El futuro del periodismo
El diario EL HERALDO cumple 125 años mirando al futuro del periodismo. Profesionales y docentes reflexionan sobre los desafíos y oportunidades del periodismo, un sector en transformación.
El periodismo es una profesión en adaptación continua. Siempre ha sido así y, ahora, muchos cambios rápidos y globales, marcados por la transformación digital, lo sitúan ante un nuevo ecosistema. ¿Qué debe transformarse y qué debe permanecer en ese periodismo del futuro que, a la vez que refuerza su papel esencial en las sociedades democráticas, habrá de llegar a las nuevas generaciones y ser viable? Desafíos y oportunidades atraviesan un debate apasionante.
Lejos de suscitar controversia –que sería lo suyo–, el debate sobre el estado de salud del periodismo en el mundo genera unanimidad ente los profesionales del sector convocados por HERALDO. Todos coinciden: la sociedad está más informada que nunca, tal vez incluso aquejada de infodemia o sobreabundancia de información; y, sin embargo, la intervención terapéutica del periodista es ahora imprescindible, porque, como apunta Fernando Ruiz, coordinador de Contenidos Informativos de Factoría Plural, “nunca ha sido tan difícil informase bien”.
A esta sobreabundancia informativa, producto de la revolución tecnológica, se suma “la incapacidad que, en muchas ocasiones, tienen los usuarios para discernir entre lo relevante y lo que no lo es”, añade Elena Capapé, vicedecana del área de Comunicación de la Facultad de Comunicación y Ciencias Sociales de la Universidad San Jorge. Motores de búsqueda, redes sociales… son tantos los intermediarios entre el usuario y las fuentes de información, que el ruido que generan dentro del mensaje puede resultar ensordecedor.
Y este es, sin duda, terreno abonado para que germinen “los bulos y la información no veraz de manera rápida y preocupante, que generan la actual falta de credibilidad en algunos medios y profesionales”. “La transformación tecnológica ha sido muy rápida –insiste Capapé– y no es fácil adaptarse a estos cambios, a estas nuevas formas de comunicación e información”. Efectivamente, apunta Ruiz, la opinión pública sobre el papel del periodista no pasa por su mejor momento y hay que pelear por recuperar esa credibilidad. “Nos hemos dejado llevar por la información fácil, cuando tenemos que ir hacia la información difícil, a la que cuesta acceder en redes sociales sociales y en digital”. En este sentido, la vicedecana de la Universidad San Jorge, plantea la imperiosa necesidad del periodismo por “volver a su esencia, a la base, a estar donde está la ciudadanía, a salir a la calle, a ser útiles, a perseguir la verdad”, porque, aunque la tecnología nos acerca a fuentes a las que antes era impensable acceder, al mismo tiempo, “genera lejanía con las audiencias, falta de proximidad”.
Libertad de prensa
Y todo esto no es fácil, de hecho, continúa, la libertad de prensa sigue siendo perseguida en muchos países –la cifra de periodistas encarcelados y asesinados crece día a día–, lo que significa que la figura del periodista sigue siendo muy importante y por eso, en ocasiones, “silenciada”. “Desprestigiar la figura del periodista, atentar contra su credibilidad, es el único recurso que les queda a los poderes que pretenden socavar la democracia en el mundo”, reflexiona su colega Gabriel Sopeña, vicedecano de Cultura, Proyección Social y Relaciones Institucionales de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, donde se imparte el grado de Periodismo. Porque, entre tantas herramientas tecnológicas, “lo único que le queda al periodista es su cred
bilidad, combinar esa urgencia de la noticia con la pausa de una buena formación, de un buen instinto, que le permite tamizar la noticia y transmitirla de una manera amorosa, con estilo”.
En su opinión, “jamás hemos tenido la posibilidad de hacer tan buen periodismo como hoy, con la cantidad de herramientas de las que disponemos. Sin embargo –puntualiza–, esas herramientas a lo mejor no van acompañadas del suficiente sentido crítico por parte del público que las utiliza. Hoy, cualquier ciudadano tiene acceso a la tecnología, pero la intermediación creíble de los medios de comunicación es el verdadero garante de la sociedad de derecho”. Por eso, Sopeña insiste en lo importante que es que en las facultades de periodismo “seamos especialmente insistentes en la cuestión del código deontológico del periodista; que sea participe de un humanismo pleno y enriquecedor en una sociedad que se rija por valores. Y que sea capaz de plantarse frente a cualquier tipo de forma especulativa que trate de pervertir la credibilidad del periodista, que es su vida. No hay una esencia más íntima del oficio de periodista que esa credibilidad”.
Isabel Poncela, presidenta de la Asociación y del Colegio de Periodistas de Aragón, considera que es más necesario que nunca hacer “un ejercicio de autocrítica en el seno de la profesión”, porque a los medios les ha costado mucho adaptarse a los vertiginosos cambios acarreados por el entorno digital, a lo que cabe sumar los problemas económicos globales, “agravados por la crisis de la publicidad y la dependencia económica e ideológica de grandes grupos de inversión y de presión”. Además –coincide con el resto de sus colegas– de “la sobreinformación y proliferación de falsas noticias y medias verdades, que ponen en peligro la credibilidad del sector”. “Cuesta hablar de calidad y código deontológico, con la actual inestabilidad de las plantillas, por la crisis económica, y la sobrecarga de trabajo”, con el actual modelo de periodista multitarea, que a la vez que escribe su pieza, hace una foto, el vídeo, lo sube a internet, lo vuelca al papel... Y destaca que lo de menos es el formato, pues lo importante es “el contenido, el hecho noticioso, el análisis, el tiempo para contrastar la noticia, la capacidad de poner en relación unos hechos con otros, transmitirle a la ciudadanía esas relaciones, ese más adentro… ese mar más adentro”.
Periodistas y docentes tienen muy claro que las nuevas tecnologías y las redes sociales no son una amenaza, sino una oportunidad, pero que hay que saber manejarlas bien. “Hablamos de tiempo para profundizar en los temas, sí, pero también hay que tener en cuenta lo que espera el espectador y el lector de nosotros –indica Fernando Ruiz–. Y, en televisión, el espectador, además de que le des más información de la que pueda encontrar en Youtube, espera que se lo cuentes corto y bien”. Llegamos al punto clave de la atención mediática. “Las series de televisión, por ejemplo, ya han pasado de emitir capítulos de 50 minutos a 22. El espectador de televisión es impaciente –la sociedad se mueve a un ritmo vertiginoso– y ahora hay otro código. De hecho –continúa–, si analizamos los informativos de televisión, no encontraremos una pieza de más de 50 segundos, con mucho directo, para competir con la instantaneidad de las redes sociales. Y, en 50 segundos es imposible realizar un análisis sobre el ‘brexit’”.
“Obviamente, más que un enemigo, la tecnología es una herramienta más –interviene Elena Capapé– a la que hay que adaptarse, el periodismo ha estado en adaptación continua desde su nacimiento y, a niveles formativos, hay algo muy positivo y es que las nuevas generaciones son nativas tecnológicas, a las que –aunque llegan con verdadera vocación– debemos enseñar la esencia y la profundidad del discurso lógico, del estar en contacto con la audiencia, y a reformular todas esas nuevas narrativas para que sigan siendo interesantes y diferenciadoras para los usuarios”. “Y la artesanía de contar libremente”, añade Sopeña.
Un negocio viable José Javier Rueda, adjunto a la Dirección para Opinión de HERALDO DE ARAGÓN pone sobre la mesa el tema de la viabilidad: “Cómo hacer de ese periodismo de calidad que tiene tanto futuro un negocio rentable desde el punto de vista empresarial”. Ya puede verse, con datos, que “las experiencias de suscripciones digitales en marcha están funcionando”. Hace unos años “se preguntaba todo el mundo cómo monetizar, pero las plataformas de películas y series ya están acostumbrando, sobre todo a la gente joven, a pagar si les das algo a cambio que les resulte atractivo. Eso arroja mucha luz al futuro del periodismo como negocio”. Pero “cada día va a estar todo mucho más segmentado y cualquier empresa va a necesitar, al menos durante un periodo largo, todos los soportes, incluido el papel”. El papel que, para Sopeña, es todo un “símbolo de las cosas no que cuestan, sino que valen, que tienen un valor”.
La presidenta de los periodistas aragoneses, Isabel Poncela, incide en que “un buen periodismo de calidad no puede ser gratis; hay que concienciar a la audiencia de que esa calidad cuesta dinero: tiempo, experiencia del profesional, recursos…; nuestro gran reto es cómo llegar a los jóvenes que no compran periódicos. Antes la gente se bajaba la música gratis, pero ahora ya es consciente de que hay que suscribirse a alguna plataforma, igual que pasa con las películas en televisión”. “Pensamos que internet es gratis, hasta que deje de serlo. En Youtube estamos alimentando un cerdo –explica de manera gráfica Fernando Ruiz–, pero cuando queramos comernos el jamón, habrá que pagar”. Y la clave está en la calidad: “Ahí está el ‘New York Times’, paradigma absoluto, que ha conseguido que el 60% de sus ingresos sean a través de suscripción, pero el suscriptor sabe que las piezas que va a leer son únicas y que tienen un valor añadido importante…”.
Prensa y democracia Pero, más allá de estrategias de negocio, de cara al futuro, “debería haber cierto compromiso social y ser conscientes de que la calidad democrática depende de la calidad de prensa que tengamos –afirma Rueda–. Porque la prensa libre es un pilar de los estados democráticos, donde el ciudadano se pueda informar para acudir a votar, tomar decisiones y opinar”.
“Necesitamos un periodismo robusto –abunda Ruiz–; el periodismo es más necesario que nunca porque ahora es más difícil que nunca informarse de verdad debido a la infoxicación y a que hemos pasado del espectador crítico al espectador creyente”.
Todos coinciden en que hace falta una alfabetización mediática para ser conscientes del papel esencial del periodismo y de que, en contraposición, “hay un ecosistema que se beneficia de los bulos, hay un beneficio económico en polarizar a la sociedad”, explica Capapé, quien personalmente vislumbra también un posible efecto bumerán que puede beneficiar al periodismo, pues “mucha gente empieza a cuestionárselo todo y ya no se cree nada, lo que puede convertirse en una oportunidad de volver a fortalecer la verdad”.
Precisamente, añade Rueda, “cuando intentan acallar a los medios, como ocurre actualmente con Trump, la prensa tiene una oportunidad de reivindicar su papel social, como arma democratizadora”. Porque, señala Poncela, “no es que seamos el cuarto poder, somos el contrapoder.