La República

Covid-19 castiga sin piedad y se atestan centros de Santiago

Una paciente afectada por el mortal virus, convertido en pandemia, recibe atenciones médicas en un centro clínico de Santiago.

Ricardo SantanaSanto Domingo, RD

Mientras en los barrios muchas personas violan el toque de queda y la Po­licía y otros entes oficiales siguen arrestando a ciuda­danos y cerrando negocios que permanecen abiertos fuera del horario restringi­do, las clínicas y hospitales públicos locales continúan llenándose de pacientes con síntomas de corona­virus.

Médicos, enferme­ras y ciudadanos están a la espera de la apertura del laboratorio para las pruebas PCR en el Hos­pital Regional José Ma­ría Cabral y Báez, que es una de las áreas que aún no terminaron las pasa­das autoridades cuan­do iniciaron su remoza­miento, que duró siete años y quedó a media construcción.

El expresidente de la Regional Norte del Cole­gio Médico Dominicano (CMD), Manasés Peña, dijo que la situación del Covid-19 es grave en la zona, principalmente en Santiago. Peña llamó a la pobla­ción para que colabore con las autoridades y los médi­cos, y que además de usar mascarillas mantengan el distanciamiento físico esta­blecido y se laven constan­temente las manos como medidas de prevención.

Lamentó que muchas personas no cumplan los protocolos sanitarios esta­blecidos, lo que trae como consecuencia que en los in­formes diarios de Salud Pú­blica se reporten nuevas muertes y contagios que preocupan a la gente.

Sigue flujo de contagios

En tanto, otros médicos, enfermeras, bioanalistas y personal administrativo de centros de salud públicos y privados, dijeron al Listín Diario que diariamente re­ciben personas infectadas del virus y otras acuden con síntomas.

En lo referente al local Hospital Cabral y Báez, mé­dicos explicaron que están a la espera de la designación de un nuevo director y se quejaron de que el labora­torio para realizar las prue­bas PCR no está funcionan­do, además de que carece de equipos.

Dijeron que esa es una de las áreas que aún falta por terminar en ese centro, y que a pesar de ser some­tido a un proceso de remo­delación por el Gobierno pasado, hace siete años, no ha sido terminado. Eje­cutivos de centros de salud privados de Santiago in­formaron que han adicio­nado camas en las Unida­des de Cuidados Intensivos y otras áreas especializa­das para atender a pacien­tes de coronavirus, debido a que los casos continúan con tendencia al alza.

Situación en los barrios

En muchos barrios de Santiago no se cumple el to­que de queda ni el distan­ciamiento físico, mientras la Policía y el ministerio pú­blico dicen que diariamen­te apresan a decenas de per­sonas y cierran negocios por violación al decreto que res­tringe el tránsito de perso­nas.

Pero también es notorio que fuera del horario del to­que de queda muchas per­sonas se aglomeran frente a sus residencias para inge­rir alcohol y compartir en grupos, sin el uso de cubre­bocas.

Sin embargo, se desta­ca que la mayoría de esta­blecimientos comerciales de Santiago restringen la entrada de clientes que no portan mascarillas.

De lunes y viernes, el to­que de queda comienza de 7:00 de la noche a 5:00 de la mañana, y los sábado y domingo de 5:00 de la tar­de a 5:00 de la mañana.

La Policía informó que to­das las noches apresa a de­cenas de personas por vio­lar el decreto que restringe el tránsito de personas, y que ha cerrado negocios.

Mientras, miembros del Cuerpo Especializado en Seguridad Turística comien­zan a bajar a personas del Monumento a los Héroes de la Restauración, faltando entre 10 y 15 minutos para caer la tarde.

ACTITUDES

Descontento en la población Retando al peligro.

“Que quieren que ha­ga la gente, hasta esto quieren prohibir, re­crearse, faltan 15 minu­tos para las 7.00 de la noche; vivo cerca y no hay mucha gente aquí, además todo el mundo tiene su distanciamien­to”, gritó una mujer re­sidente en la urbaniza­ción La Zurza, cercano al Monumento.

Pero en los barrios de Santiago, la gente sigue inhiriendo alcohol, bai­la, juega barajas, dominó y hace otras actividades, sobre todo en los callejo­nes de sus viviendas.

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