La República

NAUFRAGIO

Relatan las horas dramáticas de su naufragio

Susy Tejeda/Especial para Listín DiarioCañafístol, Baní

Detrás del “progreso soñado” y sin pensar en el peligro al que se exponían, 11 jóvenes banilejos se embarcaron en una yola en el malecón de San Pedro de Macorís, el pasado 15 de mayo, con rumbo a Puerto Rico, sin saber que sus vidas estarían al borde de la muerte.

En medio de la incertidumbre y la angustia, los residentes del Cañafístol y Las Tablas, de Baní, se encontraban desesperados por no tener noticias de los 11 jóvenes, después de enterarse que la embarcación en la que viajaban se volteó en medio de las aguas del mar Caribe.

A pesar de que en principio el organizador del viaje les prometió una lancha rápida para “llegar de una vez y seguros a Puerto Rico”, al momento de zarpar, solo había un bote pequeño con un motor.

Sin cuestionar las condiciones de esta frágil embarcación, los 11 jóvenes, entre los que se encuentran ocho de Cañafístol, dos de Las Tablas y uno del pueblo de Baní, junto a dos hombres que eran quienes dirigían la embarcación (llamados los capitanes), emprendieron el viaje ese día cerca de las 4:30 de la madrugada.

Travesía en las aguas del mar Caribe

A medida que iban avanzando y alejándose del punto de partida, el agua estaba entrando al bote. Maikel Jiménez, de 20 años de edad, indicó que estaban asustados, y les dijeron a los capitanes lo que estaba pasando, “aunque ellos ya lo sabían”.

“Tranquilos, está todo bien, esa agua sale por debajo, por el respiradero”, fue la respuesta que les dieron para calmarlos. Había pasado más de una hora desde que partieron, cuando una gran ola los arropó, provocando que la yola quedara casi inundada y el motor apagado.

En ese momento los capitanes les indicaron que debían saltar al mar, para ellos poder sacar el agua, tratar de arreglar el motor y continuar el viaje.

Ninguno llevaba chalecos salvavidas, no todos sabían nadar, pero sin pensarlo, se lanzaron al mar, casi al mismo tiempo, provocando que el peso se inclinara hacia un lado, y que la yola se volteara.

Al momento de caer al agua, Kiwnny Jiménez, de 21 años, cuenta que vio como Sanely y Ariel, dos de sus compañeros, quedaron arropados por las olas, mientras pedían auxilio.

“Pero todos quedamos separados, el agua era más fuerte, y no pudimos ayudarlos. Escucho sus voces pidiendo ayuda”, expresó con impotencia mientras llevaba sus manos a la cabeza.

El fuerte oleaje fue alejando la yola, y los que aún permanecían dispersos en el mar, decidieron nadar hacia a ella para subirse encima. Pero al reunirse, notaron que también faltaba otro de sus compañeros, Jefry.

El sol empezaba a salir y la desesperación por no saber qué hacer se hacía cada vez más presente. Volteaban de un lado a otro, pero no veían más que las aguas profundas que los rodeaba.

Llamada perdida

Yeral Lara, de 24 años, contó que en la yola llevaban un bulto que contenía un salami, chocolates, galletas y sus celulares envueltos en bolsas de plástico.

Kiwnny nadó por debajo de la yola, y además del bulto que estaba en el fondo, vio 5 galones de gasolina. Decidieron botar el líquido que contenía y colocarlos una vez más debajo de la yola para evitar que se perdieran.

Según narran, eran las 9:00 de la mañana cuando tomaron un celular y lo colocaron hacia arriba con el propósito de conseguir señal. Llamaron a las personas encargadas del viaje, en San Pedro de Macorís, para pedirles ayuda, pero no les creyeron.

“Decían que, cómo si estábamos en medio del mar y la embarcación se volteó, teníamos un celular y señal para llamar. Nos colgaron, volvimos a llamar y no contestaban, no creían lo que les estábamos diciendo”, contó Kiwnny.

En ese momento la desesperación los invadió. Los primeros en abandonar el grupo fueron Luis Miguel, “El Torito”, Maikel y “Kalitín”, acompañados de dos galones, y separados más adelante por las fuertes olas, según narró Maikel.

Kiwnny, primo del primero, relató que le insistió en que se quedaran y permanecieran juntos, pero Luis Miguel se negó. Contó que aún así nadó hacia ellos, cuando decidieron irse por cuenta propia, y les pidió que no se fueran, “estaban llorando, decían que no querían morirse ahí. Vimos cómo se alejaban poco a poco y no pudimos detenerlos”, añadió.

Enfrentamiento

La yola estaba la deriva. Solo permanecían allí Kiwnny Jiménez, Yeral Lara, Oliver Castillo, Javier Melo y los dos capitanes, quienes dijeron que cerca había un bote y ellos irían en busca de ayuda, pero ellos no vieron nada.

Según cuenta Kiwnny, los capitanes querían llevarse los tres galones que quedaban, sin saber por qué. Discutieron, porque de ser así, ellos estarían detenidos encima de la yola, sin siquiera poder moverse de allí.

“Nosotros volvemos ahora, los vamos a rescatar”, les dijeron. Llegó la noche, las horas pasaban y los dos capitanes no regresaron.

Dispuestos a morir

Maikel y Kalitín, dos de los cuatro que abandonaron el grupo, aún permanecían juntos, a la deriva.

Con la mirada baja, Maikel afirmó que estaban agotados, tenían miedo de todo, pero no querían sufrir y estaban dispuestos morirse. “Nos hundíamos porque queríamos ahogarnos, intentamos ahorcarnos, estábamos llorando, no sabíamos qué hacer”, agregó.

Empezó a llover y pudieron tomar de esa agua. En ese momento deciden quedarse juntos y continuar, pero al pasar las horas se separaron, sin poder evitarlo. Maikel se quedó flotando con los ojos cerrados mientras pensaba en todo lo que estaba pasando, y “Kalitín fue el primero en llegar a tierra, buscó ayuda y regreso por mí”.

Estos fueron los primeros jóvenes en ser rescatados, sin embargo, volvieron al mar, con ayuda de los pescadores y personas que se sumaron, para buscar a sus compañeros, sin tener resultados, y luego fueron entregados a la marina, según narró Maikel.

Flotar y seguir juntos

Yeral Lara narró que al encontrarse abandonados en medio del mar pensaron, “si nos quedamos aquí, vamos a morir”. Estaban mareados, habían vomitado y no tenían fuerzas.

Lo primero que se les ocurrió fue romper el t-shirt de uno de ellos, y amarrarlo de cada galón, en los extremos iban Kiwnny y Javier, y al centro agarrados del pedazo de tela Yeral y Oliver.

Con dolor intenso, quemaduras, visión borrosa, deshidratación y desesperados, se encontraban estos cuatro jóvenes, mientras pasaban las horas, hasta que cerca de las 9:00 de la mañana del sábado 16 de mayo fueron rescatados y llevados a la sala de emergencias del Hospital Antonio Musa de San Pedro de Macorís.

Luego de pasarles suero, fueron llevados a la Marina de ese municipio, donde más tarde fueron entregados Maikel y Kalitín.

Náufragos

Según cuentan los jóvenes entrevistados, el primero en ser rescatado por un pescador fue Jefry.

Aún siguen desaparecidos Luis Miguel, Sanely, Ariel y “El Torito”. Sus familiares imploran para que la búsqueda continúe.

Negocio del viaje

Según las declaraciones de algunos de los jóvenes que sobrevivieron a la peligrosa travesía, todo estaba planeado y parecía seguro.

Las condiciones eran precisas, no tenían que pagar nada hasta que llegaran a salvo a Puerto Rico. Una vez allí, sus familias se harían responsables de pagar la suma de RD$250,000 o el equivalente en dólares US$5,000. De lo contrario, tendrían a su llegada un trabajo, y podrían saldar la deuda del viaje.

Tras preguntar a algunos cañafisteros alegan que está temática del viaje “pagan después que llegan”, se ha vuelto muy común entre los organizadores de viajes ilegales, lo que resulta un atractivo para los jóvenes, ansiosos de llegar al exterior, ganar dólares, sin pensar en los riesgos.

Cambio de percepción

Las declaraciones de los jóvenes entrevistados, después de estar a la deriva y al borde de la muerte, coinciden. Toman un viaje sin pensar en las consecuencias por el deseo de progresar y conseguir dólares en otro país para ayudar a sus familias. Eso es más fuerte que el temor a perder a sus vidas. Sin embargo, esta opinión cambia totalmente, cuando narran lo vivido, y al preguntarles si volverían a embarcarse, manifiestan estar arrepentidos.

Hoy, los siete jóvenes sobrevivientes permanecen con el recuerdo imborrable del naufragio, y anhelan que sus compañeros sean encontrados con vida.

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