PANDEMIA
Opción fatal: morir por virus o hambre
No tienen problemas con quedarse en casa, pero lidian con la disyuntiva de si los matará el virus o el hambre. Este es el gran dilema de los trabajadores informales de República Dominicana, justamente aquellos que no han sido incluidos en el programa del Gobierno y que para sobrevivir prefieren tomar sus propias medidas.
Como el caso de “Mini”, una estilista que tiene un salón de belleza en la parte delantera de su casa, ubicada en Buenos Aires, de Herrera. Cerró las puertas de su negocio por la pandemia del coronavirus y, aunque el Poder Ejecutivo no ha dispuesto la reactivación de la economía, ella ha decidido hacer citas a sus clientas y atenderlas, sin juntar dos en el lugar.
“¿Y cómo uno puede sobrevivir?”, son las palabras que justifican la acción de “Mini”.
A unos 500 metros de la casa de Mini, en el mismo barrio de Herrera, está la peluquería de Mauro. Él nunca ha dejado de atender a sus clientes, recibiendo solo a una persona. Su justificación para seguir operando, al igual que la estilista, es que si deja de recibir dinero, entonces no tendrá con qué comer ni mantener a su familia.
Sory es una manicurista y pedicurista que también está aceptando clientas con citas cuando las hacen con anticipación. Ella debe trasladarse desde su casa ubicada en Los Alcarrizos hasta la plaza, que se encuentra en Las Palmas, donde tiene su negocio para arreglar las uñas de los clientes. Por eso, recibe más de un cliente por día, “para que el viaje valga la pena”, añadió.