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Enfoque Periodismo

Silencio, Cancelan más periodistas

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Salvador Enguix ValenciaESPAÑA TOMADO DE LA VANGUARDIA VALENCIANA

En las próximas se­manas varias redac­ciones de diarios valencianos o de de­legaciones de diarios nacionales van a quedar reduci­das o mermadas con los despidos de redactores y redactoras anun­ciados. Y más allá de algún co­municado de los afectados o de alguna asociación profesional, el silencio es profundo, ensordece­dor. Recuerdo cuando los medios (no todos, cierto) nos volcamos en denunciar los despidos en Ca­nal 9, por ejemplo (si tienen du­das miren las hemerotecas). Polí­ticos, agentes sociales y una larga nómina de notorios y notorias voces clamaron, con justicia, por evitar el drama, que finalmente el PP ejecutó.

Pero cuando esto sucede a pe­riodistas de medios privados mu­chas voces callan (también en À Punt ahora, que quede claro); in­cluso recientemente los hubo en el ámbito político que hasta se alegraron. Es decir, aplaudieron que hombres y mujeres perdieran un derecho fundamental en la vi­da como es el del trabajo y, con él, los ingresos necesarios para po­der tener una vida digna, ellos y sus familias. Peor aún, pocos les reprocharon su indigna actitud, que prodigaron en las redes so­ciales; espacio en ocasiones con­vertido en basurero de los peores esputos.

Despiden periodistas y ese si­lencio confirma que son muchos los que, en definitiva, desean ver unos medios de comunicación más débiles; porque la fuerza de un periódico en papel o digital, de una radio o de una televisión, no es otra que su gente. Son los mis­mos que después, en las redes so­ciales, quieren emular este viejo oficio alimentando sus reflexio­nes sobre el trabajo de esos mis­mos periodistas que se mueven bien en la trinchera, entre los ba­rros de la política, la economía, la cultura, los sucesos o el deporte, entre otros.

Muchos, además, son políticos o expolíticos (también hay algu­nos académicos) contentos con el fin de la intermediación de los medios de comunicación tradi­cionales, que han encontrado la vía adecuada para llegar a la opi­nión pública sin que un periodis­ta tenga que tocar las narices con­trastando esa información.

No se equivoquen; lo que les fastidia a estos es que desde el periodismo se cuestione “su ver­dad”. Nada nuevo; la pulsión de machacar a los periodistas existía antes de la eclosión del paradig­ma digital; la diferencia es que ahora se percibe, y que no se cor­tan, van a cara descubierta.

Parece una obviedad, pero sin periodistas no hay periodismo; y yo les añado más: sin periodistas en buenas condiciones labora­les es muy difícil ejercer este ofi­cio con independencia. Esto ex­plica que no sean pocos los que deciden abandonarlo, abrazan­do nuevos trabajos en gabinetes de comunicación institucional o corporativa; pagan mejor que en muchos medios de comunicación y los horarios no son tan duros. Es comprensible. Muchas buenas firmas han abandonado la trin­chera en estos meses. Una pena.

Esta situación alcanza a los alumnos y alumnas de periodis­mo, a los que muchos profesores y profesoras insuflan pesimismo y desánimo sobre el futuro de la profesión; y cada año se graduan casi 700 en la Comunidad Valen­ciana, entre Periodismo y Comu­nicación Audiovisual. Yo siempre les digo lo contrario, porque es mi convicción. Es un oficio duro, mal reconocido, con enemigos en cada esquina y con no pocas dificultades para encontrar una buena empresa; pero es el oficio más apasionante que se pueda ejercer.

Los que callan ante esta rea­lidad creen también que cual­quiera puede ejercer este oficio, aunque nunca en su vida haya cavado una trinchera, ni siquiera un simple breve en una hoja pa­rroquial. Y desde esa premisa, si cualquiera puede ejercerlo para qué narices necesitamos los pe­riódicos. Es, en definitiva, lo mis­mo que piensan Donald Trump, Bolsonaro o Boris Johnson, y con los efectos conocidos en las socie­dades que aún gobiernan.

Tomen nota, porque el perio­dismo no morirá y no tardará en salir fortalecido, como ya se ob­serva en EE.UU.; y a los que ca­llan no d0igan después que al­zaron la voz, porque será una mentira, o como ahora dicen los académicos una fake news.

SON POLÍTICOS O EXPOLÍTICOS, EMPRESARIOS Y ACADÉMICOS CONTENTOS CON EL FIN DE LA INTERMEDIACIÓN DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN TRADICIONALES, QUE HAN ENCONTRADO LA VÍA ADECUADA PARA LLEGAR A LA OPINIÓN PÚBLICA SIN QUE UN PERIODISTA TENGA QUE TOCAR LAS NARICES, CONTRASTANDO ESA INFORMACIÓN.

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