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Enfoque

Golpe pandémico del Covid-19 a la aviación civil

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ALEJANDRO HERRERASanto Domingo

En enero de es­te año nadie imaginó que por primera vez en su po­co más de un siglo de his­toria, la aviación civil y el transporte aéreo de pa­sajeros sufriría la más se­ria y difícil crisis registra­da en sus anales, cuando los cerca de 25 mil aviones que integran la flota aé­rea mundial se vieron for­zados a aterrizar de forma abrupta, al tiempo de que­dar conminados a perma­necer por varios meses estacionados en tierra, por la expansión de la pandemia del coronavi­rus o COVID-19.

Todos sabemos que en su lucha por contener el avance de la pandemia, la mayoría de los países del mundo -el 96%, para ser más preciso- cerra­ron sus fronteras aéreas a los vuelos comercia­les, hecho que se tradu­jo en el más duro golpe infligido a una industria aérea consolidada como principal vía de inter­conexión y pilar funda­mental de la economía global, que tan solo en el año 2018 transpor­tó unos 4,400 millones de pasajeros a través de unos 38 millones de vue­los por los distintos pun­tos de la geografía plane­taria.

Trasladándonos al pla­no local, nuestro país, con su alto desempeño turísti­co y excelentes niveles de conectividad aérea, ha te­nido que gestionar con cierta destreza la crisis pandémica de efecto mul­tidimensional. No obstan­te, el panorama en medio de la batalla, tanto para la actividad aeronáutica co­mo para la turística, resul­ta poco halagüeño.

Luego de tener un cre­cimiento continuo prome­dio de un 5% anual en las operaciones aéreas duran­te la última década, alcan­zar la condición de prin­cipal destino turístico del Caribe y estar reconocido entre los primeros en el mundo; con un aporte de alrededor del 4% al pro­ducto interno bruto nacio­nal, en la situación actual, las proyecciones en cuanto a la recuperación del tráfi­co aéreo hacia el país, en cualquier escenario esti­mado, se quedan muy por debajo de las expectativas habituales, lo que segura­mente afectará la cadena de valor del turismo, no sólo directo -en pasajes aé­reos, reservas de hoteles, renta de vehículos y con­sumo de productos agríco­las nativos-; sino también indirectamente a la gran cantidad de negocios que se benefician del mismo, como bares, restaurantes, mercados, tiendas, disco­tecas, cines, etc.

Retornar la aviación ci­vil y el transporte aéreo a los parámetros pre-pan­démicos será un proceso gradual que requerirá de un extraordinario esfuer­zo colectivo de todos los actores que componen el sistema aeronáutico na­cional e internacional guiados por un espíritu de colaboración y comu­nicación continua, a fin de lograr los consensos necesarios respecto a las medidas y protocolos que se implementan para de­volverle la confianza al público viajero y garan­tizarle que al abordar los aviones, no corran riesgo de contagio.

El transporte aéreo co­mercial debe ir asumien­do las medidas y los pro­tocolos que garanticen de forma efectiva, que mien­tras no aparezca la vacu­na, por su intermedio no habrá contagio, ni propa­gación del COVID-19.

Y si bien es cierto que grandes esfuerzos se con­centran en el cambio de las costumbres sociales, para la aviación se suma una arista vital que mu­chas veces se deja de lado: la seguridad operacional. Luego de que alrededor del 98% de la flotilla mun­dial de aeronaves tuvo que permanecer en tie­rra, es preciso poner es­pecial atención a los pro­cedimientos a efectuar al momento de ir alzando el vuelo, para garantizar que el transporte aéreo man­tenga su principal valor, que es su categoría del me­dio más seguro.

En la República Domi­nicana, de forma proac­tiva, hemos tomado las medidas necesarias para garantizar el apoyo de la aviación civil a la cadena de suministros, los vuelos médicos, humanitarios y de repatriación de ciuda­danos; así como el cum­plimiento de las medidas emanadas de la Comisión de Alto Nivel para la Pre­vención y Control del Co­ronavirus.

Por eso, a pesar del im­pacto negativo que ha te­nido el COVID-19 en la aviación global, estamos seguros de que sabremos calibrar nuestras fortale­zas y oportunidades, y su­perar el serio desafío que implica la recuperación de este golpe pandémico sin precedentes, aprendiendo las lecciones de esta dra­mática etapa, que será, sin lugar a quizás, una gran motivación para que siga el trabajo por una aviación innovadora y pujante que rompa esquemas y se rein­vente con más fe después de la tormenta.

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