Enfoque
Horas de vuelo
La última parte del discurso pronunciado por el presidente Luis Abinader fue la más importante. Hizo lo que tenía que hacer, rectificar el error cometido al incluir nuevos impuestos en el presupuesto 2020. Fue un poeta británico que dijo: Rectificar es de sabios”. Eso me hizo reflexionar y recordar hechos del presente y del pasado.
El primero ocurrió durante la presidencia (1982-86) del Dr. Salvador Jorge Blanco (SJB). Este asumió la presidencia unos días después de México haberse declarado en quiebra. Fue el inicio de una crisis mundial en torno a la deuda externa. Esa fue la llamada ‘’década perdida’’. Curiosamente el discurso inaugural del presidente Salvador Jorge Blanco, nada mencionó sobre lo ocurrido en México. Poco tiempo después, 24 de abril de 1984, el gobierno adoptó un conjunto de medidas que afectaron los ingresos de la clase media y baja. El pueblo se sublevó y el gobierno colapsó. Fue un verano muy difícil para ese gobierno, carecía de apoyo interno y a lo externo era un paria. A fines de noviembre del 1984, SJB conformó lo que sería su gabinete económico hasta el final de su periodo. Este grupo determino los objetivos generales y el curso de acción de los próximos veinte meses que le quedaban al presidente Salvador Jorge Blanco. Al asumir tan graves y difíciles responsabilidades fueron llamados por el historiador Frank Moya Pons como los “suicidas”.
Los objetivos se resumían en cumplir el programa con el FMI, estabilizar la economía y la moneda, renegociar la deuda externa para cumplir con todos los acreedores externos y restaurar para el 1986, el crecimiento económico. De alcanzar esos objetivos se lograría un clima favorable para celebrar las elecciones presidenciales programadas para mayo 1986.
Teniendo en cuenta las limitaciones que impuso la poblada de abril 1984, ese equipo económico sabía que no podrían gravar con más impuestos a la clase media y además tenían que evitar nuevas alzas de precios en aspectos sensibles como la electricidad y los combustibles. Reconocían que las circunstancias impedirían lograr aprobar en el congreso nuevos impuestos y que eso políticamente no era posible. Bajo un restricto programa de austeridad con el Fondo Monetario Internacional, se realizó una profunda reforma monetaria y cambiaria el 23 de enero del 1985. El sector monetario dada la imposibilidad de una reforma fiscal cargo con casi todo el peso de ese proceso. Como los ingresos fiscales apenas alcanzaban para pagar las nóminas del gobierno, no había recursos para inversión y la economía no crecería en el 1985. Pero a partir de enero 1986 habiendo ya cumplido las metas cuantitativas acordadas con el FMI, se fue flexibilizando la economía. La moneda se estabilizo en 2.85 pesos por cada dólar, la inflación descendió y los compromisos externos se cumplieron. La economía creció y las elecciones fueron realizadas. Ese grupo de amplia experiencia en los asuntos de un Estado, sabía hacia donde iban y utilizaron los instrumentos adecuados para alcanzar los objetivos y metas de su programa. Pero no tuvieron el tiempo para dar inicio al necesario y deseado programa de reforma estructural con el banco mundial. Fin del primer relato.
El segundo relato se inicia en el 1990-91. Este último año fue el peor a nivel de la economía mundial y sus efectos se hicieron sentir en el país. En 1990 el Producto Interno Bruto descendió, no había divisas y hubo desabastecimientos, la inflación y los precios crecieron. El gobierno del presidente Joaquín Balaguer (JB) se encontraba en una difícil crisis económica y no tenían un plan específico. El pensamiento de los que ejercían el mando de la economía solo tenía una dirección que consistía en aumentar los impuestos y continuar las obras del gobierno. El presidente Joaquín Balaguer sabía que la situación no era tan simple y que poner impuestos sería problemático y daría lugar a peligrosas protestas. Alguien en su gabinete le sugirió que se reuniera con un grupo de expertos que estaban trabajando en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). JB noto que la visión de esas personas sobre la problemática era más amplia que la de sus funcionarios. El presidente Balaguer comenzó a sentirse a gusto con el grupo pero inquisitivo a los planteamientos que ellos hacían. Al presidente Joaquín Balaguer le gustó una propuesta que era reducir aranceles, pero no creía la versión de que eso daría lugar a un incremento en los ingresos. También conocía que una reforma fiscal y arancelaria tomaría tiempo y sería difícil de aprobar en el Congreso. Tenía ese dilema, los problemas crecían y el tiempo avanzaba. Un día un miembro del grupo le dijo: “Dr. Balaguer, limitémonos a la reforma arancelaria y hagámosla con un decreto. Le aseguramos que los ingresos subirán.” El presidente reconoció la voz del que era hijo de un viejo amigo suyo y dijo: Si, hagamos eso. El resto es historia. Fue así como el presidente Balaguer logró sortear la crisis y ganar nuevamente la presidencia en 1994. La verdad es que ese grupo era excepcional y de una amplia experiencia a nivel mundial. Fin del segundo relato.
¿Qué hacer ahora? Estamos en el 2020 frente a una pandemia que ha generado a su vez una crisis económica. Mientras el Covid-19 permanezca no habrá recuperación económica. Una crisis provocada por una pandemia, no puede ser combatida con más impuestos que afectan a la clase media y a la más pobre. Recordemos y aceptemos que los impuestos, y mucho más si son indirectos, solo sirven para aumentar las desigualdades. En un escenario como este lo prioritario es la salud de nuestra gente y por ello combatir la pandemia. Como necesitamos recursos para ello debemos obtener fondos blandos del FMI y del banco mundial. Simultáneamente a nivel de gobierno instaurar un proceso de austeridad para reducir gastos corrientes y de capital. Terminar las obras en proceso y reducir las nuevas. No perder el tiempo e ir preparando una profunda reforma económica y política que haga a nuestro país menos desigual y nos permita mejorar el funcionamiento de nuestra democracia. Son tres relatos de crisis diferentes. Como solucionarlas es también diferente.