Covid-19, crisis económica, social y ambiental
La crisis local y global por la que atravesamos disparó las alarmas de los estudiosos, expertos, economistas, centros de pensamiento y organismos multilaterales sobre el alcance de ésta y las consecuencias que se derivarán, con mayor o menor intensidad, atendiendo a la mira amplia y la inteligencia creativa con la que pueda ser enfocada y enfrentada por los líderes mundiales.
Su comprensión y tratamiento son vitales en este momento para que los países de economías frágiles como República Dominicana, cuyos ingresos dependen de áreas fuertemente afectadas por la pandemia del Covid-19 como las remesas, el turismo, las zonas francas y los servicios, puedan hacer un abordaje de la coyuntura con la convicción de que estamos ante una crisis de desenlace incierto.
No obstante, de la certeza con la que se enfrente el problema generado por la pandemia de Covid-19 dependerá el largo plazo, pues un mal tratamiento nos podría envolver en un especie de tornado en cuyo centro se mueven vientos con fuerzas huracanadas. Esta realidad ha llevado a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) a señalar en un documento que “la manera de recuperarse importa tanto como la recuperación misma”.
Es coincidente el criterio entre los expertos de que el Coronavirus es solo la punta del iceberg de una situación más profunda, de manera que su irrupción en diciembre es consecuencia del agotamiento de un modelo de desarrollo que no soporta más remiendos.
El organismo regional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha llevado a cabo una investigación a cargo de la oficina subregional con sede en México en la que concluye que el virus no solo ha desnudado nuestras fragilidades, sino que “constituye un hecho global que ha revelado la insostenibilidad de un estilo de desarrollo sustentado en la profundización de las desigualdades, la extensión de la precariedad de la producción social, la destrucción ambiental y el debilitamiento del multilateralismo y la cooperación internacional”.
En el documento denominado “Aprender de la historia, atender la emergencia, repensar el futuro: México, Centroamérica y el Caribe frente a la pandemia: diagnóstico y perspectiva”, los expertos de la CEPAL refieren que “la pandemia por COVID-19 no es solo una crisis epidemiológica: es una crisis de salud que ha sucedido en el entorno de una inminente crisis económica, social y ambiental”.
Para no pocos especialistas en coyunturas como la que vive la sociedad a nivel global, la conjunción de la actual turbulencia no se puede llevar a cabo con el mismo pensamiento económico y social que la provocó, ni con las mismas premisas y políticas que hoy exhiben sus limitaciones.
La crisis sanitaria desatada por el Coronavirus y las que pudiesen sobrevenir en el futuro son analizadas por los estudiosos como una consecuencia del agotamiento del modelo de desarrollo económico y social que impera en la mayoría de nuestras sociedades.
Al tenor de ese punto, los especialistas de la CEPAL plantean que “tenemos, en estos momentos, la oportunidad de transitar hacia un nuevo estilo de desarrollo. Un modelo de desarrollo es producto de un conjunto de ideas, una serie de teorías, una correlación de fuerzas y, si el modelo ha fracasado, muy probablemente han sido también erróneas las teorías en que se sustentaba. La magnitud de la crisis obliga a construir nuevos marcos explicativos y categorías analíticas”.
El documento subraya que República Dominicana, junto a otros diez países de la subregión Caribe, acusan las mismas condiciones de precariedad arrastrada desde hace años, causantes de la pandemia.
“Hay una crisis social inducida por la precarización del empleo, la fragilización del acceso a los derechos sociales, las limitaciones de un enfoque residualista de la protección social y las consecuencias de la devastación ambiental en la mayoría de los países de la subregión (Cuba, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y la Republica Dominicana)”, Asegura el documento, puesto a disposición del público en su portal www. cepal/es/publications.
Hasta en los corrillos de los mercados públicos, la gente sostiene que después del Covid-19 el mundo no seguirá igual. Los autores del estudio también piensan lo mismo, por lo que plantean que se deben hacer reformas radicales que reviertan la dirección política de las pasadas cuatro décadas.
Este último planteamiento lo refuerza el estudio citando a John N. Gray un filósofo de la ciencia política y teórico británico, autor de “Falso Amanecer”, profesor de London School of Economics, quien ha planteado el fracaso de la globalización liberal, al tiempo que cita la sugerencia del Financial Times respecto a la pertinencia de realizar reformas radicales.
Refiere que el periódico británico Financial Times aduce que “tendrá que aceptarse un mayor papel de los gobiernos en la economía y ver a los servicios públicos como una inversión y no como un pasivo, logrando que los mercados laborales sean menos inseguros. Asimismo, ha señalado que el ingreso básico y el impuesto a la riqueza deberán ser parte del nuevo marco de políticas e iniciativas públicas”.
Citando al secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, el estudio hace referencia a sus palabras: “no podemos regresar a donde estábamos… con sociedades innecesariamente vulnerables a la crisis. La pandemia nos ha recordado, de la manera más dura posible, el precio que pagamos por las debilidades en los sistemas de salud, la protección social y los servicios públicos”.
Aunque advierte que la subregión afronta desafíos comunes, dice que los éxitos de las políticas para enfrentar la problemática del Coronavirus, dependerán de la forma en que cada país lo encare partiendo de sus condiciones particulares.
República Dominicana y su entorno
Si bien cada Estado debe tener una visión particular para afrontar los desafíos a mediano y largo plazo, los redactores del estudio entienden que la subregión debe abordar una estrategia común para salir de la coyuntura que conlleva pactos y alianzas en distintas esferas.
“Sin embargo, no se puede dejar de señalar que es muy difícil poder encontrar salidas y soluciones solo en el marco de las estructuras nacionales. Profundizar la cooperación internacional y fortalecer la integración aparecen como indispensables en el diseño de un nuevo modelo de desarrollo”, sugieren los expertos.
Advierten que la profundización del proceso de integración será importante para enfrentar esta crisis y las futuras”.
Respecto a la integración como mecanismo de defensa de nuestras economías, el estudio de la CEPAL sugiere que “reinterpretar el papel de la integración comienza por identificar los cambios y los retos a
los que se enfrenta la subregión tras la pandemia de COVID-19. La posición de los países de la subregión, es doblemente frágil en el nuevo entorno: por una parte, son economías muy abiertas que han logrado una profunda integración en procesos productivos globales a través del comercio y la inversión, y, por la otra, son economías pequeñas cuyos márgenes de acción son reducidos. Por esto, la integración y el multilateralismo, son vías necesarias para la subregión. Se deben considerar los impactos en el corto y mediano plazo inducidos por la crisis sanitaria y aquellos que se presentarán en el largo plazo. Las medidas que los países están tomando se enmarcan mayormente en respuestas inmediatas, priorizando la atención de la crisis. Es de gran importancia reflexionar sobre los impactos en la agenda climática global”.
Tras señalar el pronóstico de que nueve de las diez naciones de la subregión registrarán una caída de la economía, el organismo afirma que “hay, además, un debate de alcance mundial sobre si la economía internacional estaría entrando o no en un proceso más de tipo deflacionario que inflacionario. De hecho, y a diferencia de lo observado en 2008, cuando la inflación promedio de la región era del 9, 2%, en Centroamérica y la República Dominicana (CARD), la inflación interanual promedio fue del 3,3% en febrero de 2020”.
Otros desafíos referidos por los expertos de la CEPAL lo ubican en el empleo, el salario, el cambio climático, cómo expandir el espacio fiscal, la deuda y el déficit público, las exportaciones, el debilitamiento del multiratelarismo y la incertidumbre en torno a la recuperación de la demanda energética.