Hotel, peluquería y Spa para tratar como reyes a 1,000 perros

Desde niña, Luz Hernández Javier se ha dedicado a conocer y cuidar los perros.

Desde niña, Luz Hernández Javier se ha dedicado a conocer y cuidar los perros.

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Cándida AcostaSanto Domingo, RD

La doctora en veterinaria Luz Hernández Javier atravesó muchas dificultades antes de estudiar esa profesión en la UASD, pero su deseo de ayudar a los perros, animales a los que aprendió a cuidar desde niña cuando su abuela le regaló un “can” y los perritos se morían por desconocimiento de cómo cuidarlos, la llevó a abrir un centro de cuidado que hoy es un negocio familiar que se conoce como Pet City con un portal en Instagram y asesoría de la Iniciativa de Emprendimiento para Mipymes de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).

Pet City es una clínica veterinaria que opera como hotel, peluquería y Spa para estos animales.

Tiene casi 1,000 clientes y figura dentro de los casos de éxitos de la universidad. Su historia no es otra muy distinta de las grandes travesías que pasan los jóvenes para desarrollar su emprendimiento, pero se convierte en escuela para miles de otros que desconocen cómo comenzar.

Su historia Hoy con 42 años, profesional y con un negocio familiar que ha forjado con mucho esfuerzo, Luz recuerda que su amor por los perros comenzó cuando a sus nueve años de edad recibió de regalo un perro de su abuela materna, y ni su familia tenía conciencia de que había que llevarlo al veterinario y al verlo sufrir se prometió estudiar esa carrera de la que había muchos tabúes, de que “se iba a morir de hambre” en esa profesión y que en la UASD no se podía estudiar por las huelgas.

Relata que contra viento y marea ya con 25 años y el intento de graduarse de otras profesiones, se matriculó y asistía a la facultad en Engombe hasta graduarse, donde la completó con pocas materias.

Sus dificultades económicas fueron “duras”, ya que el vivir en la zona Oriental de la Capital tenía que permanecer el día entero en la universidad donde realizó un trabajo informal y vendió ropa interior, prendas y “fantasías”.

Venció dificultades En medio de ese proceso tuvo cuatro hijos y no podía buscar trabajo formal porque las secciones de la carrera eran únicas.

Su proyecto inició con poco capital, como un sueño, sin tener conocimiento empresarial, por lo que comenzó su negocio de forma empírica, pero por medio de las recomendaciones de clientes se sumaron otros.

“Todo esto fue sin préstamos, con recomendaciones fuimos subiendo poco a poco”, dijo la veterinaria.

Su mayor lanzamiento provino del centro de apoyo a las Mipymes de la UNPHU, porque ahora conoce como llevar las cuentas, regularizarlo, tener una línea gráfica, riesgos, como manejar su empresa, “y eso me ha ayudado mucho a sobrevivir”.

Negocio familiar En la veterinaria, el esposo de Luz se encarga de ayudarla con la peluquería y el bañado de los perros, además de que también estudia veterinaria.

Tienen una secretaria pero el trabajo lo hacen en equipo como un negocio familiar.

También se auxilia de médicos cirujanos y cardiólogos, centros diagnósticos y oftalmológicos.

Su empresa, ubicada en la calle Loyola esquina San Antón, está en la red social Instagram. Ahora buscan un local más amplio y tratan de conseguir vehículo.

En la época más crítica de inicios de pandemia cerraron por poco tiempo y ya tienen cerca de 1,000 clientes fijos y otros que cruzan por el local y hasta de fuera del país que ven toda la información por la internet.

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