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ENSAYO

Historia política en tiempos de Coronavirus

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Homero Luis Lajara SoláSanto Domingo, RD

“Si en tu caminar no te golpeas de frente con el dia­blo, es porque estás cami­nando en la misma dirección que él”. -Santo Cura de Ars-

La historia po­lítica domi­nicana está saturada de conflictos en­tre amigos, compadres y aliados que después se con­vierten en rivales. El pre­sidente Ramón Cáceres (Mon), quien trajo la paz política, modernizó las es­tructuras de los servicios públicos, como las comuni­caciones viales, la agricultu­ra y la industria azucarera. Su primo y aliado Hora­cio Vásquez, años después al sentirse perjudicado por ciertas medidas adoptadas por el gobierno de Mon en el manejo del ferrocarril central de Santiago a Moca, entró en contradicción con el mismo.

Desde ese momento, Vásquez contactó a los opo­sitores de Mon , en su viaje a Francia y Nueva York en el 1910, y éstos lo indujeron hacer una carta pública en su contra que produjo una efervescencia política que solo amainó al producirse un conflicto con Haití por la construcción de un ca­mino por parte del gobier­no dominicano, al este del Río Pedernales, para facili­tar el patrullaje y contener el contrabando.

Por falta de patrullaje del Ejército dominicano, los haitianos habían for­mado un asentamiento del lado dominicano, de ma­nera tal, que una autori­dad haitiana se comunicó con el jefe de la guardia de frontera dominicana, ad­virtiéndole que ese lugar ya era territorio haitiano. Para consolidar esa usur­pación, los haitianos ha­bían llevado un contingen­te de soldados

Ese acto de guerra fue refrendado por la pre­sencia del buque haitia­no Nord Alexis, que des­embarcó 250 hombres en la desembocadura del río Pedernales. Al recibir el in­forme de lugar, el gobier­no dominicano conminó al haitiano a deponer esa acti­tud hostil y que retirara su tropa y sus nacionales de nuestro territorio.

Al conocerse la noticia, el sentimiento antihaitia­no desbordó las pasiones, donde el periódico más in­fluyente, Listín Diario, abrió un libro de reclutamien­to voluntario para unirse a las tropas que enfrentarían a los haitianos. El entusias­mo fue tan grande, que hubo que detener la avalancha de dominicanos que querían ir al frente, para defender la Patria.

El presidente Cáceres envió a Pedernales al general Alfre­do Victoria, comandando 600 soldados, quienes se traslada­ron a bordo de los barcos, Cru­cero Independencia y el vapor americano, Cherokee, renta­do para la ocasión. Cuando las tropas dominicanas llegaron, los haitianos habían huido, y el conflicto se resolvió diplomáti­camente. El 19 de noviembre de 1911, el presidente Cáceres cayó abatido en la capital por una conspiración encabezada por el general Luis Tejera, rei­nando el caos y la inestabilidad política hasta el 1916, cuando las fuerzas norteamericanas invadieron el país.

En el 1924, terminó la ocu­pación norteamericana y Ho­racio Vásquez, ganó las elec­ciones, quien posteriormente realizó una alianza con el Par­tido Progresista de Federico Ve­lázquez, con la condición de que este último recibiera la ter­cera parte de los cargos del go­bierno.

Desde entonces poco he­mos cambiado, y seguimos observando como las posi­ciones en el gobierno se otor­gan, con sus honrosas excep­ciones, sin tomar en cuenta la profesionalidad y honestidad del elegido. El único requisi­to, como dice la vox popularis: “se fajó en la campaña”, y es así como , personas anónimas, sin capacidad ni experiencia , y muchas veces con un pasa­do obscuro, son designadas en funciones sensitivas del go­bierno.

Mientas todo marcha nor­mal no se nota, pues éstos di­rigen auxiliados de terceros, pero en momentos que se re­quiere alta gerencia o surge una crisis, y el funcionario no se coloca a la altura de las cir­cunstancias, salen a relucir las deficiencias en perjuicio del país.

La amnesia, a veces volun­taria, y el deseo electoral de su­mar, no importa a quien, han originado numerosos deslices y desaciertos políticos forjado­res de la cualquerización de los gobiernos, que con la falta de autoridad y el no temor a las sanciones, incentivan la co­rrupción, el crimen y el delito, ensombreciendo así institucio­nes que deberían contar con el respeto y la confianza de los dominicanos.

Coronavirus, unión y responsabilidad cívica

Con el surgimiento de la pan­demia del coronavirus, en medio del candente proceso electoral que vive la Repúbli­ca Dominicana, nuestros po­líticos deberían ser el mejor ejemplo y arriar “temporal­mente” sus banderas e izar so­lo el Pabellón Nacional en es­ta guerra asimétrica contra un enemigo poderoso donde aún no tenemos las municiones del calibre adecuado para comba­tirlo.

El momento que vivimos, nos indica que solo debe pre­valecer la unión y el sentido de responsabilidad cívica, fortale­cidos en cada uno de nosotros, transmitiendo ese fervor de compromiso a nuestros fami­liares y allegados, enfatizando el transitorio pero necesario “alejamiento social”, para evi­tar la propagación de ese virus mortal.

La humanidad, desde su génesis, ha tenido que luchar contra terribles epidemias , que por el valor, solidaridad y determinación de los pueblos ha salido victoriosa. Si nos re­trotrajésemos en la historia de la “gripe española” (1918) que afectó 1/3 de la pobla­ción, así como la “gripe asiáti­ca” (1957), producida por el virus de la influencia A, subtipo H2N2, cuya propagación no tuvo gran impacto comparada con otros por la rápida acción a través de una vacuna, pero en 1968, surgió un nuevo sub­tipo, creando una nueva pan­demia con el nombre de “gripe de Hong Kong”.

Pasaron cuatro décadas sin pandemias, hasta el 2009, cuando nos atrapó la “gripe porcina” o H1N1, que afectó 74 países, cuyo impacto tam­bién fue detenido por el desa­rrollo de una vacuna.

Este sucinto recuento de al­gunas de las epidemias y pan­demias, nos conduce a un lógico razonamiento, dados los actua­les avances científicos y tecnoló­gicos , que con Dios como faro, traerán una solución a esta grave crisis de salud global . Mientras tanto, debemos llevar un “ais­lamiento voluntario temporal” para evitar la peligrosa propaga­ción, contagio y muerte por co­ronavirus en el país .

Mientras el peligro siga la­tente, debemos levantarnos ca­da mañana con fe y optimismo, sin pánico ni paranoia, siguien­do rigurosamente las instruccio­nes emanadas del Ministerio de Salud Pública, enfatizando la higiene, el distanciamiento so­cial y el cambio temporal de hábitos, hasta en la forma de saludar, ya que solo de esa ma­nera saldremos exitosos- co­mo estoy seguro será -, en es­ta honrosa misión nacional de preservar vidas en la República Dominicana.

El autor es miembro funda­dor del Círculo Delta Correo: fuerzadelta3@gmail.com

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