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“Legisladores a la Bar-B-Q”, Día de la Constitución

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B. Génesis Rodríguez GonzálezSanto Domingo, RD

*Así, hace ya unos 36 años se refería el Dr. Juan Manuel Pellerano Gómez (“JMPG”) en un artículo publicado en este mismo Diario (25 de mayo de 1985), en resumidas cuentas, a la visión de los gobernantes dominicanos respecto del régimen político que la Constitución organiza y la democracia que esta conlleva.

Inicio este artículo de este modo, entre otras razones, por aquello de que “los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla” y ante el escenario político actual, de nuevas autoridades cuyas consignas son promesas de cambio para un pueblo cuya situación social frecuentemente es tildada de trágica, y realidad esta que cuando proviene de un político que no está en el disfrute de las prebendas del Poder es adornado con imágenes escatológicas (cfr. JMPG, “A mi hijo Juan Manuel”, Listín Diario, 1/11/1986).

Por igual, decía el Dr. Juan Manuel Pellerano en los años 80 que podría pensarse que este tipo de afirmaciones representa una concepción de la vida nacional que proviene de las vicisitudes del pasado que frecuentemente se denomina el “pesimismo dominicano”, que se ha convertido en una fuerza histórica que da características peculiares a la sociedad, cuyas raíces están en la inveterada falta de arraigo del hombre a esta tierra, originada en “hechos sociales que dan a la sicología colectiva signos evidentes de manifestaciones de autodesprecio, tristeza, fatalidad, desconfianza, y rasgos inequívocos de minusvalía y pesimismo”.

Para otros de los que afirman que la situación de los dominicanos es trágica, entienden, que es producida por hechos que gravitan desfavorablemente sobre la estabilidad social. Quienes así piensan sostienen que los hechos que pautarían el futuro dominicano son: a) el agotamiento de los recursos naturales; y, b) el ejercicio del poder en provecho de una minoría.

Ambos puntos tienen un punto de convergencia entre sí: la cláusula del Estado Social y Democrático de Derecho, uno de los cimientos de la Constitución que hoy en día nos organiza social y políticamente.

Y es que, como diría el profesor Pellerano, los fundamentos de la Constitución varían según se le considere como realidad social, esto es, se identifique con la constitución social, o se le considere como instrumento jurídico. Aunque la constitución social y la constitución política evidencian tener naturaleza y objetos distintos, ambas poseen la misma base: la sociedad a la cual corresponden, lo cual hace que la Constitución política solo sea valedera en cuanto expresa la organización del poder que se produce en el conglomerado social; cuando esto ocurre, la Constitución se tipifica como realidad social.

Recordar estas palabras de un gran Maestro en esta fecha en que celebramos el Día de la Constitución no es fortuito, sino que tiene varios propósitos, especialmente, llamar la atención de quienes hoy nos dirigen en cuanto a la necesidad de romper con la [malsana] tradición de una élite del poder que se trasvasa en la transmisión de mandos a que ha dado lugar el régimen liberal, y con el [nocivo] círculo en el que un nuevo gobierno solo significa la sustitución de unos individuos por otros.

Si vamos al texto constitucional vigente, tenemos que “La República Dominicana es un Estado Social y Democrático de Derecho, organizado en forma de República unitaria, fundado en el respeto de la dignidad humana, los derechos fundamentales, el trabajo, la soberanía popular y la separación e independencia de los poderes públicos”. Esta afirmación constitucional implica al mismo tiempo la creación de un Estado garantista en donde se asuma la supremacía de la Constitución, debiendo de este modo observar sus mandatos antes de emitir cualquier normativa adjetiva que no se ajuste a los principios y valores contenidos en esta que sirven de guía a todo el ordenamiento jurídico.

Así las cosas, la fórmula “Estado Social y Democrático de Derecho” indica que el Estado no sólo está basado en el respeto de los derechos fundamentales y la separación e independencia de los poderes (Estado de Derecho) ni en la soberanía popular (Estado Democrático) sino que también es un Estado que procura el respeto a la dignidad humana, que solo puede lograrse allí donde se remueven los obstáculos a la plena igualdad de todos los dominicanos, lo cual implica sobre todo la garantía de los derechos sociales y la referencia social de todos los derechos fundamentales (Estado Social).

Hechas estas reflexiones, creo que debemos concluir diciendo que, en ocasión del Día de nuestra Carta Magna, todos los dominicanos, especialmente aquellos que nos dirigen, debemos fundamentar nuestro accionar en la letra del texto constitucional, que más que un simple pedazo de papel, crea las bases para pasar del Estado de Injusticias en el que la praxis política ha convertido nuestra vida republicana, a un Estado donde se tenga como sistema el ideal de los fundadores de la Patria, un Estado donde pasemos a ser devotos de los derechos de los demás, donde dejemos atrás el comportamiento de “lo mío es mío y de lo tuyo, ya veremos” y pasemos a contribuir a eso que muchos llaman el derecho a la felicidad o la felicidad colectiva, que nos es más que otra manifestación del Estado Social y Democrático de Derecho, que, como siempre decía el Doctor JMPG, se debe al dominicano, máxime al “dominicano de a pie” que día a día tiene que luchar por que sus derechos no sean desconocidos.

¡Feliz Día de la Constitución!

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