Ciudad

“Nos estamos ahogando”

La guillotina que pende sobre la rancheta de Simeón y Hortensia

Simeón y Hortensia piden ayuda de las autoridades; su casita está en mal estado y no pueden ni siquiera recibir visitas de sus nietos./RAÚL ASENCIO

El ranchito de Simeón y Hortensia, en la ribera del Ozama, debajo del puente Francisco del Rosario Sánchez, mejor conocido como “Puente de la 17”, está al borde del colapso.

Aquel ranchito pasa los días consumido por un torrente de agua que sale de un tubo mayor roto, de 18 pulgadas, ubicado en el mismo pasadero.

Simeón y Hortensia, una pareja de mayores de 60 años, tienen que vivir como si todos los días fuesen días lluviosos, debido al aguacero que emana sin cesar del tubo fracturado.

Sumado a esto, la casa enlodada, el techo filtrándose por las maderas del caballete, que están podridas, el agua cayéndole a la cama y con un charco que se hace en el baño y cerca de la división que tienen del cuarto con la cocina.

“Nosotros estamos aquí aguantando. Las piernas no me sirven. Esa mujer y yo estamos vivos de dichosos. Ya yo tengo un reumatismo de esa agua en esa pierna, que no puedo caminar. Es con un bastón que yo debo caminar”, expresa Simeón, quien forma parte de las 24 familias fundadoras del lugar.

“Ya los ranchos yo los tengo en el suelo y a mí como soy pobre me tienen como una burla aquí. Todo estos ranchos me lo han echado a perder y no tengo posibilidad de resolver”, comentaba Simeón, quien ha dado varios viajes hacia las autoridades y estos siguen sin responder.

Denuncian que la grieta del tubo es un problema que tiene años, y que afecta no sólo a ellos, sino a toda la comunidad, que las autoridades pasadas lo sabían y, sin embargo, hasta el sol de hoy siente que lo tienen dando vueltas y no se ha resuelto nada.

“Desde las autoridades pasadas, fui a la Caasd para que vinieran a resolver ese problema. Ellos quedaron de venir a resolver ese problema ahí y no vinieron”, dijo.

Además, temen por la vida los comunitarios, ya que aseguran que en cualquier momento el tubo puede desprenderse, caer y llegar a acabar con la vida de algunas personas.

“No se sabe a la hora que ese tubo se desprenda y mate gente aquí, porque eso es lo que se está buscando. Para venir a resolver el problema cuando eso pase”, comentó.

“Yo quiero que por favor usted me ayude. Dígale a esas personas de la Caasd o al mismo presidente que las personas debajo del puente estamos pasando a vida o a muerte porque el tubo está destruido y estamos en peligro”, manifestó Hortensia.

El ranchito Para llegar al humilde ranchito de Simeón y Hortensia, cerca de las riberas del Ozama, debajo del puente Francisco del Rosario Sánchez, o De la 17, hay que bajar unas escaleras de cemento.

Justo en el último escalón al lado de la cañada de la ribera, en dirección a la derecha es que se encuentra el hogar de los señores.

El ranchito está cubierto con una lona naranja arriba, para protegerlo del agua, debido a los agujeros que tienen las hojas. Por allí hay que andar con sombrilla.

La entrada a la casa, está adornada con una puerta de tablas de madera, pintadas de amarillo con verde, hay dispuestas dos sillas de guano y un cuadro del Sagrado Corazón de Jesús. Es la número E-21. Dentro, la casa siempre está mojada. Hortensia comenta que está cansada de sacar el agua de la casa y cuenta que se cayó y duro 23 días con un yeso en una de sus piernas producto de la caída.

“Eso es un mar de agua que cae de ese tubo ahí arriba. Nosotros no podemos resolver ese problema, pero ellos lo pueden resolver. Ellos montan una grúa allá, soldán eso y ya. Nos estamos ahogando. Yo tengo mis nietecitos chiquitos aquí y ni siquiera los dejo que vengan. Mire todas las filtraciones que tiene esa casa. Estamos en la calle. Yo no me merezco esto”, señalaba Simeón.

El problema del tubo El tubo mayor que pasa por arriba del puente Francisco del Rosario Sánchez, De la 17, es el tubo que le da agua a muchos sectores a nivel nacional. Según las familias fundadoras, el tubo mayor de 18 pulgadas tiene más de 40 años, es muy viejo.

El problema comenzó con una simple gotera, pero los moradores cuentan que el descuido y la falta de atención han provocado que ahora la situación sea mayor y se pierden millones de galones de agua.

“Cada día más se amplia; cuando mandan el agua dura más de 12 o 15 horas y toda esa agua se pierde. Eso está botando agua desde hace varios años”, dijo el pastor de la comunidad Brígido Brito.

“Les pedimos a las autoridades que por favor nos ayuden con ese problema, ellos saben que el agua se está perdiendo”, aseguró Brígido, quien es también el presidente de la Junta de Vecinos de la comunidad.

“Nos dijeron que hiciéramos una nueva comunicación para resolver el problema y tratarlo con unos contratistas, porque ellos no tenían las herramientas para arreglar el tubo, un tubo que si se rompe puede matar a alguien si se abre completo. Ya a nosotros como comunitarios nos da vergüenza hablar”, expresó.

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