SALUD MENTAL

“Depresión, te equivocaste, conmigo no”

Mayra Teresa venció la depresión aferrada a Dios

Tres cirugías, un período posto­peratorio del que pensó que no saldría viva, dos procesos de quimiotera­pia y la depresión que llegó sigilosa parecían elementos más que suficientes para de­jar sin aliento a cualquiera, no a Mayra Teresa García.

Su calvario comenzó en el año 2017 con un dolor en el bajo vientre que su ginecólo­ga atribuyó a problemas con la menstruación, pero Mayra Teresa no quedó conforme con el diagnóstico porque los tiempos de sus reglas no eran irregulares.

Efectivamente, análisis y estudios a los que fue some­tida no arrojaron nada anor­mal en sus órganos reproduc­tores. Pasó el año completo con la incertidumbre de las causas del dolor y sus médi­cos también llegaron a atri­buirlo a su vida estresada.

Razones había de más. Su madre falleció cuando ella te­nía apenas 10 años, su padre abandonó a sus cuatro hijos diciendo que no eran suyos, vivió un trauma por la diso­lución de un matrimonio que consideraba perfecto y sufrió por el deceso de la abuela que la asumió como a su hija.

Mayra Teresa retiene las fechas porque están asocia­das a sus momentos más dramáticos y una es el 7 de diciembre de 2017 cuando sintió un fuerte dolor de vien­tre en el trabajo, del cual tuvo que retirarse más temprano, porque cuando entró al baño para evacuar, “fue como abrir una llave de sangre”.

Su vientre se hinchó a partir de ese momento y la consulta urgente con un gastroenterólogo y los poste­riores estudios revelaron que tenía una masa pequeña de 0.25 centímetros que resul­tó ser linfoma de Hodgking y requería cirugía. En principio contemplaron una operación de cuatro horas, pero los mé­dicos dijeron después que se­ría sin horario porque halla­ron “algo asombroso”.

Tenía un tumor en el in­testino delgado que lo arro­paba por completo y ame­nazaba el grueso, además de que había afectado las paredes del estómago, por lo que requería una limpie­za en esa área, y también extirparle el apéndice.

“Mis dos hijos”, exclamó la dama a los médicos que le preguntaron de dónde sacaba tantas ganas de vivir, debido a que despertó ha­blando en la unidad de cui­dados intensivos luego de la riesgosa cirugía.

Apoyo

Se refiere a Joster y Josmar Colón García, de 22 y 18 años, respectivamente, quienes han estado a su lado en todo el proceso, a tal punto que el ma­yor paralizó los estudios uni­versitarios, declinó firmar con un equipo de béisbol y aban­donó unas clases de inglés pa­ra consagrarse al cuidado de su madre.

Recuerda que en los cen­tros médicos no aceptan que varones amanezcan en las ha­bitaciones con mujeres, pero su hijo mayor les advirtió a los médicos que “de aquí no me saca ni el director del hospi­tal”.

A Mayra Teresa le dieron el alta médica tras los ciruja­nos esperar inútilmente por 17 días para que evacuara, lo que hizo cuando llegó a la ca­sa, pero dos meses más tarde pasó otros 15 días sin ir al ba­ño y eso aplazó las sesiones de quimioterapia a que se es­taba sometiendo. Sus docto­res incluso pensaban que no aguantaría ese proceso de quimio por lo desmejorada que llegó a esa etapa.

Sus glóbulos rojos y pla­quetas bajaron de manera alarmante, por lo que necesitó transfusión de sangre duran­te otros seis días de interna­miento y el vientre seguía hin­chado. “Me creció tanto en 15 días como si yo tuviera doce meses de embarazo”, refiere sobre el episodio que por pri­mera vez la sumió en una pro­funda depresión.

Encaró a Dios

Tenía miedo de comer por­que pensaba que su barriga le crecería mucho más y, con la imposibilidad de evacuar, recuerda que una madruga­da se sentó en una mecedo­ra en el balcón de la casa y puso otra frente a ella para pedirle a Dios que la ocupa­ra y hablaran.

Le preguntó llorando por la muerte de su madre a tan temprana edad, el fracaso de su matrimonio, la pérdida de su abuela y por qué la trajo al mundo para sufrir tanto. “Estoy dispuesta a irme con­tigo si tú entiendes que llegó el momento de irme a tu la­do, sólo te voy a pedir un fa­vor, no dejes que mis hijos su­fran por mí, porque a su corta edad han hecho mucho por mí”, recuerda sobre cómo en­caró a Dios.

“Ese día fue cuando Él y yo hablamos”, indicó la dama so­bre su insistente ruego enfo­cado en que Dios le concedie­ra ir al baño y así detener su agonía. García, quien asegu­ra que la mayoría no creerá lo que vivió esa madrugada, pre­cisa que vio que “la mecedo­ra solo se movía” y oyó luego una voz que le refutó dicién­dole “duérmete y guarda si­lencio”.

Recuerda que se fue a la ca­ma y no había cerrado bien los ojos, cuando a las 5:00 de la madrugada tuvo la urgen­cia de ir al baño, donde estuvo sentada hasta las 11:00 de la mañana expulsando todo lo que tenía acumulado duran­te esos días.

Un enemigo insistente

Su otro momento de depre­sión ocurrió cuando un nuevo “PET scans” reveló que tenía otros ganglios en el cuello y la ingle. “Se me salieron dos lá­grimas”, afirma sobre el diag­nóstico que la llevaría nueva­mente al quirófano y a más sesiones de quimioterapia en condiciones sumamente pre­carias. “Mentalmente decía por qué estoy viva para sufrir”, llegó a exclamar, pero precisa que jamás pensó en quitarse la vida.

Su médico la alentó y le re­cordó cómo había superado un anterior proceso mucho más delicado que el actual, por lo que reaccionó y se dijo a sí misma “cero depresión”.

Mayra Teresa enfrentó su depresión con valentía, pero sin minimizar sus efectos, por lo que advierte a quienes pre­tenden tomar esa condición mental a la ligera que es algo real, frustrante, difícil, te hace sentir que no sirves y en algu­nos instantes piensas que po­drías enloquecer.

Considera que su fe en Dios le permitió enfrentarla con decisión y decirle en medio de la desesperación: “Depresión, te equivocaste, conmigo no”.

Sugiere a las personas con esa condición mental hablar y decirle a alguien lo que se siente, pero sobre todo nunca dejar de confiar en Dios.

La parte positiva de su en­fermedad es que permitió unir más a su familia que esta­ba muy dividida. Sus parien­tes dicen ahora que “ella es el roble de la casa”, pero la da­ma deja entrever una sonri­sa cuando lo resume con dos frases: “Dios probó mi fe, y me sacó del lodo”.

SEPA MÁS Sin temor Mayra Teresa salió en un reciente estudio con inflamación en sus intestinos y otro ganglio en el cuello, pero asegura que su fe en Dios le dará la fortaleza para librar todas las batallas que sean necesarias. Dice que la enfermedad que enfrentó sirvió para unir a su familia.

Mayra Teresa dice que en su encuentro con Dios descubrió áreas en que vivía con falta de perdón.

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