Más de 30 cirugías no han podido sanar las cicatrices que le dejó el “ácido del diablo”

LAS HUELLAS QUEDAN 11 AÑOS DESPUÉS

Domingo Suero tiene un taller donde confecciona gorras. VÍCTOR RAMÍREZ/ LD

Domingo Suero tiene un taller donde confecciona gorras. VÍCTOR RAMÍREZ/ LD

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Maritza Morillo SueroSanto Domingo, RD

La tragedia de Yocairi Amarante, ha vuelto a revivir en Domingo Suero, de 40 años, aquel fatídico 25 de enero del 2009, cuando a las 7:30 de la noche, al igual que a la joven, le arrojaron la sustancia conocida como “ácido del diablo”, que no solo le desfiguró el rostro y gran parte de su cuerpo, sino que le cambió la vida para siempre.

La historia de esta joven, madre de una niña, le causa una tristeza inmensa, porque además de pasar por la misma situación, lleva el mismo nombre de la persona con la que él se encontraba en un carro público y a quien iba dirigido el también denominado “plomerito”.

A Yocairi Cuevas, de 20 años, su exmarido, quien quería reconciliarse con ella, la siguió desde el centro de estudios donde recibía docencia junto a Domingo, en ese entonces de 29 años, y en un semáforo de la avenida Sabana Larga, se detuvo al lado vehículo en el que ambos se desplazaban y sin mediar palabras les lanzó la sustancia, tronchando el futuro de Domingo y arrancándole la vida a Yocairi.

Al parecer, ese domingo, para la joven que también lleva el mismo nombre que Amarante, no era su día de suerte, pero tampoco para Suero, quien festejaba un aniversario más de matrimonio, por lo que tenía planeado salir con su cónyuge, sin imaginar la funesta realidad que le esperaba.

“Usted no se imagina lo terrible que fue sentir aquel fuego encima quemando mi cuerpo sin poder defenderme porque no veía nada, solo sentía que algo me destruía la vida”, cuenta Suero, 11 años después del feroz ataque que nunca podrá olvidar por las huellas imborrables que marcan su cara y parte de su cuerpo.

Recuerda que en el momento cuando fue sorprendido por el líquido solo pensaba a qué lugar llevaría a su amada a cenar para celebrar juntos un año más de haberse jurado amor eterno.

Sin embargo, terminó en la unidad de quemados del hospital Luis Eduardo Aybar, donde fue llevado por el mismo chofer del carro público en el que fue agredido.

Desde aquel entonces su vida cambió radicalmente. Más de 30 cirugías no han podido regenerar las laceraciones que dejó el ácido del diablo en su cuerpo, además del daño psicológico causado por los cambios tan drásticos a los que ha tenido que enfrentarse para poder sobrevivir, algo que solo aferrado a Dios ha podido lograr.

Ese hombre tronchó mi vida

Contar su historia le resulta difícil. No siempre quiere hablar del tema porque a pesar de que ya aprendió a vivir con las huellas del “ácido del diablo” en su cuerpo, la tristeza le invade al recordar que ese hombre lo mató en vida y tronchó su sueño de culminar el bachillerato y entrar a la universidad a estudiar educación física.

“Usted no se imagina lo fuerte que es para mí cada día tener que vivir cubierto para protegerme del sol, y eso que debo de usar una ropa especial y una máscara, pero por lo costoso que es comprar esos atuendos me cubro con un gorro de tela y polosher de cuello alto”, explica Suero, quien apela a la sensibilidad de alguien que pueda ayudarle a continuar con su proceso de recuperación, ya que le faltan varias cirugías y no cuenta con los recursos para costearlas.

Otra de las barreras que no supera es tener que lidiar con la curiosidad de la gente que a veces sin querer, por la impresión que les causa su apariencia, preguntan qué le pasó. A este sufrimiento se le suma el dolor de saber que la joven blanco del ataque murió luego de dos semanas en cuidados intensivos, dejando un par de gemelas en la orfandad.

El doloroso proceso de la recuperación

Dice que el proceso ha sido más difícil porque no cuenta con recursos. Pertenece a una familia pobre y solo depende de un humilde taller donde fabrica gorras para ganarse el sustento de su pequeño hijo, una bendición que llegó a su vida luego de la desgracia para darle sentido a su existir.

Revivió mi dolor

Desde que conoció el caso de la joven Yocairi Amarante, Suero no ha podido dejar de pensar en lo que le pasó por lo similar del caso y la forma en que sucedió todo. “Solo le pido a Dios que al igual que yo ella pueda sobrevivir y que reciba todo el apoyo para poder enfrentar la nueva vida que le espera”, añadió.

Precisó que le gustaría conocer a Yocairi más adelante y dejarle saber que a pesar de las adversidades la vida tiene sentido y que sin importar las secuelas en su cuerpo luche por salir adelante.

Fortaleza

Aferrarse a Dios y contar con el apoyo y amor incondicional de la familia es lo que mantiene de pie a Domingo Suero, quien a pesar del daño que le causó Rafael, el autor de la agresión, dice que aún no sabe qué siente por él, si rabia o pena, pero no le desea que pase por su situación, ya que ni a su peor enemigo quiere verlo en una condición parecida.

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