Opinión

Panorama político

Salida de Trump de la Casa Blanca dañaría el prestigio de los EEUU

Guarionex Rosa | ANALISTA POLÍTICOSanto Domingo, RD

Que nadie está por encima de la ley aunque sea el Presidente de la República, fue lo repetitivo en el juicio político al presidente norteamericano Donald Trump el pasado jueves, cuando la Cámara de Representantes juzgó su obstrucción al Congreso y el abuso de poder.

Los miembros de la Cámara votaron 229 a 198 por la obstrucción al Congreso y 230 a 197, por abuso de poder, en una audiencia de “impeachment”, o juicio político que se venía rumiando desde hace tiempo, algunos analistas creen que desde 2017.

En enero de ese año, cuando el flamante gobernante del Partido Republicano prestaba juramento ante la Suprema Corte en la escalinata del Capitolio, ya sus adversarios hacían nudos en una soga de suerte a la espera de anteayer en que los vieron frente a sus barras.

La aprobación de juicio político para el 45avo. Presidente de los Estados Unidos, solamente el tercero en correr esa suerte luego de Andrew Johnson, en 1968 y William Clinton, en 1998, causó un estremecimiento en el país cuyos diarios publicaron en portada: “¡Impeachment!” .

Por el momento es un triunfo de la oposición demócrata que depende del tramo final cuando el Senado reciba la acusación y la someta a votación, esperándose casi generalmente que no se apruebe, ya que el Partido Republicano tiene mayoría.

Con 100 integrantes se espera que el Senado recibirá 53 votos republicanos a favor de rechazar las acusaciones contra 45 demócratas que las aprobarían y 2 independientes. Se dice que una votación secreta acercaría a los demócratas a las dos terceras partes necesarias.

La razón es que muchos diputados demócratas quienes han visto a sus votantes cambiar su preferencia tras tres años de gobierno del señor Trump, acogerían bien repudiarlo en este momento de precampaña electoral para poder mantener sus curules.

De aprobar el Senado los cargos contra el Presidente se cumpliría el proceso constitucional que llevaría a su destitución y a la asunción del puesto por el vicepresidente Pence, como ocurrió cuando Nixon renunció en medio del escándalo Watergate en 1974, que asumió Gerald Ford.

Implora absolución En una extensa carta a Nancy Pelosi, líder demócrata de la Cámara de Representantes (diputados), Trump condenó como un asunto político el propósito de juzgarlo, pero al mismo tiempo imploró por su absolución por no haber cometidos los hechos acusatorios.

Lejos de sumisión, el gobernante reclamó un juicio rápido en el Senado, cosa con lo cual no está de acuerdo la señora Pelosi, quien, con el papeleo en sus manos, propondría el mismo para después de las vacaciones de Navidad y Año Nuevo, a mitad de enero.

Trump está acusado de cargos menores como corrupción, juegos sucios y enriquecimiento de su familia a costa del Estado. El Presidente achaca a los demócratas propiciar un golpe de Estado en su contra.

Pelosi y la mayoría de los demócratas se opusieron al juicio político desde el 2017. La posición del partido cambió cuando se conoció que el presidente Trump llamó por teléfono al presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky para hacerle una sugerencia estimada obscena.

Se trató de que ordenara investigar al hijo del exvicepresidente demócrata Joe Biden, el empresario Hunter Biden cuando estaba en discusión un paquete de ayuda militar y de otro tipo para el país europeo, lo que se le estimó un “qui pro quo”, (dando y dando) que Trump rechazó airado.

El juicio político al presidente Trump no significa que su caso esté perdido. Según las encuestas los norteamericanos han ido cediendo de una mayoría sobre el 50% a un 45% entre quienes desearían la destitución por la vía del Senado.

Uno que lo apoya sin reservas es el presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien en su rueda de prensa anual del jueves pasado dijo: “Usted plantea la pregunta como si la presidencia de Trump estuviera terminada. Precisamente, yo no estoy tan seguro de ello”.

Mientras la Cámara discutía su enjuiciamiento la reputada publicación religiosa Christianity, que fundara el reverendo Billy Graham, fallecido, reclamó tras una serie de consideraciones que el presidente Trump sea destituido del cargo.

Christianity había sido una crítica suave pero su actual texto sobrepasa todo lo posible. El escrito, que también sostiene la publicación Político, fue redactado por el periodista Mark Galli y dice que Trump “es un perfecto ejemplo de una persona que está moralmente perdida y confusa”.

Con todo, parece que los apostadores de Londres no pondrían su dinero en la mesa cuando se trata de destituir a un hombre tan astuto como Trump, cuya salida de la Casa Blanca produciría un enorme estremecimiento político nacional e internacional, echaría al suelo las bolsas y dañaría el prestigio de los Estados Unidos.

Demócratas atacan El Partido Demócrata que lo dirige un político de origen dominicano, Thomas Pérez, atacó en grupo el pasado jueves a Trump durante el último debate presidencial del año con miras a los caucus que se celebrarán en el estado de Iowa exactamente en 51 días.

Aunque el expresidente Biden, los senadores Warren, Sanders y Golbuchar, el joven alcalde de South Bend, Indiana Buttigieg, y los empresarios Steyer y el asiático-americano Yang, trataron generalidades, el tema del juicio político a Trump prevaleció.

Los analistas resaltan la discrepancia que sostuvieron la senadora Warren (Elizabeth), de Minnesota, y el alcalde Bouttigieg (Pete), homosexual casado con un varón, en torno al origen de los cuantiosos fondos de campaña del último, considerado un progresista. Bouttigieg es un ejemplo raro puesto que se alistó en el ejército, se graduó en Harvard y habla cuatro idiomas.

La señora Warren ha sido en todos los debates un látigo contra la plutocracia y las grandes empresas, mientras ha defendido la seguridad social para todos, la educación gratuita en los primeros niveles de escolaridad y el apoyo a los universitarios y al primer empleo.

La divisa de que nadie está por encima de la ley ha llevado a juicio en las últimas semanas a varios prominentes políticos, entre ellos a Benhamin Nethanyau, primer ministro de Israel, acusado de corrupción, y al exhombre fuerte de Pakistán, Pervez Musharraff, condenado a muerte por corrupción y crímenes.

La lista de gobernantes latinoamericanos perseguidos por razones de corrupción es larga. El último en caer y cuyo destino se desconoce luego que un tribunal militar lo condenara a 20 años de prisión mientras visitaba China, es Delino Bouterse, presidente de Surinam, tenido como un bandido internacional y el “capo di tutti capi en la región”.

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