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Desobediencia

La dinámica de la capital al filo del toque de queda

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Dalton HerreraSanto Domingo, RD

Las 4:40 de la tarde y so­lo dos o tres personas de la tercera edad estaban ayer sentados en los ban­cos del Parque Colón de la Zona Colonial.

A pesar de que faltaban solo 20 minutos para que iniciara el toque de queda impuesto por el Gobierno para combatir al Covid-19, aquel espacio que alberga anualmente a más de medio millón de turistas, no se veía tan vacío después de todo.

Allí estaban las palo­mas en el mismo lugar, solo que ya no estaban los niños con sus padres pa­ra arrojarles maíz como acostumbran en tiempos sin pandemia. Tampoco estaban los vendedores ambulantes que cargan con los dulces, cigarri­llos, galleticas, mentas y frito-lays. También otros ausentes eran los bailado­res de brake-dance y los acróbatas que tanto lla­man la atención por sus espectáculos al aire libre.

No obstante, uno de los envejecientes que se en­contraba ahí, sin masca­rillas ni guantes y aparen­temente extranjero, dejó caer un bulto al suelo sin querer que resonó ante tanto silencio; pero ni de esa forma las palomas se espantaron, por el contra­rio, seguían en los alrede­dores de la estatua del na­vegante Cristóbal Colón como si estuvieran nega­das a que la soledad en esa zona tan concurrida les ro­bara el espacio.

Despreocupados

En los sectores del Gran Santo Domingo el ambien­te es de despreocupación. Aunque el flujo de gente es mucho menor si se compa­ra con la cotidianidad en tiempos normales, en las esquinas y enfrente de sus casa los jóvenes no han de­jado de jugar “vitilla” ni de charlar en grupos.

Durante el recorrido por los sectores Herrera, Gualey, Guachupita, Los Guandules, Mejoramien­to Social, San Carlos, Villa Juana, Villa Francisca, Los Mameyes y otros más; pe­riodistas del Listín Diario constataron también que muchos de los ciudadanos salen a las calles sin mas­carillas ni guantes.

Algunas de las perso­nas alegaron que esas he­rramientas preventivas contra el también llama­do coronavirus “no se en­cuentran por ningún la­do”.

El reloj marcó las 5:00 de la tarde…

Las calles y avenidas de la capital estaban solas. En cada intersección, si no ha­bía un policía estacionado con su motocicleta estaba un retén con varios agen­tes policiales esperando detener a cualquier ciuda­dano que haya violado el toque de queda.

Las entradas y salidas de los túneles y elevados del Gran Santo Domingo esta­ban cerrados con conos o bloqueados por los autobu­ses y camiones policiales.

En poco tiempo iban siendo detenidos perso­nas que conducían como si ignoraran la medida del Gobierno. Al ser interveni­dos por los agentes justifi­caban su accionar con que regresaban de hacer com­pras de alimentos.

En nueve días de jorna­da de excepción, 15,989 personas han sido apresa­das violando el toque de queda.

El presidente Danilo Medina había instado a la población dominicana a “quedarse en casa” para ayudar a las autoridades a frenar la propagación del Covid-19 y recientemente dispuso ampliar el horario del toque de queda hasta el 3 de abril de este año.

Un toque de queda es la medida que establece un gobierno en situaciones excepcionales para limitar la libre circulación por las calles y la permanencia en los espacios públicos.

Las demarcaciones don­de más se producen estas detenciones son Santiago de los Caballeros, La Ro­mana, el Gran Santo Do­mingo y Baní.

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