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El valor de Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez

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VÍCTOR MANUEL GRIMALDI CÉSPEDESSanto Domingo, RD

Venía para Roma un día, organizaba su viaje, y de repente lo suspendió porque no encontraba su pasaporte extraviado misteriosamente.

Sustituido por otro documento de viaje, pudo llegar a la Ciudad Eterna. Diciembre del 2012.

Nicolás de Jesús López Rodríguez, Cardenal de la Santa Iglesia Católica Romana, entonces continuó sus acostumbradas visitas al centro de la Cristiandad Occidental, y siete meses después de aquel percance de pasaportes le entregó al Papa personalmente una denuncia contra su embajador, un Nuncio Apostólico. Julio del 2013.

Era la primera vez en los registros históricos que un Nuncio acusado de abusos sexuales contra niños enfrentaba un juicio penal en el Vaticano. El Nuncio, Arzobispo para tener categoría clerical, tiene como primera función ser el contacto entre el Papa y la Conferencia de los Obispos, y después representar al Sumo Pontífice ante el Jefe del Estado del país donde está destinado.

Su Poder es notable.

Cuando se comprobó documentalmente y testigos que el Nuncio Joseph Wesoloski corrompía niños y compartía sus experiencias homosexuales con adultos, el Cardenal López Rodríguez le trajo al Papa Francisco esa denuncia.

Fue en julio del 2013. Dos meses antes de que una meritoria periodista lo hiciera público en la República Dominicana. Mientras tanto, eran maquinadas las calumnias contra el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez. El 30 de diciembre del año 2013, un señor a quien el Tesoro o Ministerio de Hacienda de España le reclamó el pago de dos millones de euros en impuestos dejados de pagar, un figurín internacional cautivador de mentes débiles, se atrevió a pedir la destitución del Arzobispo de Santo Domingo porque apoyó la decisión del Tribunal Constitucional de la República Dominicana de defender la integridad de nuestra nación y los derechos fundamentales del pueblo dominicano.

Su propuesta no fue escuchada porque carecía de todo sustento legal. Además estaba atizada por un grupúsculo de malos que constantemente conspiran contra la soberanía nacional y promueven ideas y propósitos que tienden a tirar al mar a por lo menos el 99 por ciento de los diez millones de dominicanos amenazados por la creciente ocupación del territorio de la isla por hordas de vecinos que se infiltran desde la parte Oeste.

El Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez es un símbolo de la dignidad del pueblo dominicano. Ha defendido sus mejores causas. Por eso el señor Mario Vargas Llosa se atrevió a pedir públicamente en los finales del 2013 que fuera destituido como Arzobispo de Santo Domingo, Primado de América.

Papa Francisco no le hizo caso al figurín. En días posteriores, a mediados de febrero del 2014, delante del Cardenal López Rodríguez, el Papa Francisco a mí me dijo: “Él es una buena persona”, refiriéndose al entonces Arzobispo de Santo Domingo Primado de América.

Luego, en mayo del 2017, un conocido sacerdote publicó una carta en la que insinuaba que el Cardenal dispuso impropiamente de dinero de la venta de unos terrenos de la Iglesia. Se demostró que no era cierta la denuncia. El sacerdote fue desmentido por las autoridades eclesiásticas competentes.

Tras el fracaso de estos dos intentos de descrédito contra el Arzobispo Emérito de Santo Domingo, y como en refranero popular la tercera es la vencida, una misteriosa fuerza detractora inició a mediados del 2018 la última de las celadas.

Fotos y pruebas hay del último intento. Bochornoso y vergonzoso, provocado por la envidia y el incontenible deseo de ascenso inmerecido de los egoísmos. También se demostró que esta otra treta era más de lo mismo: descrédito contra un hombre honesto.

La calumnia fue poco a poco diluyéndose como el paso del tiempo que pisa y pesa sobre aquel o aquellos que promovieron los tres intentos de descrédito contra el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, una personalidad ejemplar. Así fracasaron una vez más entonces en su país, eso sí, los intentos de venganza de algunos sujetos que envidiaron siempre al Cardenal y que no pudieron difamarlo con invenciones y falsedades.

Ni tampoco llenar el vacío que ha dejado su retiro.

Nicolás tuvo pruebas y el valor de denunciar a un Arzobispo y Nuncio del Papa.

Honor a quien honor merece.

Roma, lunes 6 de enero 2020

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