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Nuestra valla fronteriza

Una realidad imperativa por los atributos de la Patria

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Carlos R. Altuna TezanosSanto Domingo, RD

En noviembre de 1989 -hace treinta años- caía el muro de Berlín, cuando en el mundo apenas quedaban 11 muros. Hoy, como paradoja de la vida existen 70, de los cuales en los últimos cinco años se han construido 25 nuevos muros o vallas fronterizas en diferentes países del mundo.

En el año 2015, Lituania, Turquía y Birmania fueron los últimos países que anunciaron nuevos planes de fortificar sus fronteras para enfrentar las nuevas amenazas que representan la migración ilegal, el terrorismo, narcotráfico, contrabando y el crimen transnacional.

Antiguamente, los muros fronterizos se construían como parte vital de la infraestructura estratégica enfocada en la defensa y seguridad de los Estados. Sin embargo, hoy las mismas están destinadas para evitar o controlar los flujos de inmigrantes ilegales, contrabando, crimen organizado y otros delitos que suelen ocurrir en todas las fronteras del mundo, y como es de suponer, la nuestra no escapa a esa realidad.

En la actualidad, cuatro países de la Unión Europea han levantado más de 235 km de vallas en sus fronteras por un valor de 175 millones de euros, siendo Bulgaria el precursor de la fortificación en esta zona del mundo, construyendo un muro de 30 kms en su frontera con Turquía, que luego completó con otros 130 kms.

En septiembre 2015, en Hungría, el gobierno conservador de Vikor Orban erigió contra los refugiados una valla de alambre de púas de cuatro metros de altura en 175 kms de su frontera con Serbia, antes de construir otra en el límite con Croacia. Eslovenia, Macedonia y Austria siguieron su ejemplo.

Francia, en enero 2015, también se agregó a la lista y sus autoridades instalaron en el puerto de Calais una cerca metálica de 30 kms y otra de 40 kms a lo largo del túnel ferroviario que cruza el Canal de la Mancha, para evitar que los inmigrantes ingresen clandestinamente a Reino Unido, obra que fue financiada por los ingleses, quienes aportaron 2.7 millones de euros.

A principio del 1990, España construyó sus polémicas vallas de Ceuta y Melilla -Norte de África- y desde entonces han sido objeto de constante reparación y reforzamiento, tan solo en el 2005 se le invirtieron unos 40 millones de euros.

También existen otros muros que están proyectados estrictamente al ámbito de la seguridad nacional para impedir el ingreso de fuerzas armadas enemigas, terroristas u otras amenazas a sus territorios. A modo de ejemplo, podemos señalar los siguientes países:

Israel-Cisjordania (junio 2002). Los israelíes comenzaron a construir un muro con paredes de cemento, alambradas y equipos sofisticado de vigilancia y detección, que llega a medir hasta nueve metros del alto y tendrá unos 712 kms -dos tercios esta ejecutado- cuando se termine según datos de la ONU.

Arabia Saudita-Irak (completado en 2014). Los saudíes ante las amenazas y ataques del grupo del Estado Islámico (EI), construyeron un muro de arena de 7 metros de altura con una longitud de 900 kms, acompañado de un sistema de vigilancia electrónica sobre el desierto en la frontera con Irak.

India-Pakistán. Los hindúes hicieron una cerca 742 kms a lo largo de su frontera con Pakistán en la región de Cachemira -territorio en conflicto- y otros 230 kms en la frontera reconocida internacionalmente. También terminaron una cerca alambrada de 4,000 Kms de largo sobre la frontera con Bangladesh, para luchar contra la inmigración clandestina, terrorismo y el contrabando.

Por último, en el lejano oriente aún subsiste la última línea del frente de la guerra fría, el “paralelo 38”, una frontera de 250 Kms que separa las dos Coreas, una zona volátil y la más vigilada del mundo, contenida en un área desmilitarizada de 4 kms de ancho con alambradas, minas, armas, detectores de movimiento y cerca de dos millones de soldados a ambos lados.

Vistos estos datos abrumadores, y tras comprobar cual es la tendencia mundial de los Estados y sus gobiernos, a fin de proteger sus territorios ante el surgimiento de nuevas amenazas, delimitan sus fronteras con obstáculos -vallas, muros, cercas- o aprovechan las barreras naturales de su topografía. No deberíamos extrañarnos que la República Dominicana, también desarrolle la construcción de vallas a lo largo de la frontera terrestre con Haití.

Actualmente más de 70 países tienen construcciones de este tipo, primordialmente con el único fin de prevenir y controlar la migración ilegal, el contrabando de mercancía o armas, narcotráfico y otros delitos. ¿Porqué criticar o atacar esta excelente iniciativa emprendida tímidamente por el gobierno dominicano?

Por el contrario, todo ciudadano sensato y que se sienta orgulloso de ser dominicano, debemos reconocer y felicitar al Gobierno, a la Dirección General de Aduanas y al Ministerio de Defensa, por la iniciativa y construcción de la valla perimetral de cemento, malla ciclónica y alambre de trinchera en el paso aduanal de Carrizal-Elías Piña de 6 pies de alto y 8 kms de longitud, así como, la que se proyecta iniciar en el paso aduanal de Mal Paso-Jimaní, de 10 kms de longitud.

En nuestro caso, esta delimitación física que se empezó a levantar en áreas de interés o más vulnerables -puntos de avenida o aproximación- en nuestros pasos aduanales, es un bastión que debería instituirse como una política permanente en la agenda de seguridad y defensa del Estado, no importa quien este gobernando, que debe constituirse en un “objetivo indisoluble” en materia de seguridad nacional, hasta ser completada en tiempo y espacio.

Nuestra frontera con Haití tiene 392 kms, y ante el desorden fronterizo imperante, ésta valla perimetral nos ha permitido recuperar gran cantidad de tierra dominicana que había sido ocupada por los haitianos. La misma, no solo ha servido para el control aduanal y migratorio, sino también a la seguridad nacional, y más allá de violar la autoridad de ambos países, esta iniciativa de nuestro gobierno reafirma los principios de soberanía de ambos Estados.

¡Qué pena! Muchos parecen olvidar cuando en el 2013, el gobierno haitiano construyó literalmente un verdadero muro de concreto y piedra en el paso fronterizo de Belladere, frente a Elías Piña, aparentemente para impedir el paso y obligar a las personas cruzar por su control aduanal. Qué rápido olvidan esas mismas voces, que hoy se oponen o critican la valla construida por el gobierno dominicano. En aquella ocasión hicieron mutis ante el legítimo derecho soberano que tiene Haití de construir o seguir haciendo su muro, nosotros de igual manera, también.

Tengo la firme convicción y esperanza, que en los debates de las propuestas de los planes de gobierno o en el debate político, los precandidatos presidenciales incluyan como tema “prioritario” en la agenda de políticas de seguridad y defensa, la continuación de la construcción de la valla fronteriza programada por tramos y tomando en cuenta las áreas más vulnerables y permeables, para continuarla.

Que esto sea un compromiso sagrado e ineludible de ellos para bien de la República y de todos los dominicanos. Es un derecho que nos asiste como nación soberana, que nadie puede rebatir, pues el interés nacional está por encima de las apetencias o juicios de aquellos que se oponen. ¡Dios siga bendiciendo a esta gran nación!

El autor es miembro fundador del Círculo Delta fuerzadelta3@gmail.com

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