TRATAMIENTO PENITENCIARIO
En cárceles utilizan técnicas para reducir la ansiedad en los presos
La escritura reduce la ansiedad que provoca el encierro a los presos
Ante la ausencia de un plan de tratamiento per ce, debido al hacinamiento y la deficiencia en las estructuras físicas, en los centros penitenciarios tradicionales se desarrollan actividades ocupacionales e intervenciones sicológicas enfocadas en bajar los niveles de ansiedad que produce estar privado de libertad y las desviaciones conductuales con que llegan muchos, que en algunos casos motivaron haya delinquido.
La capacitación laboral y educativa, las actividades religiosas, deportivas y culturales, son programas dirigidos a mantener ocupados a los reclusos, a fin de lograr que puedan reinsertarse sin traumas en la sociedad una vez recobren su libertad.
A estas actividades se suman las atenciones médicas y sicológicas individuales y voluntarias que les brindan especialistas en el área para que puedan superar cualquier problema de comportamiento o de salud.
Ansiedad y depresión son los principales trastornos conductuales que muestran, según puntualizó la sicóloga Mirian Polanco, coordinadora de la Unidad de Salud Mental de la Dirección General de Prisiones, entidad que administra 19 recintos penitenciarios que pertenecen al sistema tradicional.
El interno va a consulta de manera libre y voluntaria, por cualquier situación que esté padeciendo. “Se preocupan por lo que les pueda estar pasando a su familia, a sus hijos, o con su esposa, se inquietan de si ésta los dejará”, indicó la especialista de la conducta.
Precisa esa problemática la tratan con terapias ocupacionales, con programas educativos, y las capacitaciones. Citó que uno de los programas lo realizan en coordinación con el Consejo Nacional de Drogas (CND), denominados habilidades parentales, con el objetivo de dotar de herramientas a los reos que son padres o tutores, con hijos en edades de 15 a 18 años.
A través de las consultas individuales se dieron cuenta que muchos de esos internos hablaban de sus hijos, de que les pasará en la calle y cómo están creciendo sin su presencia, por lo que idearon un programa que involucre a las familias, mediante las visitas o llamadas telefónicas.
Instruyeron en el primer proyecto a 18 internos con sus 18 parejas, o madres y tutores. Al final de la actividad incluyeron a sus hijos para que puedan socializar con sus padres.
Dice que trabajan con el interno y la familia, pero también con los privados de libertad de manera individual. Sostiene que con los programas de capacitación han bajado las consultas por problemas de riñas en el penal.
“Cuando el psicólogo lo ve, trabaja con la terapia individual, siendo la técnica más empleada la cognitivo conductual, con la idea de identificar qué piensa, que siente y cómo actúa. Hacemos ver al interno que es lo que le está pasando por su cabeza, y como eso le genera un sentimiento y como luego actúa en función de una situación”, acotó.
También son referidos por los médicos a consultas sicológicas.
Mirian argumenta que para los reos que llegaron por violencia de género, les prepararon un programa de charlas. Además, indicó que se dan charlas con el CND sobre la conducta sana y cómo impacta la droga el cerebro,
Cree que pueden dar mucho más con mejores herramientas y con estructuras que apoyen, porque el personal tiene la capacidad.
Destaca que el Proyecto Paz en La Victoria trabaja con la autoestima, los valores, la familia, el amor a Dios, cómo realizar un oficio, sobre enfermedades de transmisión sexual, manejo de la ira, y con sus proyectos de vida, como forma de que cuando vayan a sus casas se lleven algo.
Programa educativo
Los programas educativos han permitido la alfabetización de 3,000 reos, 1,500 concluyeron la educación básica, más de 1,000 la media y 7,000 se capacitaron en áreas técnicas en los 19 recintos carcelarios que pertenecen al sistema tradicional. La preparación técnica juega un papel importante, a través del Instituto de Formación Técnica Profesional (INFOTEP), que está presente en 18 recintos.
Lo que constituye un reto es lograr que los reclusos cursen carreras universitarias, lo cual pretenden impulsar mediante convenio con el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MEESCYT).
David Bisonó, encargado de Bienestar Social, destacó un proyecto importante, el cual se desarrolla en la cárcel de Salcedo, donde los reclusos pueden salir a ejercitarse en la comunidad, fuera de la prisión, aunque custodiados.
“Eso ayuda a que el interno tenga una mejor instrucción y readaptación”, afirma.
Otro paso trascedente que destaca Bisonó fue la creación, en el 2017, de una banda de música en la cárcel La Victoria, denominado Grupo Coral Canto de Victoria, integrada actualmente por 30 reos, la cual ha realizado conciertos y actividades culturales fuera del recinto.
Se formó a través de la Escuela Vocacional que funciona en ese recinto, dirigido, de manera voluntaria por el director adjunto del Coro Nacional, Edwin Disla.
Bisonó subraya que de los 150 internos que han formado parte de ese coro, solo dos han vuelto al penal luego de obtener su libertad, o sea, que fueron reincidentes, lo cual percibe que es una cantidad baja.
“Eso ayuda a mantener la calma, la tranquilidad, el orden y la organización en los recintos”, Asegura el abogado Aniano Mota, coordinador del área de Educación de la Dirección de Prisiones.
Recordó que la ley 224 sobre régimen penitenciario establece que el objetivo de la privación de libertad es la readaptación del individuo a la sociedad con capacidad para respetar la legislación y bajar todo ese ímpetus que tiene, así como trabajar para que la sociedad crea que en ellos.
Mota observa que para algunos es difícil conseguir un trabajo cuando sale de prisión, porque se les tiene miedo, pero considera que ese mito ha ido desapareciendo con los programas que desarrollan.
“La adrenalina fuerte que tenían los internos, que llegaban a la cárcel y mantenían esa misma adrenalina, ha bajado, hoy en día usted va a la cárcel y la cárcel de hoy no es la misma de ayer”, dice.
Mota expuso que en algunos recintos las capacitaciones se imparten en función de las necesidades del lugar donde se encuentran, citando por ejemplo a los de Neyba y Baní, que los cursos se imparten en el área de agricultura, enseñándoles a sembrar, a usar los fertilizantes y otras tareas agrícolas.
Pero una tarea pendiente es extender ese programa a todos los recintos, debido a que algunos no disponen de espacios para ponerlos en marcha.
Plan de tratamiento
La doctora Annelise Roa, encargada del departamento de Salud, enfatiza que aunque las cárceles no son un santuario, los técnicos y especialistas hacen el esfuerzo de aportar lo mejor para que se cumpla con el mandato de la ley 224 sobre régimen penitenciario, garantizándoles principalmente el derecho a la salud.
Puso como ejemplo La Victoria, que pese a ser la más poblada, tiene servicios de salud las 24 horas del día, con un laboratorio clínico que consta de equipos rayos x, y funciona un programa de tuberculosis, que además se aplica en las demás cárceles, en coordinación con el Ministerio de Salud Pública y otras instituciones.
Destacó que los programas de salud no se han interrumpido pese a la pandemia del coronavirus, y expuso que el director de prisiones, Roberto Hernández Basilio, coordina reuniones con áreas de Salud Pública para retomar algunos proyectos que no están funcionando a plena capacidad por el protocolo de salud que deben aplicar por el covid 19.
Roa reconoce que está pendiente el diseño de un protocolo para el tratamiento integral de los privados de libertad en las cárceles tradicionales, ya que aunque desarrollan un programa integral con miras a la educación para la reinserción social, se necesita de un plan estandarizado, a fin de que cuando una persona ingrese a un recinto carcelario pase primero por el área de salud y de sicología, después que tomarle sus datos en el área administrativa para el registro en el sistema.
“Porque si nosotros desde el ingreso del privado de libertad al centro detectamos cualquier enfermedad infecto contagiosa, por ejemplo, como ahora que estamos con el covid 19, se le hace su historia clínica y desde ahí sabemos quién es diabético, quien es hipertenso, y lo podemos clasificar”, señaló.
Señaló que hay dos o tres cárceles que no tiene el área apropiada para consultorio por ser muy viejas, ni tienen tampoco el personal básico de salud que ameritan.
Explica que la ley habla de tratamiento penitenciario individualizado, pero que no es lo mismo cuando manejas 200 o 300 internos que puedes individualizar, a cuando tienes un hacinamiento tan grande como, por ejemplo, la cárcel La Victoria, que no da tiempo a hacer terapias individuales para todos, por falta de espacio y de personal. La Victoria es la principal cárcel del sistema tradicional y alberga a casi 8,000 personas.
“Pero nosotros no nos vamos a sentar aquí a decir que no podemos hacer nada, hay que buscar alternativas y desarrollar el trabajo por el bien de ellos, para la rehabilitación y la reinserción social”, enfatizó.
Señaló que tienen que buscar todas las alternativas para darle respuestas, y por eso fue que los ejecutivos se capacitaron para ser facilitadores e impartir charlas.
Indica que no hay un plan de tratamiento per se individualizado para todos los reclusos, pero trabajan directamente con los que llegan a consultas, a quienes les arman un plan de intervenció.
CIFRAS Hacinamiento
En los 19 recintos tradicionales están alojados 16,796 privados de libertad, siendo La Victoria la más poblada, con 7,317.
Población general
Los recluidos en ese tipo de cárceles representan el 63 por ciento de la población penitenciaria nacional, ya que los restantes 9,773 están internos en los 23 centros del nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria.
Situación
10,490 (62.5 por ciento) están en condición preventiva, y 6,306 (37.5 por ciento) ya tienen una condena.