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Turismo de vacunas

Retos y desafíos de una lucha contra el Covid-19

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URIDICI ORTEGA RONDÓNSanto Domingo, RD

Bien sea por el hecho de que algunos paí­ses inoculan a sus nacio­nales contra el COVID-19 considerando grupos es­pecíficos, o porque deter­minados estados efectúan tal proceso en la pobla­ción general mayor de 16 años, o debido a que dicho procedimiento no se desa­rrolla con la celeridad que algunos precisan, o sim­ple y sencillamente a cau­sa de que la demanda de vacunas supera la oferta, se observa cómo las per­sonas toman la resolución de viajar hacia otro país, a los fines de aplicarse la va­cuna anticovid en una na­ción distinta a la que resi­den.

Lo esbozado ha dado curso al estreno de lo que unos reconocen como un nuevo modelo de turismo, sí, ese del que ya habrás oído, tildado “Turismo de Vacunas”. Por añadidura, las redes sociales han te­nido un rol preponderan­te en la difusión de este ti­po de turismo, pues se dan casos en que los turistas inoculados descubren sus certificados de inmuniza­ción mediante las redes. Obviamente, en virtud de la índole de la publicación en cuestión, germina una reacción en cadena, que culmina en la cacería por la adquisición de la suso­dicha.

Valga decir, que por el momento, Rusia, India, Dubái, Emiratos Árabes, Cuba, Maldivas y Costa Rica se perfilan como po­sibles destinos de turismo de vacunas, incluso se ase­vera que ya trabajan en la consolidación de esa ofer­ta. Igualmente, la procli­vidad hacia esta forma de turismo ha suscitado que agencias de viajes armen paquetes hacia ciudades donde es válido vacunarse independientemente del lu­gar de residencia o ciudada­nía.

En Estados Unidos, don­de parece que las vacunas pululan por doquier, a la fe­cha de redacción de este es­crito, resulta ser, según da­tos del portal Travel Off Path, que es admisible vacu­narse siendo turista en los estados de Arizona, Texas y Louisiana, aunque, paradó­jicamente, en Florida, tras el malestar que generó en los estadounidenses que un alto porcentaje de las dosis disponibles fuesen surtidas a turistas, se resolvió tomar medidas al respecto, acto que fue emulado a inicios de este 2021, eludiendo al­gunas, por ciudades como California, New York y Was­hington.

Ahora bien, el turismo de vacunas de igual modo, po­ne en relieve, desde mi óp­tica claro está, el Turismo de Salud. Enfatizo en esto, porque el turismo de salud no es más que la acción de viajar a un país o región por motivos médicos. Esta cla­se de turismo concentra el aprovisionamiento de una serie de servicios médicos que van desde tratamien­tos de curación, preven­ción, odontología, estética y bienestar. Siendo así, ¿por qué vacunarse contra el CO­VID no encajaría en este es­quema? Pues sí, vacunarse también es un servicio mé­dico. En las Américas, paí­ses como Costa Rica, Cuba y nuestra amada Repúbli­ca Dominicana tienen vas­ta experiencia en el turismo médico, en razón de que se practica desde antaño. Aun­que he de admitir, que las analogías o discrepancias que pudiesen conllevar am­bos tipos de turismo, si es que son opuestos, son me­recedoras de otro artículo.

Volviendo a lo que nos compete, me ha impresio­nado la logística de los ru­sos, ya que no se les fue una, pensaron en todo. A modo de resumen, su oferta incluye la vacuna Sputnik V de forma gratuita, pagando sólo la tarifa del tratamien­to en la clínica privada por un monto no superior a los 220 euros, la inoculación se lleva a cabo durante un via­je de spa y bienestar de 3 ó 4 semanas, con la opción de visitar a Moscú en dos viajes cortos (4 días/3 noches ca­da uno) si así se desea. Asi­mismo, la oferta sanitaria se complementa con excursio­nes, al igual que otros servi­cios, cuyo valor oscila entre los 3.000 euros.

A modo de conclusión, sostengo que el turismo de vacunas no es algo nuevo, viajar por servicios de sa­lud es una práctica incluso madura en algunos desti­nos turísticos. Sin embargo, el auge de esta tendencia conlleva desafíos, los esta­dos deben seguir luchan­do encarecidamente por el abastecimiento de vacunas, y aquellos con excedentes, una vez inoculados sus na­cionales, podrían sopesar donarlas a países vulnera­bles. Para medir esto en su justa dimensión es facti­ble recalcar que, América Latina sólo ha recibido al­go más del 8% de las dosis anticovid disponibles en el mundo.

Particularmente en Es­tados Unidos, el escepticis­mo que produce la aplica­ción o no de la vacuna en sus nacionales, provoca un excedente de éstas, pero también, las llegadas ma­sivas de extranjeros para los fines dictados, podrían desencadenar xenofobia en los países que no ven con buenos ojos el turismo de vacunas.

Por ejemplo, que agen­cias de viajes y tour opera­dores impulsen paquetes turísticos con estadía pro­medio de cuatro semanas, con certeza seguirá engen­drando disentir en países en los que esta usanza no goza de estima. Tal como acaeció en Estados Uni­dos, cuando el director de Emergencias del Estado de Florida, Jared Moskowitz, sentenció:

“No se permite el turismo de vacunas. Es detestable, la gente no debería venir aquí para recibir una vacu­na y salir volando”.

Otro aspecto relevante, gira en torno a la legali­dad de esta actividad, has­ta ahora los visados para turistas no desautorizan la vacunación, por lo que, teóricamente, es una prác­tica legal. Empero, a falta de un aval de un organis­mo oficial, y debido al tan­gible malestar que origina según el país, no es nada desdeñable que en lo su­cesivo se tomen medidas en algún punto para tra­bar esta forma de turismo, como en efecto, ya se ha obrado en los Estados Uni­dos de América.

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