señalados y, por vía de consecuencia, ha provocado una “policialización” parcial de las funciones militares que son contrarias a su propia doctrina, a la vez que desvirtúa la real naturaleza defensiva de estas instituciones. Esto trae como consecuencia derivada la pérdida del necesario espíritu de cuerpo como elemento de cohesión interinstitucional y la exposición innecesaria al cáncer de la corrupción.

Por estas razones, creo que en este contexto de vulnerabilidad, es necesario rescatar, reorientar y proteger a nuestras FFAA, pues su misión tradicional es, como en cualquier país, la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y, en caso necesario, salvaguardar la Constitución de la República y el orden constitucional.

Hasta el día de hoy, la justificación para la asignación de nuevos roles a las FFAA en la lucha contra la criminalidad organizada es una asunto muy distinto, pues suelen ser con carácter provisional, aunque también se sustentan en conceptualizaciones erradas sobre la seguridad nacional. Es por esta razón que defensores y críticos de esta sumersión en tareas de seguridad pública han saturado el debate con argumentos laxos, salvo las experiencias empíricamente obtenida a través de los años sobre las consecuencias derivadas del intervencionismo militar en temas de alta sensibilidad social, como el involucramiento y utilización por parte de sectores políticos de militares en actividades y operaciones netamente del quehacer político partidario, hasta el extremo …

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