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Enfoque: Entrevista

Chuck Palahniuk: “A largo plazo, el asalto al capitolio será bueno”

Palahniuk, durante la sesión de fotos en Portland. TOJO ANDRIANARIVO CONTACTO.

Palahniuk, durante la sesión de fotos en Portland. TOJO ANDRIANARIVO CONTACTO.

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Anatzu ZabalbeascoaMadrid, España

El Capitolio tiene la forma de los edificios grandiosos para que quienes están fuera se sientan impotentes y los de dentro omnipotentes. Alterar la historia de la humanidad no requería más de una hora. La policía no se implicó”. El día del ajuste, la última novela de Chuck Palahniuk (Pasco, Washington, 1962) anticipó lo ocurrido en el Congreso estadounidense el pasado 6 de enero.

Criado en Portland, junto a un bosque donde se refugiaba cuando sus padres discutían, y formado como periodist, tras trabajar como mecánico publicó a los 31 años su primera novela, El club de la lucha. Hasta entonces sus desasosegantes libros habían sido rechazados, pero cuando David Fincher convirtió esa obra en una película, protagonizada por Brad Pitt, cambió definitivamente su suerte: había detectado un descontento generalizado que lo acercó a millones de lectores. Hoy vive a las afueras de su ciudad con su marido, Mike. Nos atiende por Zoom con su perra Egg,una boston terrier que llega hasta la pantalla y saluda.

• ¿Qué le hizo pensar que tomarían el Capitolio? Parecía la progresión natural de las cosas. Cuando uno no puede comunicarse, expresa su frustración de forma física. Es nuestra guerra para identificar a los nuevos líderes.

• ¿Está diciendo que del asalto podrían salir futuros líderes políticos de su país? Sí. Los líderes se distinguen del resto por su valor durante las batallas.

• ¿El asalto hirió la democracia estadounidense? No. Demuestra que estamos vivos. Fue la batalla en ausencia de una guerra. A largo plazo, será bueno.

• ¿Lo condena? ¿Usted condena la salida del Sol por la mañana? Forma parte de cómo funciona la sociedad y sirve para permitir que una nación se mantenga viva. Es natural.

• ¿Liderar el futuro exige ser violento? Estamos ante un mundo tan poblado que no habrá oportunidades para todos. La gente encontrará caminos radicales para dar con su oportunidad.

• Escribió que los policías hicieron la vista gorda mientras los ciudadanos irrumpían. ¿Qué pasó con la policía del Capitolio? Hay quien considera que no intervinieron porque necesitaban por lo menos un muerto antes de actuar. Otra teoría es que la policía estaba de acuerdo.

• ¿Su libro puede haber instigado esa acción? Estamos ante una generación que no ha demostrado nada en el mundo. Buscan la ocasión de probar de qué son capaces. Necesitan ese reto.

• ¿Destrozar? Apenas aprendemos nada de la paz. La ruptura es el paso previo a la construcción de algo nuevo.

• ¿Trump fue un líder del siglo XXI? Ha sido una decepción para quien lo vio como líder. Como Reagan, ha sido una figura paternal. Durante los ocho años de Obama no hubo casi protestas. La gente solo protestó tímidamente ante un presidente negro para no parecer racista. Las protestas surgen siempre contra un hombre blanco en la Casa Blanca.

Es decir, contra el poder habitual. Se nos permite protestar ante la figura paterna. Y, rico y blanco, Trump lo era, sobre todo tras ocho años sin protestar.

¿Qué hizo que tanta gente pobre votara por Trump, que no solucionaría el sistema de salud? Prometió solucionar la inmigración, que a los ojos de esos americanos es una amenaza. No lo hizo.

¿El peligro de fascismo existe en Estados Unidos? El fascismo muta. Primero une, luego cambia. La gente que siente necesidad de una guerra civil.

Describe la masacre de los educados a manos de los ineducados. Los que matan en mi libro se sienten traicionados por su educación. Salí de la universidad con una formación que me sirvió de muy poco y con una gran deuda. Me sentí timado por la academia, que no enseña destrezas, sino ideología. La ideología no paga las facturas.

• Parece escribir a un mundo herido. ¿Es su manera de decirles que los ve? No escribo para ayudar a nadie. Cojo mis frustraciones y las amplío hasta agotar mi reacción ante esos problemas. Si las llevo a escenarios monstruosos, mi problema desaparece.

• La frustración de El día del ajuste… Era mi hartazgo de ver a los políticos discutir sin solucionar nada. Estaba harto de que buscaran la atención del electorado en lugar de hacer política. Fue mi catarsis.

• No necesitará terapia. No. Soy capaz de disolver mis propias frustraciones. Aquí el taller de escritura ha reemplazado al psicoanalista. Durante años, la gente iba al psicólogo. Pero era muy caro y el sistema público de salud comenzó a darles calmantes que reprimían el conflicto no resuelto. Ahora la gente prefiere escribir sobre sus problemas y discutirlos. La escritura reemplaza a las drogas psicotrópicas.

•¿El enfado y la venganza pueden cambiar el mundo? Sirven para avisar de la necesidad de cambio, pero no pueden durar siempre porque lo aniquilan todo.

•¿Es nihilista? Heidegger lo escribió: tienes que entender que todos vamos a morir antes de poder entregarte completamente a tu pasión.

•¿Es rico? No, porque mi contable me robó durante años. Pero comparado con la pobreza de mi infancia, soy muy rico.

•¿Es un esclavo de sus seguidores? Siempre busca algo más chocante… Escribo como cuando no publicaba: encuentro algo de mi vida que no puedo resolver y busco la manera de explorarlo en una historia hasta agotar cualquier reacción. Aunque nadie me publicara, escribiría así.

• Defiende que el amor es demasiado abstracto como para escribir sobre él, pero es el gran tema. Un escritor decente no puede imponerle sentimientos al lector. Debe construir las condiciones para que sea el lector quien sienta las emociones. Tienes que conducirlos a la emoción. Cualquier atajo está prohibido.

•¿Y si al final de su vida se pregunta por qué escribió salvajadas y no buscó el amor? En cada uno de mis libros hay una relación amorosa. Simplemente son poco convencionales. Son gente que trata de conseguir amor de manera no recíproca.

• Antihéroes insensibles…, ¿por qué le interesan? Porque es como veo el mundo: gente que se maquilla para que le den likes. La gente necesita reconocimiento y atención incluso si lo logra de forma deshonesta. El resultado es que el yo verdadero no es el que se entrega a los demás y el amor que consiguen tampoco es verdadero. Ese circuito absurdo mueve el mundo. Por eso hay que empezar haciendo reír: para cuando llega lo ofensivo, los lectores están dentro y no pueden dejar la novela.

•¿A eso aspiran sus lectores, a conocer el final? El ansia por conocerlo les hace avanzar. Mi trabajo es engañarlos. Si anuncias en la primera página que vas a escribir una historia tan ofensiva que te vas a desmayar, la gente dejaría de leerla.

•¿A qué es adicto? A la escritura. Ahora mismo bebo demasiado vino blanco, pero creo que tiene que ver con el confinamiento. Mis personajes buscan modelos que les funcionen.

•¿Qué le da seguridad? Saber que no voy a vivir para siempre, saber que haciéndome el gracioso solo voy a llegar hasta un punto.

•¿Qué hay de bueno en la humillación? Trato de mostrar al lector su mayor miedo y la superación de ese miedo. En muchos cuentos infantiles mueren los padres. La mayoría de mis lectores son jóvenes. Quieren ver a alguien que lo pierde todo y no queda destrozado por ello. Scarlet O’Hara es guapa, loca, joven y lo pierde todo. Pero al perderlo consigue otra forma de poder más allá de su juventud.

• Ha escrito que cuando uno cumple 30 años se convierte en su peor enemigo. ¿Fue su caso? Los 30 son una edad de incertidumbre, pero solo la dificultad abre puertas.

•¿Qué puertas se abren con 58? Sé que lo peor define lo mejor. La epifanía solo es posible tras el desastre que la precede. El desastre tiene que ser de la magnitud suficiente para permitir el renacimiento.

El escritor en sus aguas creativas.

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