Opinión

Ensayo

La guardia lee al derecho.... no al revés

Homero Luis Lajara Soláfuerzadelta3@gmail.com

“Y aquellos que eran vistos bailando, eran considerados locos por quienes no podían escuchar la música “ -Frederich Nietzsche-

Este 27 de febrero, resaltamos la magna efeméride del 176 aniversario de nuestra “Independencia Nacional ”, tras la liberación del yugo haitiano bajo la égida de patriotas como el general Juan Pablo Duarte, forjador del movimiento libertador; Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, junto a otros insignes próceres. Fecha que también es la “génesis de las Fuerzas Armadas”, que, a base de fuego, sangre, sudor y valor espartano, hicieron morder el polvo de la derrota a las huestes enemigas .

Para los que escriben sobre temas que involucran a militares en honroso retiro que dedicamos los mejores años de nuestras vidas al servicio de las armas, es un error que nos definan como ex-militares, y menos ex generales, porque el término correcto es “militares retirados”, en vista de que los rangos militares, de acuerdo a las leyes, después de 20 años en servicio, se otorgan de por vida, siempre y cuando no sean cometidos actos como traición a la Patria u otros crímenes graves juzgados por un tribunal competente.

Como también, algunos comunicadores que tienen la misión de orientar al país, a veces, califican la participación en política partidista de militares y policías en retiro como “peligrosas al orden y la seguridad pública”, incurren en otro error, quizás producto del desconocimiento de la carrera militar, ya que, en su gran mayoría, salen del cuartel con una gran formación ciudadana y una disciplina personal que aporta calidad y valores a la sociedad, y mucho más aquellos que han tenido la oportunidad de formarse en universidades, academias, centros de capacitación y entrenamiento, tanto en el país como en el extranjero.

Aparte de ser esto una violación a sus derechos constitucionales, sería injusto pretender que un recurso humano generalmente retirado del servicio militar con menos de 60 años de edad, se coloque en un estado de hibernación hasta que le toque dar la vuelta de campana, y su nombre reaparezca en una esquela mortuoria.

De manera, que me permito recomendar a los hacedores de opinión pública, incluidos los de férvido sentimiento anti militar, que reflexionen sobre el indiscutible derecho de un ciudadano, que al incorporarse nueva vez a la vida civil decida participar en política partidista, dejando de ver ese acto de libre albedrío con el sello típico del desfase que parece revivir tiempos pasados, a veces con toques de ficción conspirativa y de planificación de incursiones armadas.

Influenciados por esas imprecisiones muchos de nuestros compañeros activos, muchas veces, de manera injusta e irracional, ven a los retirados que se identifican con partidos políticos de la oposición, incluso hasta los apartidistas que emiten opiniones diferentes a las gubernamentales, con temores infundados.

A estos hermanos de armas, les recuerdo que los militares retirados “son el espejo de su futuro”, y así como nos tratan los tratarán a ellos; y tengan presente que el apartidismo en los cuarteles es un concepto expresado en la Constitución desde hace tiempo y en la propia Ley Orgánica militar, que al ser desconocida o ignorada por algunos militares, los haría vincularse ilegítimamente en acciones cuestionables, dando lugar a situaciones anómalas que sí deben ser vistas como de alto riesgo.

Recordemos que vivimos momentos trascendentales que requieren cordura, en un proceso electoral que debe desarrollarse de manera diáfana, bajo un clima de “igualdad entre todos los partidos políticos”, sin atropellos ni falsas bravuconearías, sino con programas de gobierno que incentiven la participación cívica de cada ciudadano, que no debe desconfiar de unas fuerzas militares y policiales cuyos miembros hace tiempo sólo intervenían en los proceso electorales, según la ley, como “policía militar”.

Evocando como si fuera hoy, hace 40 años, en el sol candente de la explanada de ejercicios militares de San Isidro, bajo el peso del fusil, escuchaba la voz del oficial, diciéndonos al pelotón: “La guardia lee al revés y al derecho “. Como sabemos, ya esa terminología no aplica al militar de este milenio, el cual, sin embargo, mantiene la misma esencia castrense de la disciplina, como el timonel observa los linderos del canal de entrada a puerto para que no ocurra una varadura y la carrera no se vaya a pique con el consiguiente deshonor.

Con sumo pesar, veo como el sistema continúa estigmatizando y frustrando a muchos militares brillantes, relegándolos a un segundo plano, y otros forzados al retiro, siendo-en ocasiones- sustituidos por oficiales politizados, algunos de conducta cuestionada, con menos méritos, capacidad y tiempo en servicio (antigüedad).

Estas debilidades institucionales me hacen recordar que una vez mi padre me mostró el libro: “LaViña de Naboth”, de Summer Welles, del cual cito un fragmento : “los elementos de peligro, por lo tanto, están siempre presentes, si los componentes de esta fuerza -refiriéndose a militares y policías -, llegaran a persuadirse de que su encumbramiento al bienestar dependería más del favor político que de su propia eficacia”.

Hoy, interpreto estas palabras con la claridad de la estela dejada en un proceso donde en muchas ocasiones, a la vista del mando superior, se viola la ley y se rompe la cadena de mando y la jerarquía, con la incorrecta recomendación al rango de general y a los mandos militares de oficiales sin el perfil requerido, donde ascensos y designaciones de importancia, salen del despacho del “jefe del Cuerpo de Seguridad Presidencial”, como resultado de un “favor” o “interés” político que afecta profundamente la vital “moral militar”.

En esta fecha Patria, expreso mis más fervientes deseos de que el espejo de Duarte, el faro de la institucionalidad con mística, la unidad, el espíritu de cuerpo y la dignidad castrense, sean la luz que trace siempre el rumbo verdadero de unas Fuerzas Armadas virtuosas, leyendo, como lo mandan los tiempos, “solo al derecho”, pues son instituciones permanentes del Estado y no de gobierno alguno, al no ser un fin en sí mismas, sino columnas de una democracia en el anhelado proyecto de nación. ¡Viva la República Dominicana!!!! ¡Vivan las gloriosas Fuerzas Armadas!!!!

El autor es miembro fundador del Círculo Delta

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